RASTRO DE LA HISTORIA

 

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Publica la Asociación Cultural "Rastro de la Historia".

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Asistimos al mas amplio despliegue de la voracidad capitalista. A tumba abierta y sin frenos: nunca como hasta ahora el capitalismo se permitió hacer lo que en gana le venía. El tiempo del primer liberalismo, una selva donde se imponía la ley del más fuerte, contaba con el handicap de un desarrollo tecnológico en ciernes. Etapas de concienciación, de contención o de política de bloques llegaban a aminorar los desmanes capitalistas; pero impuesto este sistema, con una implacable tecnología que se reproduce y perfecciona en tiempos cada vez más pequeños, sin competencia posible, admitido el sistema como socialmente benemérito, con los raíles engrasados para su marcha más veloz, el mundo asiste impasible a este espectáculo donde lo único que cuenta es la superproducción y el consumo compulsivo ¿Y a costa de qué? Repasemos los graves problemas que presenta el planeta y veremos que la raíz fundamental es una: la voracidad capitalista. Su hambre de poder ha llegado a crear aparentes estructuras críticas que le sirven como desagüe de las conciencias, pero financiadas y dirigidas por los centros que mandan. El medio ambiente, la manipulación genética vendida como cándida panacea para convencer a las masas, la transmutación de valores que quiebran conciencias ancladas en el pozo de la tradición y que producen pingües beneficios a los iconoclastas , la incorporación de sus métodos productivos, de sus indecentes formas de explotación a todos los espacios incluso a las de aquellos que sentimos su presión insoportable; la frívola cubierta del quehacer humano durante el tiempo de permanencia de cada uno, que será medido por el disfrute de unas generaciones de aparatos técnicos que han producido la "felicidad" (objetivo conseguido) en el transcurso de la vida y, por supuesto, que también el problema migratorio, los trasvases de población de culturas promiscuas, vivas, hacia las tierras yermas contagiadas con la somnolencia de las pesadas digestiones. Y en esto estamos y además lo vivimos.

Por ser esto último un tema candente exige una reflexión profunda, serena y comprometida. La exigencia al gobierno de turno de controlar los flujos migratorios es sencillamente una petición tan de sentido común ante un asunto que echa aguas por todas partes. El camelo de la multiculturalidad, un término que carece de concreción, una palabra talismán con que nublarnos la vista, no puede cerrarnos los ojos ante verdades evidentes. Hace años, cuando los movimientos de pueblos se veían distantes, en las charlas académicas se utilizaba a Harris, Mauss, Morris o Lévi-Strauss con la desfachatez propia de los que teorizan. A fin de cuentas se imponía una novedosa y progresista conclusión: no había culturas superiores sino distintas. Ese plano teórico, de distracción especulativa se siente ya como inaceptable. ¿Es igual una cultura que admite la lapidación de la mujer adúltera de otra que no la practica? ¿Son parejas las culturas que impiden el desarrollo educativo o las prácticas sanitarias de las mujeres de aquellas que inciden en la igualdad de derechos entre hombre y mujer?

¿Y mientras tanto?

Que poner puertas al campo es imposible, lo sabemos. Parabólicas y una interminable serie de medios de transporte son los instrumentos para acceder al paraíso, pero en casa hay que ordenar los muebles y limpiar el polvo. Cuatro situaciones, por lo menos, que nos son habituales : la de quienes vienen a trabajar, todos los derechos para ellos; las de lo que vienen a delinquir, la aplicación de la dura medicina (si es que se puede, claro, que no parece muy seguro); la de quienes vienen no ya a trabajar, sino a desarrollar empleos que nosotros no queremos, a ellos no basta la mecánica aplicación de los derechos sino también el reconocimiento y la gratitud; y la de los que vienen a trabajar y en un tiempo de desesperación, sin nada, cometen pequeños delitos para su subsistencia, comprensión y perdón… y ajustar cuentas a los embaucadores que les pusieron el anzuelo buscando esa eterna ley del bronce salarial. ¿No formaba parte de cierto ideario el de que "nuestro puesto está al lado de los humildes" o que muchos de esos emigrantes dada su procedencia "non miembros de la gran España…?" Pues el movimiento se demuestra andando.

 Para Menéndez Pidal definían al español la creencia en el más allá de la muerte, la vida de la fama honrosa o el arraigado sentimiento religioso. ¿Es la globalización, expresión del capitalismo triunfante, quien también ha acabado con ello? 

En este número diez presentamos un estudio acerca de la simbología y de los elementos de referencia interna de la FET y de las JONS, un artículo sobre la huelga de tranvías del 51 con aportaciones bastante desconocidas o silenciadas sobre aquel acto pionero de protesta. Comenzamos un repaso al siglo XX español de la mano de cuatro protagonistas y recurriendo a la historia oral, en este número será un soldado de Africa quien nos informe. Con referencia a lo literario los artículos acerca de la bibliografía del nacional sindicalismo y sobre el best seller Soldados de Salamina”. Y un ofrecimiento de guión cinematográfico (que sabemos nunca se hará) acerca de los esclavos negros de colonias inglesas que buscaban el amparo de la bandera española para conseguir su libertad. En la miscelánea reseña de interesantes exposiciones y de alguna antología poética cuya lectura recomendamos.

 

La huelga de tranvías de Barcelona de 1951

-Francisco Blanco-

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Los elementos de referencia interna de la F.E.T. y de las J.O.N.S. Nombres y símbolos.

-Francisco Blanco-

Recuerdos. El camino de África. Entrevista con un soldado de la quinta del 24, Victoriano de Diego 

-Adaucto Pérez-

Sobre Soldados de Salamina” 

-Elías García de Santos-

En la Florida de España, Fuerte Mose: santuario de libertad para los negros.

-Carmelo García Franco-

Miscelánea      -P. Zubía-