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El Rastro de la Historia. NÚMERO OCHO

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El "Gabinete" de Exteriores de la SGM 1945-1957

(III)

-Francisco Blanco-

-5-
 

 

Este tercer tiempo que aquí se describe mostrará como la Secretaría General del Movimiento que era el órgano que canalizaba a la Francofalange contribuirá con fidelidad a los diseños de la política exterior del régimen, aunque estos se vieran sujetos al albur, a contingencias no pensadas y que vinieron de maravilla después de aguantar el chaparrón. Serviría también la SGM para frenar el desahogo de algunos falangistas, improperios de consumo interno y que se hacía preciso cortar. También estarán presentes las antiguas amistades, ahora vencidas, derrotadas o reconvertidas y con las que se establecerán lazos y ayudas. El anticomunismo y la exaltación del sentimiento nacional buscaban espacios desde el aparato oficial o desde el voluntarismo falangista, espacios muy limitados en Europa, y de mejores perspectivas en Iberoamérica.  

Las relaciones exteriores tras la guerra mundial

El 29 de Diciembre de 1945, a los pocos días de la desaparición de la Delegación Nacional del Servicio Exterior, el hombre fuerte de la misma, Sergio Cifuentes, desde la todavía existente Secretaría Nacional de Repatriación de Menores, reforzaba su posición. El Vicesecretario General de la FET  ordenaba que toda conferencia o telegrama cursado al exterior de la Península se hiciera a través de ese responsable. Al papel de censor que se le adjudicaba se unía también a que era él quien debía dar el visado para que la Dirección General de Seguridad concediera pasaporte a cualquier funcionario del Movimiento. Como la práctica deportiva quedaba englobada en la SGM a través de la Delegación Nacional de Deportes, también era el departamento que regentaba Cifuentes el encargado de controlar los viajes al extranjero de deportistas españoles.

Continuaba pues la existencia de un "servicio Exterior", pero atemperaba su actividad al límite. Para evitar nombrarlo incluso en los propios presupuestos de la SGM se ocultaba el nombre con una "Jefatura Nacional de Servicios" dependiente de la Secretaria General, pero a partir de 1949 se vuelve a utilizar profusamente el nombre de Servicio Exterior agrupado en la Vicesecretaría de Secciones de la SGM. La ocultación no se había hecho tan solo por razones de seguridad, algo evidentemente había cambiado, las condiciones imprescindibles para actuar en falangista fuera de España habían desaparecido años atrás. Cuando el periodista Hassim Slim redactaba un informe sobre la Falange en 1949 y preguntaba a la SGM sobre sus ramificaciones en el extranjero la respuesta que se le daba decía :"Ninguna. La Falange es un movimiento Nacional".

El mundo de las relaciones exteriores de la SGM no podía ser nunca ya lo que fue. Aquellas recepciones y contactos con los partidos únicos de los países hegemónicos en la esfera internacional se habían terminado. Las relaciones internacionales eran asunto del Estado y por tanto SGM quedaba limitada en dos direcciones, la que provenía de su visceral anticomunismo y las relaciones nostálgicas con grupos "afines", bien residuos históricos de épocas de "pasado glorioso" o bien grupos emergentes en áreas de Iberoamérica. 

Algunos de sus miembros prestaban también la viejas labores de información, pero incluso en esto, cierta propaganda magnificaba cometidos que de por sí eran mucho más menguados. El control de los movimientos de los exiliados republicanos en Francia había sido una de las tareas últimas acometidas por el Servicio Exterior. Las labores informativas, inherentes a la propia Delegación se iban a ver drásticamente reducidas. Pero el recuerdo y la truculencia que algunos querían ver en ese "fascismo residual" que permanecía en Europa llevaba a la divulgación de noticias de vez en cuando, en donde la Falange "realizaba" acciones en países extranjeros. El 16 de Marzo de 1946 La Nouvelle Republique daba una información acerca de la detención en Francia de doce falangistas en labores de espionaje y control de los exiliados. Asumida por la FET su participación en la lucha antiguerrillera no era extraña la infiltración de algunos de sus elementos en las partidas que, procedentes de Francia, se adentraban en España a través de los Pirineos. Otras veces el amarillismo y la truculencia más descarnada hacían acto de presencia en una prensa histriónica, ávida del rumor y el bulo con que arrinconar más al cercado régimen español. El 28 de Agosto de 1948 el periódico colombiano Jornada hablaba de una "organización Falangista Secreta. Dirigida por José Bernal en Bogotá",  y la hacía partícipe del asesinato del doctor Gaitán y de mantener estrechas relaciones con el Frente Nacional Anticomunista de Colombia. El agregado de Prensa de la Legación Española se apresuraba a desmentir en carta dirigida a Sanz Orrio aquel montaje con clara finalidad de desprestigio. Para contrarrestar estos ataques, la información favorable al régimen se hacía a través de la agencia mejicana Plus Ultra que enviaba comunicados a los 114 periódicos de Iberoamérica.

Si 1948 presentaba síntomas que indicaban la salida de túnel, del arrinconamiento internacional,  era claro que ,con el envase de la FET, poco se podía hacer en el extranjero. Bien lo debió comprender el grupo de diplomáticos que habían solicitado su baja en las filas  falangistas. Ministros Plenipotenciarios o Secretarios de Embajadas, prestos en otro momento a incluirse en la militancia del Partido, optaban por alejarse de él. Ese era el caso de Francisco Agramonte Cortijo, Buenaventura Caro del Arroyo, Carlos Arcos Cuadra, Manuel del Moral Pérez Aloe, Rafael Triana Blasco, Fernando Valdez Ibarguen, German Baraibar Usandizaga, Luis Miguel Fernández Portero, José Ricardo Gómez Acebo Vazquez, Ramón Maria de Pujadas Gastón, Fernando de Kobbe Chinchilla o Eduardo Gasset Díaz de Ulzurrun.

El papel tutelar del MAE 

A la diplomacia española ciertas actitudes del falangismo oficial les resultaban preocupantes. En Mayo de 1950 se anunciaba la visita a España del Jefe del Partido Fascista Británico Oswald Mosley. Miembros de la FET se aprestaban a una calurosa recepción que otros poderes del Estado no veían precisamente conveniente.  La Dirección General de Prensa detenía la noticia acerca de su llegada y la Oficina de Información Diplomática trataba de frenar cualquier muestra de entusiasmo. Una nota, con seguridad de Alberto Martín Artajo, Ministro de Exteriores, dirigida a Fernández Cuesta era suficientemente expresiva: ¡Ojo! Me dicen que tu gente lo quiere jalear. Sería equivocado. No tiene prestigio y solo cierta popularidad que no interesa A." Y es que, a pesar de todo, la simpatía hacia ciertos movimientos nacionales continuaba estando presente. Dos meses antes el Secretario General había comunicado al Ministro de Exteriores la  solicitud pedida por el Movimiento Italiano Femenino para recaudar fondos con que comprar a la mujer e hijos del Duce una casa en Roma, cantidad que una vez recolectada se podría enviar por mediación del Vaticano".

Las relaciones con USA

Ya se han expuesto las profundas diferencias que en el área de Iberoamérica habían surgido entre el hispanismo de la Falange y la tendencia hegemónica de los EEUU de América del Norte. El hostigamiento a las extensiones falangistas por parte del Departamento de Estado se había cubierto con la consigna "imperialista" al flanco histórico de la Hispanidad y había calificado de "quintacolumna" a la Falange por sus amistades con el Eje. Esa labor de desprestigio era ampliable al régimen español que veia, al finalizar la guerra mundial, como se tejía un cerco internacional hacia España aislada en  muchos espacios. La bipolaridad surgida tras la guerra mundial con la presencia de  la antinomia capitalismo-comunismo con EEUU y la URSS a la cabeza de ambas posturas. El régimen español hacía valer de cara para afuera la faceta católica y anticomunista, olvidando otras facetas  más belicosas, y ahora ya no de recibo,  enunciadas años atrás.

La tensión entre americanos y soviéticos ayudaba al Régimen español  a salir del atolladero internacional en que se encontraba: era cuestión de tiempo. En Estados Unidos se contemplaba en 1948 con mayor benignidad por parte de algunos políticos  al Régimen establecido en España. El parlamentario John Kee de West Virginia en la Cámara americana de representantes resumía la postura mantenida por el Régimen español y pedía una mayor colaboración y apoyo con España. Señalaba que, a pesar de la condena internacional el Estado español mantenía relaciones diplomáticas plenas con Argentina, Bolivia, República Dominicana, Nicaragua, Perú, El Salvador, Haití, Islandia, Líbano, Paraguay, Brasil, Colombia, Egipto e Irak e indicaba además que era "España la que ha escogido marchar sola" haciéndola responsable de su situación internacional, pese a lo cual y ,dejando para el Gobierno americano la decisión en cuanto al establecimiento de relaciones, se mostraba absolutamente partidario del acercamiento .

Que los derroteros internacionales eran los causantes de un acercamiento anunciado no impedían  ciertas manifestaciones de incontinencia de algunos dirigentes falangistas en donde daban rienda suelta a sus pensamientos más primigenios lo que provocaban tensiones nada deseables para la consideración internacional que buscaba el Estado español. El Jefe Provincial de la FET de Tarragona, Francisco Labadíe Otermín, dirigía en Abril del 48 a los falangistas de la Guardia de Franco de la provincia que el mandaba un escrito en donde al analizar la situación internacional por la que se atravesaba sacaba la conclusión de que ello ya había sido intuido con anticipada clarividencia por el Jefe Nacional. No dudaba en calificar a los yanquis de ingenuos o estúpidos por no prever lo que iba a ocurrir, al tiempo que se daba por bueno el enorme sacrificio sufrido por el Régimen español al no ser comprendido en la esfera internacional. No se olvidaba tampoco en su arenga a la primera linea falangista de arremeter contra el Conde de Barcelona y contra su consejero Gil Robles "¿Qué dirá ahora su republicano consejero Gil Robles, cuando le pidan los aliados de rodillas a Franco que sea GeneralísImo de todos sus ejércitos contra Rusia?". Conocido aquel texto por la embajada americana se cursó una nota "personal e informal" al Ministro de Asuntos Exteriores haciendo ver  "que algunas manifestaciones que se hacen en el documento, pueden entorpecer el desarrollo de la comprensión entre los dos países". Martin Artajo se apresuraba a comunicar a la Secretaría General aquella protesta para evitar que se reprodujeran situaciones similares. Para conformidad de la militancia falangista la Secretaría General reflexionaba y hacía llegar su reflexión acerca de las tensiones en la ONU enfrentadas a la tranquilidad que se vivía en España gracias al Caudillo y a la Falange.

Hacia 1950 desde algunas secciones de la propia FET, como eran los sindicatos, se veía mayor posibilidad de entendimiento con países americanos, incluso USA y Canadá, que con estados de Europa. Ciertas prevenciones existentes aquí quedaban desvanecidas más allá del Atlántico. 

Algo se estaba moviendo en el mundo de las relaciones internacionales  que no podía ser desfavorable al Régimen. Convenía, pues, estar alerta y evitar roces que perjudicaran el entendimiento con los americanos. A mediados de Marzo de 1950 se ordenaba a todos los Jefes Provinciales que evitaran: "cualquier sátira, injuria o menosprecio de que pudieran ser objeto los EEUU de América, su política o las personas representativas de esta". 

Cuando la ONU decida en 1950 levantar las sanciones contra España la Secretaria General dirigirá una circular a sus militantes de matiz triunfalista. Para nada se citaba la guerra fría como causante de la nueva situación; por contra el argumento utilizado era el triunfo diplomático del Caudillo, el providencialismo de Franco, una vez más triunfante frente a las conjuras  de la historia. Pero la sensación de alivio resultaba incompleta, dejar sin efecto la recomendación emitida por la ONU en el 46 no era suficiente ni compensaba el daño injustamente causado. 

La Falange continuaba siendo un "handicap" en las relaciones exteriores y se complicaba el tema con sus afiliados. El Departamento de Justicia Americano consideraba a la organización española incursa en las organizaciones totalitarias afectadas por la Internal Security Act (Ley Mac Carran) .La tal ley nació el 16 de Octubre de 1918 y fue corregida el 28 de junio de 1940 y continuada en Septiembre del 50. Esos momentos se corresponden con la revolución soviética, el expansionismo nazi y la guerra fría, por lo que queda claro el sentido restrictivo que se imponía contra miembros de organizaciones con dependencia política o de ideología considerada totalitaria. El senador Mac Carran de Nevada pedía aplicar a la ley el sentido y espíritu de sus orígenes frente a las excesivas atribuciones  tomadas por los Departamentos de Justicia y Estado. Estos representaban un sentido de pureza antitotalitaria que perjudicaba los intereses geopolíticos yanquis y de hecho el Presidente Truman devolvió la ley con enmiendas por considerar un error romper con países amigos que no fueran democráticos.

Las intenciones de Mac Carran iban por amparar las organizaciones totalitarias no comunistas que no representaban en ese momento peligro alguno y que, incluso, podían ser buenos aliados en el anticomunismo que por esas fechas inflamaba a  USA. Se creaba la figura de "totalitarismos nominales" para quienes se hubieran afiliado a algún partido totalitario de esas características o se les hubiera exigido su afiliación.

Pero a pesar de esa flexibilidad España tenía problemas. El Servicio Exterior informaba de españoles residentes en Puerto Rico afectados por la Ley Mac Carran de negativas de entradas en territorio americano y expulsión de residentes permanentes.  Desde la Secretaria General se realizaban estudios justificando la no inclusión del Movimiento en la filosofía de la Ley de Seguridad y se tenía cierto convencimiento de que el Departamento de Justicia transigiría con lo los "totalitarismos nominales". A pesar de lo cual la afiliación a la Falange resultaba suficiente para que los consulados americanos negaran visados y pasaportes. Por ello, Tomás Romojaro, Delegado Nacional de Provincias, ordenaba en 1951 la no expedición de certificaciones  (CY y CL) en donde se incluía la pertenencia o no a la FET y que eran solicitadas por los EEUU para entrar en su territorio.

Discutida y enmendada la Ley Mac Carran no se hacía en ella mención explícita de los españoles afiliados a la FET, pero el propio embajador Lequerica se temía trabas y restricciones con la aplicación por parte del Departamento de Justicia "en su arbitraria calificación de totalitario con respecto a Falange Española Tradicionalista". No se trataba de una norma legal sino de la aplicación de un texto que presentaba interpretaciones varias y que irían en consonancia con el desarrollo de las relaciones entre el Régimen español y USA; pero el estigma de la pertenencia presente o pasada a la FET era una rémora para muchos españoles. Desde las páginas de Arriba Sergio Cifuentes denunciaba "los vejaminosos interrogatorios políticos" a los que eran sometidos españoles que pertenecieron  a las Falanges del exterior y señalaba el ataque a las normas del Derecho internacional que suponían aquellas restricciones americanas. Insinuaba tímidamente la reciprocidad que pudiera darse "impidiendo la entrada en su país de los miembros de partidos políticos extranjeros que no les agraden". Como bien puede suponerse aquel escrito que dejaba la dignidad herida de la militancia falangista en su sitio e insinuaba la posibilidad de reciprocidad se hacia para la complacencia del consumo interior. El régimen estaba deseoso de estrechar lazos con los EE UU de América del Norte.  

Fiel a no presentar problema alguno al Estado  , sino someterse con la mayor fidelidad a sus directrices, el Secretario General Fernández Cuesta en nombre de la Falange apoyaba la cooperación con USA, palabras que eran recogidas por el New York Time el 5 de marzo de 1952 y aunque el acercamiento España USA fuera un hecho, la persistente condena de la Falange por las autoridades americanas llegaba al extremo de aplicar la prohibición de entrada en territorio americano a quienes pertenecieran a ella . El Delegado Nacional del Auxilio Social, Martínez de Tena, que acudía a la Conferencia de la Cruz Roja Internacional en Toronto acompañado de la Duquesa de la Victoria, de los Duques de Hernani y del Dr. Noguera, fueron admitidos según la agencia United Press  "solo después de haber jurado que eran miembros del partido monárquico". La "apostasía" cometida exigió una aclaración para  la Delegación de Información e Investigación de la FET que daba por ciertas las informaciones recibidas acerca de la actitud de Martínez Tena.

Relaciones con los misinos

Los movimientos de derecha nacional, medularmente anticomunistas, eran los preferidos por la SGM para mantener contactos; de entre esos partidos se iba a mantener una relación preferente con los rescoldos del Partido Nacional Fascista convertidos en Movimiento Social Italiano. Hacia 1950 la FET  parecía dispuesta a sufragar al MSI un periódico y los gastos de las elecciones administrativas.  Se recibía en España de la Associazione Nazionale Combattenti di Spagna la petición de ayuda urgente para solventar problemas de antiguos legionarios italianos, combatientes de la guerra de España, y que habían sido privados de ayudas y pensiones. Posiblemente relacionado con esas misiones de ayuda estaban los diez millones de francos franceses que el Consejo de Ministros había aprobado en su reunión de 26 de Abril de 1952 para que fueran remitidos a la embajada en Italia por valija diplomática "para atenciones de SGM en el extranjero". 

La solidaridad anticomunista

El comunismo había sido desde los orígenes de la Falange una referencia obligada y necesaria para su existencia. Desaparecidos de la dirección política de sus respectivos países los movimientos políticos afines eran minorías seguidoras de los vencidos o minorías nacionalistas de los países vencedores quienes mantenían relaciones con la FET, en un Estado considerado baluarte del anticomunismo. La SGM participaba a través de sus delegaciones en este tipo de relación o mediante falangistas de prestigio. Pos supuesto que se mantenían también relaciones con otro tipo de agrupaciones, pero con aquéllos, a los que se hace referencia seguidamente, estaba presente una corriente empática de la que carecían muchos de los otros, más profesionales o institucionales.

El 29 de Septiembre de 1951 se celebró en Malmö una reunión entre los miembros del Comité del II Congreso Europeo y los falangistas Nicolás Murga, Demetrio Castro Villacañas y Gerardo Lagüens. El Comité del Congreso Europeo lo formaban el francés Maurice Bardéche, antiguo defensor de la España nacionalista; Karl Heinz Priester exjefe de las SS y Per Engdahl, Jefe del Partido Nacional socialista de Suecia. Representando a grupos nacionalistas franceses, alemanes o suecos iniciaban un proceso de expansión desde posiciones muy débiles; además, mantenían relaciones con partidos nacionalistas de zonas sojuzgadas por la URSS (Lituania, Estonia, Letonia, Croacia y Eslovaquia)

La primera reunión de este Congreso Europeo había tenido lugar en Roma y fue de carácter juvenil y auspiciado por las juventudes del MSI. Sus difusos fines se encaminaban por la construcción de una Europa fuerte en donde el comunismo estuviera erradicado y en la que no se siguieran los dictados americanos en cuanto a diplomacia, economía o ejército. Esos objetivos ideales, que no impedían entender el acercamiento entre el Régimen español y USA, precisaban de una plataforma continental con base en España . Acciones más comprometedoras eran también solicitadas al gobierno español por la intermediación de la Falange como la preparación militar de comandos rumanos afectos al movimiento Legionario para la lucha armada en ese país. Si la FET participaba con gusto de esas manifestaciones  de nacionalismo anticomunista existía el temor de aparecer como mantenedora o patrocinadora de ellas. De ahí que a comienzos de 1953 Jorge Jordana, Jefe del SEU, propusiera a Fernández Cuesta el montar un organismo nuevo de coordinación  de los Movimientos nacionales europeos  que no fuera la Falange.

 Si las relaciones con las organizaciones anticomunistas eran buenas, desde la FET se pusieron algunos obstáculos años más tarde hacia la ACEN (Assembly of European Captive Nations) auspiciada por particulares americanos agrupados en Free Europa. Hacia julio de 1957, el letón presidente de la ACEN, Vilis Masens, llegaba a Madrid con el fin de constituir en España una delegación, pero ciertos detalles de la entidad, denunciados por los grupos rumanos residentes en España, ponían al descubierto  disonancias con el anticomunismo español dignos de resaltar. Entre ellos estaba  la benignidad de ACEN hacia Yugoslavia, tratándola con un estatuto diferente a los otros países comunistas, la falta de legitimidad que suponía el no ser continuadora de las antiguos delegaciones diplomáticas que tuvieron los países ahora en manos de los comunistas   o el estar auspiciadas por izquierdistas yanquis y ser, algunos de sus dirigentes, enemigos del Régimen español. Temerosos los rumanos de la idea monopolizadora en cuanto a las relaciones entre occidente y las naciones comunistas mostraban su disgusto ante la Secretaría General, su mejor aliado en el interior de España y ésta hacia llegar aquella preocupación al Ministro de Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella.

 En esta órbita del anticomunismo, el falangista Patricio González de Canales, por iniciativa propia, había fundado a principios de los cincuenta un Centro de Intercambios Culturales Europeos (CICE) en donde se mantenían reuniones con exiliados de países comunistas (ucranianos, polacos, rumanos...).   En 1952, al compás del anticomunismo de aquel tiempo, este Centro de Intercambios proyectaba la organización de una manifestación en Madrid apoyada por la Secretaria General .En Noviembre de ese mismo año, Tomás García Rebull, responsable de los Excombatientes viajaba a Alemania y mantenía contactos con agrupaciones de antiguos soldados, en donde era frecuente, como no podía ser de otra forma, la coincidencia de haber pertenecido  al antiguo NSDP y de poseer un profundo anticomunismo . Estos alemanes pertenecían a la Asociación Alemana de los Caballeros de la Cruz de Hierro, presidida por el excoronel Adolf Dickfeld y a la Asociación de Desplazados y Expoliados (BHE). De aquellas relaciones surgirían contactos para el mantenimiento de una alianza anticomunista

 Cinco años más tarde, en 1957,otra vez ese referente anticomunista sería el encargado de movilizar al Delegado Nacional de los Excombatientes. Una organización dependiente de la Obra Pontifical de Asistencia, con el nombre de Lámpara de la Fraternidad preparaba su II Congreso e invitaba a la delegación falangista española. Al entender que la Fraternitas Lumen significaba una competencia que podía llegar a desplazar a la izquierdista  Asociación Mundial de Antiguos Combatientes, García Rebull se mostraba totalmente partidario de integrarse en ella.

Grupos europeos nostálgicos con los movimientos totalitarios vencidos, habían encontrado acogida en España. Claras afinidades se ponían de manifiesto en los encuentros mantenidos por miembros de grupos juveniles. En el verano de 1952 se celebró en Barcelona una Semana Europea en donde el Jefe de Intercambios Culturales del SEU, Manuel Ortuño, debió mostrar sus simpatias por las juventudes nacionalistas europeas, lo que fue presentado por determinada prensa francesa e italiana como el preludio de una Internacional Fascista cuyo papel de promotora le correspondería a España. Estas acusaciones hacían mella en el Ministro Martín Artajo porque se producían en momentos extremadamente delicados para la regularización de relaciones diplomáticas españolas. Otra vez más el responsable de Exteriores  se dirigía a SGM quejándose del comportamiento de los falangistas

Las relaciones con el MAE no eran excesivamente cordiales. Se hacia preciso engañarle o por lo menos no contarle toda la verdad. El embajador español en Italia, Marqués del Desio, había comunicado al Ministro de Exteriores informaciones aparecidos en la prensa italiana acerca del viaje  de muchachos del Frente de Juventudes a Italia en donde se expresaba la admiración que tenían por formaciones y líderes políticos caídos en desgracia o proscritos, cuya memoria se hacía infame en el nuevo orden internacional salido de la guerra mundial. La justificación de aquella actitud se hizo utilizando vueltas, eufemismos y disfrazando lo que de verdad había ocurrido. 

Hispanoamérica

Los vínculos de sangre, religión y cultura estaban presentes con el mundo hispánico, pero las afirmaciones de hermandad realizadas desde España se encontraron con dos trabas fundamentales, una de ellas, ya muy conocida y que residía en la dependencia que las Repúblicas de Hispanoamérica tenían de los EEUU; la otra, la gran masa de españoles exilados, claramente posicionados contra el Régimen de Franco al que torpemente identificaban como la Falange. A pesar de todo, esa área geográfica, tras los momentos más tensos para el régimen a partir de la condena de la ONU, era el sector mayoritario en restablecer los contactos diplomáticos con España. "La Madre Patria" cubría aquellas embajadas con personalidades fuertemente ideologizadas e incluso con  representantes inequívocos del falangismo histórico, José María Alfaro o Manuel Valdés entre otros. La mezcla de ingredientes nacionalistas y católicos, el hispanismo y la búsqueda de una solución distinta a las dos alternativas clásicas de capitalismo y comunismo, esbozada por la Falange y utilizada por el régimen, habían encontrado eco en algunos países americanos. Agrupaciones nacionalistas de Hispanoamérica habían hecho suyo este discurso falangista de no dependencia y se presentaban como excepcionales aliados de la FET. De ahí las deferencias falangistas  ante estos aliados como se hacía en  la visita a España que en 1948 giraba Jaime Dousdebes de la ARNE de Ecuador. 

La nación que más se distinguió en su ayuda al régimen español sitiado en el concierto internacional fue la Argentina. Un movimiento pólítico con similitudes al nacionalsindicalismo triunfaba de la mano de Juan Domingo Perón. Cuando el hambre se enseñoreaba de España, el Presidente argentino enviaba barcos cargados de trigo que además de paliar el hambre de los españoles era utilizado como acicate propagandístico de la hermandad con Hispanoamérica. La visita de Eva Duarte, esposa del Presidente Perón en el 1947 concitó el entusiasmo de los españoles movilizados por la FET, quienes desde sus secciones juveniles nombraron a uno de sus campamentos modelo, junto al Monasterio de El Escorial, como Santa Maria del Buen Aire. En Septiembre de 1955, cuando grupos militares depusieron a Juan Domingo Perón, gran parte de sus "incondicionales" se aprestaron a ubicarse en la nueva situación creada. Un grupo de fieles seguidores del justicialismo  reunidos en torno al Interventor del Partido Peronista en la Capital Federal, Dr. J.W. Cooke, decidió continuar la lucha en defensa del peronismo a pesar de haberles situado fuera de la ley. Sabotajes, huelgas y acciones contra el gobierno llevaron a la muerte a cerca de 20.000 seguidores de Perón. Lugar destacado en la vanguardia de la lucha lo tuvo el Comando Nacional de la Juventud del Partido Peronista dirigido por Alberto de Morra. Este había pertenecido a la Alianza de la Juventud Nacionalista donde, según sus palabras, "solo imperaba la noble y rígida escuela de nuestro José Antonio".

La representación en España del peronismo la ostentaba en 1957 Víctor Hugo Bruno Albrieux quien utilizaba el seudónimo de Miguel Loria. Este personaje había informado al General Franco en directo sobre el problema de la crisis argentina y fue enviado por la Falange a Panamá, en donde se encontraba refugiado Perón, para transmitir la solidaridad falangista al Presidente derrocado. En Enero de 1956 Juan Domingo Perón había escrito a Miguel Loria concertando  unas jornadas de trabajo que divulgaran en España la "acción masónica inglesa que ha mediado en todo este asunto del motín de la Argentina". De la carta del expresidente se inferían dos ideas claras: El paralelismo en cuanto a las respuestas políticas dadas en España e intentadas en Argentina y unos enemigos comunes identificados con la masonería, el comunismo e Inglaterra. Había pues motivos claros para hermanar ambos proyectos políticos.

En Octubre de 1957 Miguel Loria dirigía una carta al Secretario General Solís Ruiz pidiéndole una urgente entrevista con el fin de concretar ayuda para el peronismo ante las previsiones de un nuevo acceso al poder . El movimiento justicialista residente en España se hallaba fragmentado, pero se preludiaba la unificación; en el otoño de este año, ante la nueva etapa política de dar unidad al movimiento  y dirigida fundamentalmente desde Chile por el Dr. Cooke desde Chile. De aquellos esfuerzos quedaba para España de único delegado Miguel Loria, quien en palabras de Sergio Cifuentes se encontaba "apoyado por la "primera línea" del peronismo que es la que hoy está respaldada incondicionalmente por la Jefatura del Movimiento".