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Publica la Asociación Cultural "Rastro de la Historia".

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El Rastro de la Historia. NÚMERO TRES

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El fichaje de Di Stéfano como salvavidas, o el fútbol y la política en el franquismo de los cincuenta.

-Cecilia B. García-

 


La mala impresión que daba el fútbol español en 1953 se achacaba en parte a la indiscriminada contratación de jugadores extranjeros sin valía suficiente que ocupaban el hueco de los nacionales. Jugadores caros y sin la calidad necesaria. La más clara advertencia de los potenciales peligros de aquello estaba en lo ocurrido en Italia con una gigantesca afluencia de jugadores foráneos "que a la hora de formar el equipo nacional, este no tenía consistencia ni verdadera fuerza " tal y como razonaba el Presidente de la Federación Española de Fútbol, Sancho Dávila y Fernández de Celis al Delegado Nacional de Deporte, el general José Moscardó, héroe del Alcázar de Toledo, en una carta que le enviaba el 17 de Agosto de 1953.

En España la situación de los jugadores  de fútbol venía fijada por la Delegación Nacional de Deportes que autorizaba a los clubes a la contratación de hasta cuatro extranjeros (entonces no había nada oriundos y menos de comunitarios) de los que podía alinear a dos en la Liga y ninguno en la Copa; pero incluso a esas limitaciones había que añadir otras como el que sólo los equipos de Primera División podían hacerse con sus servicios o el estar reconocida su valía profesional. Tal normativa para la contratación de gentes de fuera había sido permitida por primera vez en 1946.

Si el fútbol es pasto hoy donde se revuelcan millones de aficionados, en aquella España del 53, la de los pactos con los yanquis y el final luminoso del túnel del aislamiento internacional, también lo era. Naturalmente en la inversa proporción a una nación con una tirada de periódicos mínima en comparación a la actual, sin televisiones y con infinitas menos emisoras de radio. Y es que ese año, mal que les pese a los sesudos investigadores de la Historia, el régimen de Franco se consolidaba definitivamente por razones bien distintas a las que se aportan una y otra vez . Las justificaciones de que se producía aquella nueva era por el Concordato con el Vaticano o por los pactos con USA por lo de la Guerra Fría son camelos. Bien es cierto que algo pudieran pesar aquellas buenas relaciones con tan importantes aliados, pero al personal de aquí adentro lo del Concordato no le decía gran cosa, al fin y al cabo se continuaba con la excelente relación de Franco y la Iglesia y en cuanto a los americanos no venía mal aquella intragable leche en polvo o el queso de las latas amarillas o el rubio de contrabando que se podría fumar a partir de entonces, pero lo que quitaría el sueño de verdad a los españoles, lo que les haría soñar en las largas horas de tajo mal pagado sería el REAL MADRID. Este fue la salvación del régimen de Franco con el argentino Alfredo Di Stéfano de portaestandarte.    

Fue en el verano del 53 cuando el tema de la contratación de jugadores extranjeros iba a encontrarse con un valladar prohibitivo y precisamente en este mismo tiempo Alfredo Di Stéfano era pretendido por dos clubes españoles, el Real Madrid y el Barcelona.

La llave de la Delegación Nacional de Deportes

El organismo competente para la resolución de cualquier tipo relacionada con el mundo del Deporte era la Delegación Nacional de Deportes, una delegación de servicios dependiente orgánicamente de la Secretaría General del Movimiento pero con una autonomía en su funcionamiento cuasi absoluta. Ni por arriba, la Secretaría General contrariaba sus disposiciones, ni por abajo las Reales Federaciones osaban discutir los principios que emanaban de la Delegación Nacional de Deportes. Sin duda en un Estado presidido por la autoridad y orden eso era lo normal, pero es que, además, al frente de la Delegación Nacional de Deportes se encontraba un hombre mítico: El General José Moscardó, héroe en la defensa del Alcázar de Toledo de donde recibiría su título nobiliario "Conde de Alcázar de Toledo".

Cualquier fichaje sobre jugadores extranjeros debía contar con el permiso de la Delegación Nacional y, curándose en salud aquel tórrido agosto del 53, el Presidente de la Federación Española de Fútbol, Sancho Dávila, telegrafiaba a todas las Federaciones Regionales para que prohibieran tajantemente a jugadores extranjeros no autorizados por la Delegación Nacional el alineamiento en cualquier evento futbolístico incluido los que pudieran tener carácter benéfico.

Si al general Franco le gustaba el veraneo en San Sebastián (de donde no sabemos que tuviera problema alguno para su estancia) la clase política también era afín al septentrión peninsular y muy especialmente a Euskadi sur, entonces el País Vasco o las Vascongandas, un españolísimo territorio, de gentes todas muy apreciadas por su hombría de bien.

Si Franco en Ayete,  Sancho Dávila en Urnieta y el Pleno de la Delegación Nacional de Deportes por no ser menos se reunía en San Sebastián a finales del mes de Agosto para ultimar detalles (hoy flecos) sobre el problema de los jugadores foráneos. Aquella cita se realizó el 22 de Agosto y en ella se tuvo en cuenta que los mismos requisitos impuestos en su día para la contratación de extranjeros (limitación en número y calidad superior) no  habían repercutido en una mejora del fútbol español. La suspensión de nuevos contratos esperaba un reforzamiento en la moral de los jugadores nacionales y en el prestigio del deporte. Otros motivos que incidían en aquella prohibición eran las enormes cifras que significaban los contratos (humo de paja si lo comparamos con hoy) y una inflación de noticias periodísticas sobre el tema que se juzgaba desorbitada. Para los jugadores que ya estuvieran contratados hasta la fecha del 22 de Agosto se les respetaba su contrato pero se advertía que a la terminación de los mismos no podrían prorrogarse.

Para evitar pérdidas de tiempo el Delegado Nacional de Deportes enviaba al Gabinete Telegráfico de la Secretaría General del Movimiento y como destinatario al Secretario General el siguiente telegrama:

"RUEGOLE ENCARECIDAMENTE APROBACION ORDEN PROHIBIENDO TRASPASO JUGADORES EXTRANJEROS PROPUESTA POR ESTA DELEGACION CONSIDERO MEDIDA NECESARIA PARA SATISFACCIÓN Y DECORO  FUTBOL NACIONAL Y EVITAR ACTITUDES Y SITUACIONES INCOMODAS. RESPETUOSAMENTE SALUDO. CONDE ALCAZAR DE TOLEDO DELEGADO NACIONAL  DEPORTES" .

Y aparecen los problemas

Está claro que ningún club iba a estar respondón con aquella medida. El rabo entre las piernas y "si, bwana" a lo que dictara la Superioridad, pero ciertos casos puntuales afloraron por quedar en terreno de nadie o ser sujeto a interpretaciones varias. Algunos de ellos fueron los de Carlos Ducasse Dupercu que había jugado en la Real Sociedad de San Sebastián y al que pretendía el Real Valladolid que había suscrito contrato con la entidad vallisoletana en Julio, pero que, como resulta lógico, la molicie veraniega había impedido continuar los trámites reglamentarios, es decir, en palabras de Presidente del Valladolid Ramón Pradera, "El Club cuya presidencia ostento, no tuvo prisa en presentar la documentación del jugador de referencia". Esta se hizo, precisamente, el día 22, es decir, en el borde (¿de dentro o de fuera?). Ese era el problema por el que "con el mayor respeto y subordinación" (cualquiera se atrevía a otros modales) se pedía la autorización para que Ducasse pudiera jugar en España.

El Presidente del Club Deportivo Español, Manuel Torras Ventosa en defensa de alinear al jugador chileno Andrés Prieto Urrajola, dirigía una instancia el 16 de Septiembre  en donde, tras valorar como "plenamente acertadas por lo que supone de protección a la pureza del Fútbol español, y que disciplinadamente, como todas cuantas emanan de ese Superior organismo acatamos con toda lealtad " y solicitaban una excepción de la normativa agosteña aludida para con el citado jugador.  En fin, otro "contestatario".

Pero quien dejó huella en el fútbol  español y europeo fue el argentino Alfredo Di Stéfano, involucrado también en  el tema de contratación de jugadores extranjeros.

El problema de la contratación de Alfredo Di Stéfano

Adelantándose Colombia a la práctica de acaparar futbolistas, tal y como ocurrió en tiempos posteriores y cercanos a nosotros, contraviniendo las instrucciones de la FIFA recibió de ésta una expulsión temporal reintegrándose a su disciplina con la obligación de que los jugadores pertenecientes a otras Federaciones seguirían en Colombia hasta el 15 de Octubre de 1954. Alfredo Di Stéfano que pertenecía al Club Millonarios de Colombia debería integrarse en esta última fecha al River Plate de Buenos Aires. El Real Madrid se interesó por el jugador ante el club Colombiano  y el Barcelona ante el River; pero el laberinto estaba ya creado porque el Millonarios por más que no ponía obstáculo algunos para que en la temporada 52-53 el jugador argentino lo hiciera en el Madrid no podía realizar el traspaso sin permiso del River y éste naturalmente no lo daba porque conversaba con el Barcelona al que entregaba al jugador ¡pero nunca antes del 15 de Octubre de 1954. 

El 15 de Septiembre de 1953 en Madrid se reunían el Presidente del Real Madrid, Santiago Bernabeu y el Presidente del Barcelona Enrique Martí Carreto  para llegar a un acuerdo sobre la situación planeada para la contratación de Di Stéfano y para elevar conjuntamente a la Superioridad una súplica con la finalidad de que fuera permitida la contratación. Este último documento no carece de los modales acostumbrados y consonantes con los ya vistos anteriormente. Así por ejemplo ante la medida del 22 de Agosto "consideramos acertadamente orientadas en defensa del futuro del Fútbol Español, y que naturalmente han sido aceptadas por los Clubs que representamos con el sentido de leal acatamiento que en todo momento les ha caracterizado  en sus relaciones con ese superior organismo". La justificación para que se otorgue el correspondiente permiso estribaba en aspectos deportivos y económicos, la excepcional valía del jugador sería "una fuente de enseñanzas" y desde el plano crematístico su alineación, además de favorecer al club con quien jugara , redundaría con la de aquellos con quien debiera contender. No olvidaba el escrito el normal deposito de la reglamentaria vaselina para el Delegado Nacional "Comprendiendo sus grandes dotes y sus extraordinarios méritos de primer propulsor del deporte español y conociendo que su exacto sentido de la justicia está siempre justamente impregnado de humanidad, de generosidad y de compresión en sus decisiones…"

El acuerdo entre Martí Carreto y Bernabeu establecía un marco de mediación a favor de Armando Muñoz Calero y se ponía como condición sine qua non la aprobación de la petición que se hacía en la misma fecha al Delegado Nacional de Deportes y a la que se ha aludido anteriormente. Alfredo Di Stéfano sería un jugador compartido. Las temporadas 53-54 y 56-57 las realizaría con el Real Madrid mientras que las 54-55 y 57-58 las haría con el Fútbol Club Barcelona. Curiosamente de la temporada 55-56 nada se decía. Al finalizar la temporada 57-58 ambos clubs con la conformidad del jugador decidirían sobre su posterior actuación. Los gastos efectuados por ambas entidades  se liquidarían  con cargo del 50% para cada uno de ellos. Pero de aquellos puntos llaman la atención los dos últimos, el uno porque supone el compromiso para que ambos clubes consoliden las amistosas relaciones deportivas "que siempre han debido existir…" lo que evidencia que esas relaciones estaban deterioradas y el otro apartado, en donde se indicaba la posibilidad de modificar por mutuo acuerdo la modificación de las cláusulas  "en el sentido de la cesión definitiva de derechos sobre el jugador, a favor de alguno de ellos…"   

Y llegó el triunfo

Y ahí estuvo el gran gol que el Real Madrid colocó y por la escuadra al Fútbol Club Barcelona, ya que Alfredo Di Stéfano, la saeta rubia, no vestiría de culé sino de inmaculado blanco y daría a su club una manada de copas de Europa. El Madrid fue tachado de equipo del régimen, pero más bien fue lo contrario, es decir, el régimen era del Madrid y la demostración evidente es que en el primer franquismo o sea en la etapa más dura fue el Barcelona pentacampeón de la Liga Española y a nadie se le ha ocurrido vincular tales triunfos con una etapa áspera. Resultó más cómodo el recurso al victimismo, al pataleo y a buscar justificaciones a los triunfos de otros.

Fue en el 53 cuando el acuerdo de las bases americanas. No se sabe quien dio más gloria al régimen si el general Eisenhower firmando con el Generalísimo el poner aquí su reales, matamorfoseados en bases militares con lo que desestigmatizaba al régimen fascista del General Franco o Alfredo Di Stéfano y su Real Madrid dando gloria a golpe de balón a la España de entonces por una Europa en la que España no caía precisamente bien.

Naturalmente que Alfredo jugó y sin problemas por ser argentino, pero el fútbol español no encontró árnica en la limitación al extranjero. El 23 de Marzo de 1954 José Moscardó aceptaba la dimisión presentada por Sancho Dávila como consecuencia de la eliminatoria de la Selección española en el Campeonato del Mundo imputable "a errores técnicos cuya responsabilidad hace suya el Comité" . La solución  adoptada por  Moscardó, fue la militar, por supuesto, y se designó para sustituir a Dávila al General de Brigada Ricardo Villalba Rubio.


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