Luego de hacer alusión a su recorrido por Madrid, refiriendo que
          los centros de los partidos políticos denominados "de
          orden", que en víspera de elecciones rebosaban de gente, se
          encontraban ahora desiertos y con sus dirigentes escondidos o a punto
          de abandonar España, si es que no lo habían hecho ya, con la premura
          que abandonan las ratas el barco que se incendia, manifestó lo
          siguiente: "A todo ese tinglado electorero y falseador de nuestra
          trágica realidad parece habérselo tragado la tierra. Todos huyen,
          todas las defensas se hunden presas de pánico, mientras vosotros
          estáis aquí, sin necesidad de convocatoria ni de otros apremios que
          el servicio de España. Cantando nuestros himnos, sin imprecaciones ni
          fanfarronadas, iremos dispuestos con alegría al sacrificio y al
          combate. Nosotros no retrocederemos, porque nuestros muertos se
          encargarán de impedir que en nuestras filas cunda el desaliento o la
          flaqueza."
          "El despido de estos magníficos camaradas que en octubre de
          1934 ocuparon su puesto de trabajo o siguieron en él a pesar de los
          tiros y de las amenazas del marxismo ensoberbecido, es una profunda
          lección que los elementos de la antipatria colocan ante nuestra vista
          para que no la olvidemos nunca. Así será el sentido de este
          aprendizaje: amargo por un lado, alentador y fecundo por el otro;
          desde hoy, para todos nosotros queda patente que la primera y mas
          urgente petición es la de readmisión de estos auténticos obreros
          represaliados, no por abandonar el trabajo, sino por haber estado en
          todo momento cumpliéndolo."
          José Antonio recordó a los obreros caídos: a Angel Montesinos, a
          García Vara, a Corpas, a Rivas, al "Manco" (1) y
          a otros asesinados la víspera en los derribos de la vieja plaza de
          toros. Aludió a la lucha por el pan y la justicia contra el marxismo
          y las derechas; al famoso asalto a los tajos que compartiera con
          ellos, a la actitud heroica del 7 de octubre, por la que ahora se
          veían despedidos.
          'No hay razón que apoye este caso típico de desquite, esta
          monstruosa represalia contra trabajadores,, sin más recurso que el
          jornal. La adversidad debe afinar nuestros sentimientos fraternales.
          Que nadie cierre los oídos al dolor o al sufrimiento de los
          camaradas. Que nadie posea para sí nada que no sea para todos los que
          lo necesiten.
          Conforme pase el tiempo –agregó por último– los días serán
          más difíciles. pero es igual. En nuestros puestos permaneceremos
          firmes hasta el último momento, orgullosos de sabernos cumplidores de
          una misión sublime y total, y persuadidos de que en el supremo
          instante podremos resumirla con un ¡arriba España!"
          Versión de Alfonso Gallego Cortés: "Diario de un
          falangista", cap. II; y Carlos Ruiz de la Fuente: "Relación
          oral". Madrid, 1956.
          ___________
          (1) "El Manco" se llamaba Ramón Faisán, ex
          legionario, manco en acción de guerra y cinco veces herido en
          campaña. A su lado cayó José Urra Goñi.