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  PALABRAS PRONUNCIADAS EN MADRID, EN EL CENTRO DE FALANGE, EN LA CALLE NICASIO GALLEGO, NUMERO 21 (ÚLTIMO LOCAL DE LA ORGANIZACIÓN), EL 20 DE FEBRERO DE 1936

Luego de hacer alusión a su recorrido por Madrid, refiriendo que los centros de los partidos políticos denominados "de orden", que en víspera de elecciones rebosaban de gente, se encontraban ahora desiertos y con sus dirigentes escondidos o a punto de abandonar España, si es que no lo habían hecho ya, con la premura que abandonan las ratas el barco que se incendia, manifestó lo siguiente: "A todo ese tinglado electorero y falseador de nuestra trágica realidad parece habérselo tragado la tierra. Todos huyen, todas las defensas se hunden presas de pánico, mientras vosotros estáis aquí, sin necesidad de convocatoria ni de otros apremios que el servicio de España. Cantando nuestros himnos, sin imprecaciones ni fanfarronadas, iremos dispuestos con alegría al sacrificio y al combate. Nosotros no retrocederemos, porque nuestros muertos se encargarán de impedir que en nuestras filas cunda el desaliento o la flaqueza."

"El despido de estos magníficos camaradas que en octubre de 1934 ocuparon su puesto de trabajo o siguieron en él a pesar de los tiros y de las amenazas del marxismo ensoberbecido, es una profunda lección que los elementos de la antipatria colocan ante nuestra vista para que no la olvidemos nunca. Así será el sentido de este aprendizaje: amargo por un lado, alentador y fecundo por el otro; desde hoy, para todos nosotros queda patente que la primera y mas urgente petición es la de readmisión de estos auténticos obreros represaliados, no por abandonar el trabajo, sino por haber estado en todo momento cumpliéndolo."

José Antonio recordó a los obreros caídos: a Angel Montesinos, a García Vara, a Corpas, a Rivas, al "Manco" (1) y a otros asesinados la víspera en los derribos de la vieja plaza de toros. Aludió a la lucha por el pan y la justicia contra el marxismo y las derechas; al famoso asalto a los tajos que compartiera con ellos, a la actitud heroica del 7 de octubre, por la que ahora se veían despedidos.

'No hay razón que apoye este caso típico de desquite, esta monstruosa represalia contra trabajadores,, sin más recurso que el jornal. La adversidad debe afinar nuestros sentimientos fraternales. Que nadie cierre los oídos al dolor o al sufrimiento de los camaradas. Que nadie posea para sí nada que no sea para todos los que lo necesiten.

Conforme pase el tiempo –agregó por último– los días serán más difíciles. pero es igual. En nuestros puestos permaneceremos firmes hasta el último momento, orgullosos de sabernos cumplidores de una misión sublime y total, y persuadidos de que en el supremo instante podremos resumirla con un ¡arriba España!"

Versión de Alfonso Gallego Cortés: "Diario de un falangista", cap. II; y Carlos Ruiz de la Fuente: "Relación oral". Madrid, 1956.

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(1)
"El Manco" se llamaba Ramón Faisán, ex legionario, manco en acción de guerra y cinco veces herido en campaña. A su lado cayó José Urra Goñi.


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