logo_jaoc.gif (5520 bytes)busqueda.gif (2428 bytes)indices.gif (2150 bytes)principal.gif (2310 bytes)

.
  RESUMEN DEL DISCURSO PRONUNCIADO EN LINARES (JAÉN), EN EL MITIN DE PROPAGANDA CELEBRADO SIMULTÁNEAMENTE EN LOS TEATROS OLIMPIA Y SAN ILDEFONSO, EL SÁBADO 1 DE FEBRERO DE 1936

Al levantarse a hablar José Antonio Primo de Rivera es acogido con una ovación inenarrable y vivas entusiastas. Hecho el silencio, principió diciendo que las elecciones actuales no son un problema, que lo que hace falta es que arriba haya aliento histórico para llevar a España por la senda tradicional de su grandeza y corregir en los de abajo la injusticia y la miseria, por las cuales la masa es cautiva de los embaucadores, de los explotadores de la miseria.

Añade que el capitalismo nos dejó sus grandes miserias y que unos cuantos detentan la riqueza, mientras capas sociales más modestas no disfrutan de ningún privilegio y hay quienes no tienen ni una cama para caerse muertos. Alude al triste espectáculo de los obreros parados en las plazas de los pueblos, esperando se alquilen sus brazos como en Abisinia se alquilan esclavos o camellos. Alude también al 14 de abril y a las esperanzas y alegrías que los españoles pusieron en el cambio de régimen, por creer que con ello vendría una España nueva con justicia y pan para todos, malográndose esa ocasión y aquella certidumbre en una España regenerada porque los políticos no están a la altura de esa labor constructiva. Habla del bienio de Azaña y del bienio de la C.E.D.A., inaugurado en 1933, y manifiesta que ni en aquella ni en esta ocasión se hizo nada para conjurar el grave problema del paro y la miseria en las clases trabajadoras, y solamente cuando estas Cortes últimas hallábanse agonizantes se destinan unos millones para obras de construcción en Madrid, mientras que en el resto de España continuaban los parados exhibiendo sus necesidades y sus miserias.

En relación con los Estatutos regionales, dice que Falange Española no va contra los Estatutos que enaltezcan la colectividad regional dentro de la unidad indestructible de la Patria, sino contra aquellos otros que tienden a desmembrar el territorio nacional. Considera torpeza inmensa, cálculo erróneo y de traición a España las contemporizaciones con los elementos separatistas, y manifiesta que al alzarse en 1934 contra España los elementos separatistas debió ser suspendido terminantemente aquel famoso Estatuto de Cataluña.

Refiérese a la indefensión de España en fronteras y costas, que haría inútil todo generoso heroísmo de nuestro Ejército en caso de conflicto internacional. Ataca a la enseñanza marxista y separatista, manifestando que la escuela española no debe ser refugio de extranjerismos ni laboratorio de extravagancias.

Alude al asunto del "straperlo" y al intento de atraco al tesoro colonial español, manifestando que las Cortes votaron contra su propia honorabilidad al depositar sus bolas blancas en una célebre sesión. Dice que otra vez se presenta el panorama electoral con sus fuerzas de izquierda, en que unidos los burgueses indeseables y marxistas dependientes de los rusos chocan contra las derechas, reunidas por el miedo, y que es demasiado serio el porvenir, el bienestar y la salvación de España para jugárselo todo en las próximas elecciones.

Afirma que Falange Española está dispuesta a luchar por la Patria, que es el orgullo alegre de vivir unidos los españoles en una comunidad de destino, y por la Justicia y el Pan, inseparables en la aspiración de una sindicalización vertical de productores para que los beneficios no vayan a manos de cuatro particulares sino al general de todos los ciudadanos. Muéstrase partidario de una profunda reforma crediticia y de otra no menos honda Reforma Agraria que organice el campo dentro de un Estado fuerte y único servidor de los grandes destinos de la Patria y elaborador de nuestras futuras y augustas grandezas.

Tras de escuchar una ovación imponente del público, el orador se traslad6 al teatro San Ildefonso, donde oportunamente se habían colocado altavoces para que el numerosísimo público en él congregado oyese los discursos y en el que José Antonio Primo de Rivera se limitó a unas breves frases de saludo y agradecimiento, coreadas por ovaciones y vivas entusiastas.

La Epoca, 3 de febrero de 1936.


Sugerencias, correcciones y aportaciones:
ocja@rumbos.net
busqueda.gif (2428 bytes)indices.gif (2150 bytes)principal.gif (2310 bytes)