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  DISCURSO PRONUNCIADO EN OVIEDO, EN EL MITIN CELEBRADO SIMULTÁNEAMENTE EN LOS TEATROS DEL PRINCIPADO Y SANTA CRUZ, EL MARTES 28 DE ENERO DE 1936

El jefe nacional dijo que las izquierdas esperan implantar la dictadura más fuerte hasta ahora conocida. El grupo revolucionario de este signo tiene su base más firme en el proletariado, cuyos ideales, a la larga, serán los que triunfarán, porque son los que tienen la fuerza. Se ha dicho que en las candidaturas revolucionarias de izquierda van más hombres republicanos que socialistas, pero éstos aprovecharán la oportunidad del triunfo en las elecciones para implantar una segunda Rusia, como se dice ya en Moscú.

Anunció que el frente ruso asiático estaba ya; ya se había cumplido la mitad de nuestra profecía. Frente a él iba a situarse, sin duda, la alianza de la generación actual española. "Esto esperábamos, y porque lo esperábamos estábamos dispuestos a mezclar el azul intacto de nuestras camisas en frentes electorales, en el toma y daca, en la busca y rebusca de los ficheros, centros e intervenciones, en todas estas cosas en que yo, después de haber sido candidato dos veces, no he logrado, gracias a Dios, aprender todavía. Y como estábamos dispuestos, lanzamos nuestras avanzadas para buscar el Frente Nacional. ¿Dónde estará este Frente Nacional que levante la fe para unirnos a todos en la ocasión solemne, para edificar una España alta, ambiciosa, poderosa, una, grande y libre? ¿Dónde estará este Frente Nacional? Corrimos a este Frente parar alistarnos bajo sus banderas, pero ¡mal íbamos a encontrarlo! ¿Sabéis lo que se nos dice? ¡Claro que lo sabéis, porque se os dice a todos! Se nos dice otra vez, como en 1933, que se nos hunde España. "¡Votad a España contra el peligro ruso, el separatismo, la masonería! ¡Contra esto y lo otro!", igual que en 1933; pero ni una sola consigna, ni una sola tarea, ni una sola esperanza, ni una gran palabra, ni un quehacer común; al rencor no se opone más que el miedo; se creen que no somos capaces de otra cosa más que de miedo. Se nos dice: "¡Echando papeletas en las urnas vamos a salvar a España, que se nos hunde, y a la religión cristiana, que se nos pierde!" Y tenemos razón para contestar: ¿pero es que por el mismo procedimiento de las papeletas no salvamos a España y a la civilización cristiana en 1933? (Grandes aplausos.)

En este bienio he asistido a espectáculos como éste. En Madrid se proyectó una película, "La Bandera", donde se ensalzaban las gestas de la Legión española que en Asturias habéis conocido. La Casa productora de esa película, que era francesa, consideró que a la cabeza de la película debía poner una dedicatoria ofreciendo la película a las glorias de la Legión. Pues bien, bajo este bienio melancólico se acordó que fuera cortado aquel trozo de cinta, porque no era prudente que a la Legión se la ensalzara en un cine de Madrid; era más propio que se abrieran las espitas para insultarla y escarnecería. (Muy bien. Gran ovación.)

De modo que ya no hay puestos en las candidaturas, ni siquiera aquí en Asturias, "¡que aquí en Asturias no hay puestos en la candidatura para nosotros!" En primer lugar, ¿para qué se nos dice esto? Nosotros no íbamos mendigando puestos de nadie, y además, en segundo lugar, ¿qué lenguaje es éste? ¿Cómo osan decir que en Asturias no hay puestos para nosotros, porque hay que cumplir con los compromisos de los viejos electoreros? ¿Qué no hay puestos para nosotros en la lucha electoral de Asturias? Ya lo hubo para nosotros; para ti, Panizo, y para ti, Yela, cuando andábais días y noches a tiros en la calle de Jovellanos, y para ti, Inenarity, y para ti, Suárez Pola, cuando bajo los fuegos llevasteis las órdenes desde el puerto hasta el "Libertad", y para ti, Santiago López, que defendiste a Pravia, y para Montes y Germán, cuando dieron sus vidas en Moreda; ¡entonces sí!, cuando otros se escondían de casa en casa huyendo de la quema, entonces sí, en aquellas candidaturas para la muerte, ¡camaradas!, os dejaron en blanco todos los puestos de la mayoría y de la minoría (Estruendosa ovación, que dura largo rato.)

Arriba, núm. 32, 13 de febrero de 1936.


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