"Algún día, cuando España vuelva a ser España, vendremos
          todos nuevamente ante esta tumba, no para hablar ni para llorar, sino
          con silencio, a escuchar lo que este camarada nos dice con su ejemplo.
          José Ruiz de la Hermosa dejó padres, dejó amigos, dejó quizá
          hondos afectos, pero José Ruiz de la Hermosa ya no es de sus padres,
          ni de sus amigos ni de sus afectos. Su ausencia le convierte en un
          símbolo de la España que anhelamos, y los símbolos que nacen de tan
          limpio ejemplo perduran sobre los tiempos" (1).
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          (1) Durante la presencia de José Antonio en Daimiel
          coincidieron Goya, Sarrión, Palau, Mateo y Rivera. No fue posible
          obtener autorización para celebrar un mitin. El sacrificio del primer
          mártir de la Falange impresionó vivamente a José Antonio. El
          fundador lo recordaría en innumerables ocasiones: "No olvidéis
          –recomendaba– a Ruiz de la Hermosa, el primero de nuestros
          Caídos. No había vestido la camisa azul, ni lanzado nuestros gritos,
          ni sospechado que íbamos a tener el 'Cara al Sol' para hacer más
          alegre nuestra muerte. Pero era un verdadero falangista. Vino, vio,
          creyó y murió. Tenía la manera de ser de los mejores." En
          aquella visita, José Antonio dejó establecida la Junta provincial de
          Ciudad Real, que encabezaba Vicente Galiana. Todos estos detalles
          constan en Historia de la Falange de Daimiel, escrita por el
          camarada Marcelino Sanromá en Alcor, núm. 3, de mayo–junio
          de 1956, quien nos ha proporcionado esta información.