En la tarde de ese día pronunció un breve discurso, en el que
          habló de la España chata, pobre y torva, a la que había que amar,
          empero, con afán de perfección.
          Buscaremos las raíces de la escueta autenticidad española.
          Necesitamos una nación y una justicia social. Hay que entregar a
          España –con amor y con dolor– para que la fecunde, la temple y la
          alegre.
          Uniremos la conciencia de eternidad y de modernidad para ser
          seriamente españoles.
          Los camaradas deben ser como hermanos; deben saber no sólo donde
          viven, sino que deben conocer hasta el color del pelo de sus novias.
          El estilo en la Falange es tan sustancial que, si se perdiese,
          nuestro Movimiento habría perdido su raíz (1).
          Wenceslao Piqueras: "José Antonio en Bilbao", en El
          Correo Español, El Pueblo Vasco, ediciones del 8 de octubre y 20
          de noviembre de 1938.
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          (1) 
Entre las personas que estuvieron a visitarlo durante su
          estancia en Bilbao, en la primavera del año 1934, figuraba una
          distinguida dama, que le dijo:
          – Es una lástima que ustedes no se declaren monárquicos, pues
          me gusta el espíritu de la Falange. Si lo hicieran me inscribiría en
          ella.
          A lo que contestó José Antonio:
          – Si volvieran Fernando e Isabel, en este mismo momento me
          declaraba monárquico.