"Cuando hace algunos años era yo alumno de la Universidad de
          Madrid, había un muchacho muy ardoroso que era enemigo declarado de
          la pena de muerte, la que decía era un crimen por serlo, no debía
          jamás llevarse a la práctica. Este joven, en su afán de atacar a
          esa pena, decía frecuentemente que los partidarios de ella debían
          ser fusilados." (Risas y aplausos.)
          Así ocurre con los liberales españoles, y así ocurre con esa
          prensa que se llama liberal; aman mucho la libertad, pero no quieren
          consentir que los elementos de la Unión Monárquica tengan libertad
          para hablar y para defenderse.
          "Yo os digo que tenemos un perfectísimo derecho a exponer
          nuestras ideas. Por eso tengo que dolerme del procedimiento que
          emplean los llamados liberales, que en cuanto salen de Madrid a
          exponer sus ideas otros señores que figuran en un campo completamente
          opuesto, ya están pidiendo que se les tape la boca."
          Habló del caciquismo en Galicia, y citó a los señores de horca y
          cuchillo que podían robar los votos y asesinar impunemente en los
          caminos en nombre de derechos cuya sola invocación en sus labios
          suena a escarnio.
          Dijo que en cuanto han salido de Madrid para propagar sus ideas el
          conde de Guadalhorce y Calvo Sotelo se han revuelto indignados los
          elementos liberales contra ellos. Por lo visto, para esos hombres, no
          se ha escrito ningún derecho, ni se ha ganado libertad alguna.
          "Los liberales sólo se acordaban de vosotros cuando llegaba
          la hora de solicitar el voto. Vosotros tuvisteis, en Gobiernos
          distintos, muchos ministros gallegos; pero puede afirmarse que sólo
          se acordaban de que eran hijos de Galicia cuando se aproximaban las
          elecciones."
          "Y no digo más. Solamente, que llevo de Galicia la mayor de
          mis gratitudes. Ella se quedará detrás de mí cuando pase estos
          contornos. Pero al igual que cuando vino a visitarla mi padre, aquí
          se queda una gran parte de lo más intenso y de lo más vivo de mi
          alma."
          La ovación que premió las palabras de José Antonio fue
          clamorosísima y y prolongada.
          Galicia, de Orense, 6 de septiembre de 1930.
          La Región, de Orense, 20 de noviembre de 1938.