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INTERRUPTORES

(El Parlamento visto de perfil)

Hay en el Parlamento diversas clases de interruptores. La ciencia debe registrar las siguientes, por lo menos:

a) El interruptor tímido. Este es un señor a quien se le ocurren muchas cosas muy buenas mientras hablan los demás. No suelen ser de estilo jocoso; antes bien, sus acotaciones al debate son graves y melancólicas. Pero no se decide a proferirlas en voz alta: se limita a obsequiar con ellas a los colegas más próximos. El interruptor de este tipo no deja rastro en el Diario de Sesiones. Su gloria se esfuma en los "rumores", en los "muy bien" y en la "aprobación". Cuando más, los taquígrafos le dedican este recuerdo: "Un señor diputado pronuncia frases que no se perciben."

b) El interruptor difuso. Lo que se le ocurre al interruptor difuso cuando oye hablar a otro diputado, no es nunca una frase marginal, breve, sino un discurso entero. Impaciente, no aguarda para colocarlo a que el otro termine, sino que se obstina en darle entrada en el debate por vía de interrupción. "Eso que dice su señoría –interrumpe– estaría muy bien si hace tres años no se hubiera aprobado una ley que..." El interruptor difuso no suele terminar sus intervenciones. Gritos de "¡Que se calle!" ahogan sus palabras. Entonces el interruptor difuso dedica el resto de lo que tenía pensado a los que se sientan a su alrededor; pero no con la moderación del tímido, sino con ira y ademanes descompuestos.

c) El interruptor retrospectivo. Habla, a lo mejor, un diputado radical. Cuando una voz le interrumpe: "¡Pero si su señoría fue presidente de la Unión Patriótica!" Quien lo dice es un diputado que sabe al dedillo las historias de todos los demás. No siempre sus alusiones son inteligibles para los inexpertos. Por ejemplo, cuando un interruptor retrospectivo dice: "Y de aquello de Cadalso de los Vidrios ¿no se acuerda ya su señoría?", sume a la mayor parte de la Cámara en la más profunda perplejidad. El Parlamento, felizmente cuenta con varios interruptores retrospectivos. A veces se enzarzan dos de ellos entre sí. "Pues ¿y aquellas pesetejas del Montepío?" "Pregúnteselo a las que encontró usted cuando se hizo cargo de la Diputación." "¡Pero hombre! Si usted era croupier y tuvieron que echarlo de Rosales." Los cuerpo a cuerpo entre dos interruptores retrospectivos son, como se ve, superlativamente edificantes, que diría el señor Recaséns Siches.

d) El interruptor persistente. Este se decide a interrumpir rara vez. Pero cuando lo hace no se da por contento si no repite y repite la interrupción. Por ejemplo, cuando habla un ex ministro, el interruptor persistente señala al banco azul con un dedo y exclama: "Eso se dice desde ahí." Si el orador no le hace caso, insiste: "Eso se dice desde ahí. Eso se dice desde ahí". Hasta que la presidencia impone orden o hasta que se desencadena un tumulto. En medio de éste, todavía, cuando ya gritan todos y no es posible oír a nadie, se ve al interruptor, frenético, lanzando gritos y con un dedo hacia el banco azul. Pero luego se calla y ya, en muchos días, edifica a todos con su silencio y su compostura.

(F.E., núm. 10, 12 de abril de 1934)


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