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Publica la Asociación Cultural "Rastro de la Historia".

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El Rastro de la Historia. NÚMERO DOCE

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La Falange española en Chile

-Francisco Blanco-

En Marzo de 1937 aparecía Miguel de Lojendio como Jefe de una Falange en Chile, surgida de manera espontánea y que se relacionaba con el Servicio de Intercambio y Propaganda de la Falange, pero que carecía de conexiones con el responsable de Exterior de la FE, Ximénez de Sandoval, lo que no resulta extraño por la reciente creación de este último Servicio. Los orígenes de la Falange chilena coincidían con el estallido del conflicto en España y su actividad se había encaminado al control de las sociedades españolas y a la fundación de Jefaturas locales de Falange. Miguel de Lojendio era el segundo Secretario de la Embajada española en Chile, tanto él como el Primer Secretario de la representación diplomática, renunciaron a sus puestos al estallar el conflicto en España y se pusieron a las órdenes de la Junta de Defensa Nacional. Miguel de Lojendio reivindicaba una antigüedad en la organización que se remontaba a Agosto del 36, en los días inmediatos a su renuncia como secretario de embajada y, además, informaba de ser el fundador de aquel núcleo falangista formando un reducido grupo al que se fueron uniendo más españoles de la colonia chilena. Fue a finales de Julio cuando ya se había establecido la representación oficiosa de la Junta rebelde en Chile. El apoyo político a la representación diplomática mediante un movimiento de respaldo será la idea que mueva a Lojendio quien en su momento dejaría claro este pensamiento llegando a afirmar que “estamos llamados a ser (se refiere a la formación falangista chilena) la verdadera esencia y fundamento de una auténtica política nacional y el brazo derecho de las representaciones diplomáticas”. No se percibió en este núcleo las tan conocidas fricciones entre Juntas recaudadoras nacionalistas, representaciones diplomáticas (oficiales u oficiosas) y agrupaciones falangistas. La labor recaudatoria para auxilio a la España rebelde, era asumida por una Junta Nacionalista a cuyo frente se encontraba el Encargado de Negocios del Gobierno Nacional, Joaquín Pérez de Rada, y que contaría con la colaboración total de la Falange chilena estando además representada por el Jefe provincial en la misma. 

Sin embargo, aunque Lojendio acreditaba su fiel pertenencia "ab initio", en Febrero del 37 recibía, como otros muchos españoles, el ofrecimiento de Intercambio y Propaganda para hacerse con la Delegación de Prensa y Propaganda falangista en aquella zona, lo que indica que o bien su integración en la organización falangista presentaba lapsus o bien que la conexión interna de la Falange era bastante imperfecta. Quizás ambas cosas a la vez. Abona la última suposición el que en Enero, Lojendio había enviado una carta a Manuel Hedilla, posiblemente el primero de los contactos que estableció con la Falange de España, en donde le comunicaba haber fundado la organización en Agosto y contar ya con mil afiliados entre ellos "lo mejor de la juventud española" residente en aquel país. Las labores de propaganda y apoyo se encontraban, además, con la existencia de un periódico La Voz de España y con emisiones de radio en Santiago de Chile y en Valparaíso (“La hora de España”). El 2 de Mayo de 1937 cuatro mil personas adictas al bando nacionalista celebraban un “Plato único” tras una misa de campaña y el Decreto de Unificación que en España tuvo sus amargas repercusiones con el momentáneo fraccionamiento de la Falange y las condenas a Manuel Hedilla y a otros falangistas no tuvieron respuesta negativa en el núcleo chileno sino todo lo contrario, la transformación de FE en FET era definida como decreto unánime y entusiastamente aceptado por la Falange de Chile”.

Durante 1937 el proceso aglutinador de aquella Falange fue en aumento. La "fervorosa adhesión" enviada por Lojendio a Franco cuando procedió a la Unificación, era premonitoria de la unidad sin apenas fisuras de la que iba a gozar la FET de Chile. La Junta Nacionalista creada para apoyo a la causa rebelde y formada por doce miembros, once de los cuales eran falangistas, decidió su incorporación a la Falange en el mes de Mayo, quedando ésta como la única organización nacionalista en Chile. El número de sus efectivos llegaba a finales de ese año a más dos mil miembros, agrupados en formaciones paramilitares de escuadras y centurias, tal y como comprobaba en su visita inspectora Augusto Atalaya. De criptofalangismo nada, la demostración de adhesión a la FET y de las JONS quedaba públicamente expresada el 31 de Octubre con un desfile de dos mil quinientos falangistas en Santiago de Chile, según informaba el Jefe provincial.

Aun con la existencia de tamaña infraestructura el funcionamiento operativo no llegaría hasta principios del año siguiente, en donde el viaje de la Misión del Estado integraba por Eugenio Montes y Juan-Pablo Lojendio -hermano del jefe falangista chileno-, consiguió dotarla de impulso para la actividad. Contribuyó a ello la creación que en Buenos Aires se hizo de una oficina de Prensa y Propaganda para toda América del Sur y que surtía de material informativo a Chile, supliendo las carencias de material de propaganda que habían condicionado hasta entonces la actividad falangista.

  Eduardo Frei Montalva, muchos años después de la fundación de la Falange Nacional

A principios de 1938 la Falange chilena disponía de tres jefaturas en los denominados Sector centro, Sector Norte y Sector Sur con siete jefaturas locales el primero, cinco el segundo, coordinados desde Valparaíso y siete el tercero, coordinado desde Concepción. Las localidades a donde llegaban las extensiones falangistas eran Santiago de Chile Melipilla, Rancagua, Rengo, San Fernando, Curico, Talca, Parral, Valparaíso, San Antonio, Los Andes, Coquimbo, Concepción, Chillán, Osorno, puerto Montt, Los Ángeles, Temuco y Valdivia. Grupos todos ellos creados en viajes que Miguel de Lojendio (al que gustaba titularse como “Jefe Territorial”) realizó por Chile. La militancia llegaría a los cuatro mil ciento veintidós personas distribuidas en secciones masculina, femenina y flechas. La formación de niños en el espíritu de la nueva España quedaba justificada por el jefe chileno de manera contundente: “El moldear desde la primera infancia el espíritu de los niños en un alto sentido de entera subordinación a los irremisibles intereses de una Patria que desde niños la sienten es evidentemente tener la seguridad de que el día de mañana los niños de hoy serán el mejor y más orgulloso portavoz de la realidad Nacional”. Para la creación de este agrupamiento de flechas fue decisiva la cooperación de las Órdenes religiosas españoles afincadas en Chile. Además los afiliados estaban distribuidos en una militancia en Primera y Segunda línea, correspondiendo a la Milicia la denominada Primera Línea y que seguro no era del agrado del Delegado Nacional Del Castaño, contrario a formaciones de este tipo fuera de España por los problemas que podían plantearse con los poderes de aquellas naciones y que servirían de pretexto para dificulta el desarrollo de otros servicios de la organización. Atrevido en algunas parcelas, quizás en exceso, pero para incauto y sabedor de que el régimen político chileno era democrático, liberal y parlamentario y de que no era conveniente el forzar excesivamente el funcionamiento de nuestra organización, así como tampoco lo era la estrecha relación con entidades nacionales chilenas que mostraban algunas analogías políticas como ocurría con la Falange Nacional de la juventud conservadora para evitar que se interpretara como una intromisión en la política interna Buen sabedor también de que las circunstancias eran favorables al medro en el interior de la organización y particularmente en el área americana se mostraba precavido . campo propicio al desarrollo de las actividades de gentes sin escrúpulos en su mayor parte aventureros que en un momento determinado llevan a las instituciones al desprestigio pro mala fe en la administración de los fondos”.

 Además la FET chilena mantenía relaciones muy estrechas con las jefaturas locales de la Falange de Bolivia quienes aceptaban la dirección de Lojendio. En Febrero del 38 se tienen noticias de unos Comandos de la Falange de Bolivia. Setenta en La Paz, treinta y dos en Oruro, y veintiséis en Cochabamba, siendo sus jefes José Luis Aranguren, Segundo Tejero y Senén Segura.

 La primitiva idea de José del Castaño de fusionar ciertas sociedades benéficas existentes (Sociedades Españolas de Beneficencia, Sociedad Benéfica de Logroño, Hogar infantil) en el Auxilio Social, expuesta a principios del 38, cambiaba unos meses más tarde cuando se pensaba en la creación de una Hermandad Exterior como servicio asistencial a los españoles. La nueva idea, justificada por la dificultad de trasplantar la institución española de asistencia a otros países, se amparaba como ya se ha dicho en otros informes de esta revista en razones de seguridad. Se trataba en realidad de encontrar fórmulas que fueran capaces de cumplir con los cometidos de control de los españoles residentes al tiempo que adaptarse a la vigente legalidad. 

Aquella necesidad de acatar la ley y no cometer torpezas temerarias era una de las luchas más frecuentes que sostenía del Castaño con algunos jefes falangistas. A pesar de las disposiciones en contra emitidas desde la Delegación Nacional, Miguel de Lojendio era de los que perseveraban en el mantenimiento de las milicias, con el pretexto de ser una forma atractiva de encuadramiento de la juventud. 

La coincidencia entre Estado y Partido (más aun en esta formación que además no tenía competencia política con otras fuerzas del bando nacional) hacía que los esfuerzos en materia de propaganda llegaran a confundirse y que la rectoría del Estado y de la FET la desempeñara la misma persona. En la primavera del 38 el representante de la Delegación de Prensa y Propaganda del Estado era Samuel Ros, de acrisolada militancia en el falangismo, excelente literato y que llegó a Chile con la evacuación de refugiados de la Embajada chilena en Madrid y como representante del Partido ejercía Aníbal Sampedro. El primero, poco después asumiría los dos cargos. Aquella fusión Partido-Estado no agradaba al Delegado nacional quien se manifestaba en contra en un comunicado al Jefe Provincial a finales de año.

 El deslinde de competencias llegaría también a la Jefatura Provincial y a la Representación del Estado con el cese Lojendio de este último cometido y pasando a sustituirle Tomás Suñer (calificado, eso sí, por del Castaño de "camarada entusiasta"). 

En Marzo de 1938 había aparecido la publicación Azul, que venía a suplir intentos anteriores que "dejaban mucho que desear por su deficiente presentación y contenido poco acertado", y de la que se esperaba una buena labor de propaganda, pero en el otoño del 38 se barruntaban nubarrones en la actividad falangista. Lojendio auguraba malos tiempos para la Falange por el triunfo electoral de la izquierda chilena, que ya con anterioridad había dirigido sus ataques a las actividades falangistas. Temor que volvía a repetir en Febrero del 39 al expresar las dificultades de propaganda de las doctrinas totalitarias, entre las que él mismo incluía a la Falange. Sin embargo, al mes siguiente, Arturo Zapatero sustituía a Lojendio al frente de la Falange chilena. Sustitución pedida por el jefe falangista argumentado el próximo reconocimiento de gobierno de Franco por el chileno y dada su condición de Secretario de Embajada.

El nuevo responsable simultaneaba el cargo falangista con el de Presidente del Círculo de Acción Española. Considerados estos como "buenos españoles pero incapaces", los nuevos directivos de la Falange atravesaron una etapa de dificultades entre España y Chile hasta Octubre de 1940 donde, bajo los auspicios de Brasil, se reanudaron nuevamente las relaciones diplomáticas. Zapatero continuaba de Jefe y la presencia española, más de Estado que de partido, se centraba en la embajada española. Desde allí se defendía al estado franquista y a la cubierta ideológica presente en aquel momento en España. El embajador Juan Ignacio. Luca de Tena argumentaba razones de defensa al cursar al Ministro Español de Exteriores, en Enero del 41, un oficio en donde solicitaba la utilización de fondos reservados para reivindicar al Nuevo Estado porque "siempre hay un campo para ejercitar discretamente una atracción y una labor neutralizadora de otras atracciones". 

Este documento que fue a parar a la Delegación del Servicio Exterior y sobre el que no consta se diera respuesta alguna, ponía en evidencia cuestiones de importancia. Quedaba patente la inevitable conexión que Estado - Partido seguían teniendo en temas de propaganda exterior por aquellas fechas, a lo que sin duda no era ajeno el gran poder de Serrano Súñer ni la creación de la Vicesecretaría de Educación Popular dependiente de la Secretaría General del Movimiento aunque sobre labor de este último organismo y su responsable máximo habría que dedicar espacio suficiente que queda fuera de los propósitos de este artículo, simplemente señalar que frente a la labor creadora, discutible en cuanto a su acierto, de los impulsores de la neofalange, la VEP reaccionaria, controladora y censuradora se alejaba del impulso creador. 

No sólo operaron en Chile aquellas organizaciones falangistas sucursales de la Falange de España, sino que también, alentada por los contactos con ésta, se suscitó una organización propiamente chilena que encontró inicialmente su inspiración en el movimiento que fundara José-Antonio Primo de Rivera y que, mudada de piel por completo, ha subsistido hasta hoy. Esta organización, la Falange Nacional Chilena, está en el origen de la actual Democracia Cristiana, como en fecha bien reciente, el pasado 14 de julio, ha reconocido al diario chileno “El Mercurio” Gabriel Valdés Subercaseaux, senador por Valdivia y canciller que fue del presidente Frei Montalva. 

El senador Valdés, militante en la Falange Nacional desde su juventud, recordaba en aquella entrevista cómo había llegado a esta formación muy tempranamente, en 1934, por mediación de su madre, y con la voluntad de plasmar en la actividad política sus convicciones católicas.

Aunque su primer contacto con Frei Montalva tuvo lugar en la Italia de Mussolini, niega Valdés haber recibido influencias del fascismo y sí, por el contrario, de José-Antonio Primo de Rivera y de su Falange Española. 

El nombre de la Falange Nacional, -confesaba Valdés en la entrevista- viene de ahí y de Primo de Rivera, cuyos libros todos leímos, y yo mismo me entusiasmé porque era un orador extraordinario, un gran escritor, un joven muy brillante y que emocionó mucho a la juventud de la época y que murió trágicamente. Entonces la camisa azul que usábamos en la Falange venía de allá, Nos emocionaba el canto "Cara al Sol". Muy lindo. Después, ciertos signos. Era el momento de las juventudes encasilladas: la juventud comunista, la socialista. Y después llegó aquí la juventud nacionalsocialista. Entonces nosotros nos batíamos por esta concepción de un poco más allá que la izquierda y la derecha, que era el lema de José Antonio Primo de Rivera.