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Publica la Asociación Cultural "Rastro de la Historia".

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El Rastro de la Historia. NÚMERO ONCE

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El señor Francisco, el chulo de Brunete.

Un espejo de la Castilla rural y el tiempo de la guerra.


RECUERDOS

Esta segunda entrega de Recuerdos, con base en la historia oral, narra una parte de la biografía de Francisco Moral González, "Paco el tasca" y "el chulo de Brunete". Para su transcripción se ha utilizado una grabación efectuada por el protagonista que se interrumpe bruscamente cuando su traslado de domicilio a Ávila. Lo que figura a continuación es la transcripción de recuerdos escritos que dejó en unos cartoncillos y que sintetiza, aunque desgraciadamente con enorme brevedad, una parte posterior a la narración oral.  

Vida rural a principios del siglo XX con el imprescindible trabajo de los hijos para poder sobrevivir en tierras ásperas de la sierra de Segovia, con un entorno natural que ayudaba en algo a paliar las duras condiciones de vida. Búsqueda de una edad dorada en un pasado imaginado que compensara, mentalmente, la estrechez del presente. La estructura familiar y los lazos de una sociedad endogámica se ponen también de manifiesto en la narración. La búsqueda de nuevos horizontes aunque fueran exclusivamente los de supervivencia llevaba a una emigración más o menos lejana para buscar el trabajo fuera de casa en condiciones propias de una sociedad medieval, por las condiciones de los empleados, de los criados.

Y además del fantasma de las necesidades vuelve a aparecer el de la guerra de África que dejó cumplidamente marcadas a las familias españolas

El texto recoge la tradicional competencia entre pueblos vecinos, peleas y gamberradas y nos sorprende también por la ferocidad empleada con los animales, una costumbre arraigada en la conducta española (recordamos La Familia de Pascual Duarte) y que, desgraciadamente, hoy continúa aunque los niveles culturales se hayan desarrollado de manera considerable. Pero ¿de qué extrañarnos si quedaba aún la muestra de ferocidad de la guerra civil? Combatiente de Brunete y orgulloso de haber luchado con el Ejército nacional aunque lo fuera por simple adscripción geográfica -le cogió la guerra en Salamanca- nunca distinguió entre vencedores y vencidos y se consideraba amigo de cualquiera (de los de la reconciliación por la acción). Su "botín de guerra" por pertenecer al bando victorioso se resumió en la medalla de Sufrimiento por la Patria con una prestación económica de alrededor de trece pesetas mensuales en los años setenta.


Nací el 8 de mayo de 1909 hijo de Florencio y Juana, labradores humildes, un matrimonio con muchos problemas económicos. Lo poco que había allí era todo de alquiler y cuando había que hacer la recolección apenas si se sacaba para poder pagar la renta. La casa era de mis abuelos y vivíamos en el Rancho y cuando nací yo había una cuadra que era la cuadra del ganado y yo nací en el oratorio, habitación que había servido a mis antepasados de iglesia, y entonces al nacer yo mi padre cogió el ombligo y lo tiró a una viga de la cuadra, igual que si fuera… era una cosa que se hacía cuando nacía un ternero o un choto que el ombligo lo tiraban arriba, en el pajar. Mis abuelos habían sido antiguamente, los antecesores de mis abuelos habían sido unos personajes ricos que descendían de algún título o alguna cosa. Lo digo porque nos han ofrecido hasta un título, estando ya en Salamanca, aunque de mi infancia yo no recuerdo eso. Ha sido posterior. Un título de grandeza de España porque tenían un rancho grandísimo, 21 ó 22 mil metros cuadrados, tenían esquileo, tenían para ganado vacuno, ganado lanar, porcino.

El título no lo quiso mi hermano Luciano porque se lo ofrecieron en Salamanca y costaba treinta o treinta y cinco mil pesetas y los que lo ofrecían era una agencia o no se qué de San Sebastián como que tenían motivos o cosas, que tenían grandeza de España y tenían datos de que nos pertenecían. Entonces, Luciano como nosotros no teníamos allí nada más que una casa muy pequeña y la propiedad era de los Piñera, de estos grandes terratenientes, pues nosotros ya empezamos a marcharnos del pueblo, pero antes de marcharnos del pueblo mi vida fue ir dos años o tres años todo lo más al colegio, a los cinco o seis años Había maestro y maestra y estaba hospedado en casa de mis abuelos. Mis abuelos vivían en lo que hoy es la casa del panadero donde vive ahora Tobías, en la plaza de los Espejos. La escuela estaba donde está caído…, en el mismo juego de pelota, al lado de la Iglesia, que era el Ayuntamiento, conforme se bajaba a la Iglesia, se bajaba para abajo, antes de entrar a la Iglesia está el Ayuntamiento y a la Escuela se entraba por donde se entra hoy al bar de Vallejo, un poco más a la izquierda, Luego eso lo han arreglado bastante.

Mi madre era de Ortigosa, se llamaba Juana González Cabrero y mi padre Florencio Moral Casas, pero como éramos tantos hermanos los dos primeros murieron pequeños, se llamaban Mariano y Andrés. Ya luego vino Florentino, después Fernando -al que mataron en África-, después Luciano, luego Asunción, después Rufino, luego Francisco, que soy yo, y Petra, total nueve. Pero la vida nuestra fue muy…no pordiosera pero con mucha necesidad y nosotros pues tuvimos que empezar a ser los pastores y obreros de todo el pueblo aquel y mi padre a manera que íbamos creciendo pues no quería que …

El padre de mi padre se llamaba Carlos Moral, era agricultor y había sido agricultor muy fuerte, pero se había deshecho de las cosas, pues yo no sé porqué, si es que tenían algún vicio de juego o alguna cosa porque llegaron a vender terrenos pero que ya eso venían de los padres de ellos, esa decadencia. Los más ricos eran Carlos y la Bonifacia también era muy rica también, claro. Bonifacia Casas, tenía su hermanos que era médico en Turégano, Nicasio Casas. Fue de médico allí, y entonces el tío Nicasio vendió la casa a mi padre, la casa de la plaza de los Espejos y luego ya la cosa nuestra.

La familia de mi madre eran todos de Ortigosa, también eran nueve u ocho hermanos. Nunca oí a mis padres que antepasados suyos procedieran de otros sitios. Eran todos de allí. Mi madre nació en Ortigosa del Monte y mi padre en La Losa y mi abuela Bonifacia también.

En Ortigosa yo ya había estado de pastor en casa del tío Hilario," Los Leones", de estos que llaman "Boyanzas" que están ahora en las Navillas y a mi me pasó un gran caso allí porque era muy pequeñito, muy bajo y se reían de mi porque era bajo y yo llegué a creer que el no crecer era por los tirantes, porque tenía tirantes y un día ya me enfadé con mi madre, porque entonces no decíamos mamá: -"Madre yo no vuelvo más a Ortigosa, no vuelvo más porque se ríen de mí los chicos" y esto y lo otro " y es por los tirantes". Y me dijo mi madre:-" Pero, hombre, no digas bobadas, el tío Hilario es el hombre más alto de la provincia de Segovia y mañana cuando te mande para ir al Berrocal con las cabras te esperas a que le entren ganas de hacer de vientre porque ese señor cuando tú te marchas hace de vientre en la misma cuadra -como todo el mundo, claro- y te fijas en los tirantes: "-Hala muchacho márchate ya para allá" me decía el tío Hilario y yo haciendo tiempo por allí hasta que se quitó unos tirantes que parecían de metro y medio cada tirante. Entonces ya al día siguiente cuando yo volví a casa dije a mi madre que he visto los tirantes al tío ese y ese no es el motivo de que no crezca.

Luego ya, cuando pasó un poco tiempo, me salí de allí, me hicieron "rey" en el pueblo, el título de rey se da a todo el señor que guarda los marranos del pueblo. Hay que salir con un cuerno tocando allí, a los povos, y entonces todo el vecindario saca su cabra o su marranito y se lo lleva al campo. Había que ir, pues, preparado con unas albarcas de estas de piel de los chotos, envueltas en arpilleras, había que mojar las albarcas antes porque estaban muy duras, estaban cuésquedas. Porque la piel de los chotos se pone cuésqueda y antes se clavaba en los pies y había que lavarlo bien y de sol a sol te daban dos reales por cada marrano, cuantos más marranos había más ganabas. Nunca pasó de sesenta marranos en el pueblo. Había muchos marranos, pero eran más marranos los que tenían los marranos, porque a lo mejor alguna vez cuando llovía, porque es un ganado que se administra muy mal, en cuanto llueve se quieren marchar, hubo algunas personas que cuando fui a cobrar, se me habían escapado alguna vez algún marrano y me quitaban diez céntimos del sueldo de un mes. Si había un marrano que se me había escapado en vez de darme dos reales me daban cuarenta céntimos.

Me salí de marranero y me fui a guardar vacas en casa del tío Juan Moral, el padre de Feliciano y entonces allí guardaba las vacas. Había una hija que se llamaba Pepa que era la abuela de Félix y era muy buena, muy buena. Aquella casa…eran ricos sí, tenían muchas tierras, tenían buenas vacas y ya comían de otra manera, bueno comían casi como los demás. Yo comía en la casa del tío Juan y esta Pepa… pues yo la veía como compadeciéndose un poco. Creo que los mejores torreznos que hacían allí me los daba a mí, bueno a sus hermanos lo mismo.. O sea que yo me iba con unos torreznos y pan reciente a pasar todo el día en el campo.

Me salí de casa del tío Juan y me fui a casa de la tía Ursula, la madre de Pedro Dueñas, la abuela de Pepe, el padre de Félix, tenían vacas que eran bravísimas. Una anécdota que puedo recordar perfectamente fue que parió una vaca que se llamaba "Jabonera", era bravísima, y a mi me cogió casi de noche cuando parió la vaca en el Cerro de la Revilla o sea arriba del todo y yo no sé si es que entonces teníamos esa esclavitud o esa forma de ser que yo no me atrevía a marchar al pueblo sin el ganado y la vaca según yo salía de un cuchitril. de un escondite de dos piedras que la vaca no podía entrar allí, la vaca me salía e iba a por mi, yo me metía otra vez. Pero yo no me atrevía porque como había lobos allí, en esa sierra había bastantes lobos, para que no comieran al ternero y entonces me vio desde los Trampales, me vio este Feliciano, el hijo del tío Juan que es pariente nuestro también, y entonces este señor que estaba en los Trampales, empezó a dar voces, pero iba a salir y la vaca iba a por mi. Y él ya cuando vio que no le hice caso, cogió el caballo y me montó en las nalgas y dijo:-" A la vaca que le den por saco y a los chotos. La vaca si baja el lobo ya defenderá a su ternero". Y entonces yo me bajé con el otro ganado y no pasó nada.

Mi hermano Rufino también era cabrero, en las revueltas de San Antolín había otro chico allí y estaban las comidas un poco escasas. Llevábamos poco pan y entonces estos hiceron un… bueno es que parió una cabra dos chivines o dos cabritas y asaron una.

La picaresca era normal como yo cuando jugaba a la gurria. Con Laureano Alvear, con un hermano de Lucio, pues nos pasaba que iba un lechero que se llamaba el tío Román y nosotros siempre cogíamos algún conejo porque había conejos y los cogíamos en la zarza, o sea dando con una vara y todos los días le sacábamos un conejo o dos al tío Román el lechero y nos daba treinta céntimos por un conejo, seis perras gordas, pero un día no acudió y entonces encendimos unos tomillos, le quitamos la piel y le calentamos sin más grasa ni más nada, un conejo churruscado …y la cabeza y las patas.

Gregorio Mantecas, era otro chico, hermano de Joaquín, que ahora ya ha muerto y era el mayor. Entonces era un chaval igual que yo y este muchacho llevaba mejor merienda que yo. Jugábamos a la gurria, la gurria era que teníamos la garrota de dar al ganado y…hacíamos un hoyo, parecido a lo que llama hoy el golf y yo cogía, cuando estábamos en el cerro de la Revilla, y me tocaba tirar, en vez de tirarlo para el sitio este lo tiraba todo cuesta abajo y tenía que ir el otro bastante para abajo y cuando llegaba el otro le había cambiado la merienda, le había cogido un torrezno de los suyos para matar el hambre.

Y otra cosa de las que hice, que la recuerdo, fue a mi tío Baltasar, al padre de el Chino, el abuelo de Sancho Gracia, que se llamaba Baltasar Sancho Moral, este señor tenía en el corral de las Víboras, subiendo a la Mujer Muerta a mano izquierda, pues tenían un huerto de patatas, pues allí había un corral que cuando les entraba la mosca, estando de vaquero las teníamos que cerrar allí porque si no se iban a la vía, las picaba la mosca y no había quién las sujetara. Pues en ese corral mientras estaban encerradas yo me iba al huerto, como había matas de patatas secas o zarzas metía la garrota y sacaba tres o cuatro patatas y las asaba, me las comía una vez que estaban asadas o calientes por lo menos. Y, claro, lo descubrió mi tío Baltasar y entonces me dijo: -" Pero oyes, granujilla, ya me he enterado quién es el que saca las patatas esas"·.-" Sí, pero es para asarlas yo no me las traigo a mi casa" le respondí y así quedó la cosa.

Con Ortigosa es un pueblo que ha habido rivalidad siempre, se pegaban los chicos, precisamente mi padre que como se echó la novia en Ortigosa. Se habla de que mi padre era un poco juerguista y era de los mozos valientes y majos. Cuando iba allí, pues aquellas cosas de los pueblos, cuando iba allí al baile, armaba sus follones, había una reyerta, una rivalidad. Que existe algo todavía. Que no son muy amigos. Como mi madre era de Ortigosa y yo era de los chicos también, que decían me parecía a mi padre, era un poco revolucionario, pues cuando estaban en la Doctrina o el Rosario, yo iba a la puerta de la Iglesia y decía "Ortigosa la piojosa señal de cuatro vecinos el cura guarda las vacas y el sacristán los gorrinos". Y entonces salían todos los chicos de la iglesia, salían corriendo y ya cuando llegamos a Peña la Estrella había 8 ó 9 chicos de La Losa esperando a que yo llegara porque venían corriendo detrás de mí para pegarme y una vez, pues ya Gregorio, Gregorio Mantecas y Bienvenido, y otros cuantos tenían una navaja de esas gallegas, pero que no tenía muelle, o hierro y la navaja bailaba y salió uno que era muy grande de Ortigosa, el hijo del tío Canuto, me parece que se llamaba Damián y ese venía ya acercándose a mí y salió Bienvenido con la navaja y el otro al ver que salía Bienvenido desde detrás de una cerca con la navaja salió corriendo hasta Navaluenga, allá, casi hasta la Caseta de la Mora.

Y luego ya con la huerta de mi abuelo, con Vicente que era ya mayor. Era uno de estos, El y Mariano, el padre de Juan Manuel, que eran muy terribles, armaban fiestas e iban a todas las fiestas. En fin que la huerta de mi abuelo estaba llena de ciruelas y de uvas. Y los mozos de Ortigosa como estaba la huerta al paso, cuando venían a La Losa de fiesta, al irse al pueblo querían llevarse todas las uvas y las ciruelas, lo típico. Y entonces alguien le avisó a Vicente y a Mariano y cogió Vicente (como eran tan bruto y tenía tanta fuerza) cogió un carro y le atravesó en el puente del río Madrones y entonces en la bajada donde está la vaquería de Feliciano, tenían una pared alta, grande y la cerca de mi abuelo siempre ha tenido puerta de entrada de madera y cerradura. Ellos, que tenían preparado ya el carro allí, el Mariano ya se fue con una estaca por debajo, por donde tenían que ir cayendo …porque ellos se tiraron camino de Ortigosa, cuando vieron a Vicente y a otro (que creo que era mi hermano Fernando, al que mataron en Melilla) y entonces éstos salieron corriendo y al llegar allí se encontraron con el puente cerrado y allí les pegaron una palia de miedo y les quitaron las ciruelas y les quitaron lo que habían cogido. Eran faenas de las que se hacían en el pueblo, como la del tío Juan el caminero, pobre hombre. Llega la tía Vicenta, que se llamaba Vicenta, la del caminero, y dice: -"Juana, ¿está ahí Francisquillo? es para que me vaya a por vinagre". Era el día de la fiesta y tenía sandías y tenía eso, lo que es una fiesta del pueblo en aquellas fechas y me mandó a por vinagre y estaban en los povos Mariano y Vicente.-" ¿Y dónde vas?" -"Voy a casa Marianete", Marianete era un primo igual que Feliciano de la misma categoría, pero era el tabernero. "Voy a por vinagre". Y dice Vicente:-" Pero ¿a por vinagre para quién?" -"Para la tía Vicenta la del caminero". -"Pero si el vinagre se hace muy bien" y estaba también allí el tío Mariano que vendía sardinas y caramelos y entonces les di a ellos los veinte céntimos. o los diez céntimos que me habían dado para vinagre y compramos caramelos. Y yo cogí arena de la poza y me meé en la botella y subí el vinagre, vamos el vinagre supuesto, y la tía Vicenta le preparó la ensalada al tío Juan y venga:- "¡Coño!, Vicenta, este vinagre sabe muy mal, esta ensalada no tiene vinagre". -"Pero hombre cómo no va a saber a vinagre si lo acaban de traer de casa Mariano. Mira, ha ido Francisquillo, le ha dado un cacho chorizo y una raja de sandía" Y ,claro, probó y era meado y ya dijo entonces el tío caminero:-" Pero si esto es orín completamente". Y entonces fue la tía Vicenta a mi casa: -"¡Juana, Juana!, está ahí Francisquillo. -"No si ha ido a por vinagre".-" Le he dado un cacho de chorizo y pan y una raja de sandía".-" Pues se habrá ido otra vez a los povos".-" Es que lo que llevado es meado". Y entonces mi padre que estaba allí dijo:- "Pero ¡qué dice esa mujer¡" y fue a buscarme, me cogió de la oreja" -¿Dónde has comprado el vinagre?" -"Al tío Marianete". Entonces, sin soltarme me llevó a casa del tío Marianete, que tenía el negocio donde está hoy lo que ha comprado Amador, donde vivía el hijo de Paneras y entonces mi padre no me soltó ya de la oreja, me llevó allí. No estaba ya Marianete y cuando preguntó mi padre allí, no estaba Marianete: -"Paula has dado tú vinagre" -"No, no" y vi campo para hacerme fuerte porque no estaba allí Marianete y claro, al poco llegó Marianete y dijo: "-No lo he despachado, ni he dado, ni he visto al chaval". Entonces ya le dije que había dado las perras a Vicente y a Mariano y me han dado dos caramelos y ellos me han dicho que se hacía de meado y arena y he meado y lo he echado en la botella. Y me dio un cachete, bueno como cuando cambió una yegua que teníamos tuerta y le gustaba mucho a mi padre tener una burra para llevarla al contrario, para que la cogieran los caballos en Madrona, que era la parada y la feria en Turégano. Y a mi padre le gustaba mucho ir a vender el macho a Turégano y a pasar el día con el tío Gregorio y con el tío Ángel, el padre de Domingo, con el padre de Mariano Miguel, con tres o cuatro que eran todos de la misma…,porque algunas veces bajaban hasta Segovia y se pegaban hasta con los serenos y, claro, se cogían la torta y tardaban dos días de volver a casa. Y claro, llegó al mercado de San Juan, que era una feria buena que se hace en Segovia, de ganado lanar y ganado de todo y caballar y a mi padre le cogió un gitano, una yegua que era preciosa, que era colorada, tuerta, alta y le enseñaron una burra blanca hermosísima que era la alegría del mercado: pero cuando llegamos a Riofrío con la burra, empezó a andar para atrás. No sé que le habrían echado. Le habrían echado guindilla en el culo o lo que los gitanos hagan con la esa. Y les costó un trabajo grande llevarla al pueblo, la sacamos y empezó a andar para atrás y hasta que no encontraba una pared en que apoyarse y empezaron a cantar: "la burra del tío Florencio, la burra del tío Florencio". Y yo un día, que sabía que venían los criberos, la saque a Las Molinas, camino de la estación, cogí un hacha y la corté el pescuezo y los criberos, que eran como quinquilleros pero que hacían las cribas, me dieron nueve pesetas por la piel y yo llegué a mi casa y se lo di a mi madre -"¿Y qué es esto?" - "De la burra que la he matado y he vendido la piel", y claro eso a mi padre le pareció mal y me castigó. Yo es ya me cansaba de oír: "la burra del tío Florencio, la burra del tío Florencio". Arrimada la burra en las zarzas allí, en la calle del Plantío donde están ahora las casas que ha hecho Rodrigo. Y los chicos como salían a los pobos, que los pobos eran una plaza, no estaba allí el Ayuntamiento. Allí había cinco o seis árboles, los pobos. Siempre los pobos, una plaza.

Las tierras que teníamos eran arrendadas y de los Piñeras que eran de Segovia y tenían mucha propiedad en Escobar Tenían mucha propiedad en Madrona y tenían todas las tierras coteadas, con un coto de madera que tenía su "P". En La Losa pues era el termino municipal casi todo de ellos. Luego esto lo vendieron cuando vino la República y casi todos lo que se quedaron con ello los que lo tenían alquilado. Por unos precios muy bien comprados De eso es la propiedad que tienen unos …algunos eran ricos como los abuelos de Feliciano que tenían muchas tierras. También tenían mucho alquilado, la Cerca grande era de los Piñera, claro como las tenían arrendadas se quedaron con ella.

Nosotros en propiedad solo teníamos La Borriqueña, una tierra que se llamaba Las Perdices, la huerta y otras tres o cuatro tierras, En los areneros… vamos, ocho o diez tierras de las que habían ido quedando. Los Piñeras se lo habrían comprado a antecesores nuestros, porque entras en el Rancho y todo lo que va a dar la vuelta hasta Pinganillo, hasta la plaza de Toros, todo eso del tío Andrés era de los antiguos nuestros. Y luego ya en el año 19-20 ó en el 21, que es cuando ya mataron a mi hermano Fernando hicieron el sorteo ese y en cada hijuela pusieron el nombre de cada tres tierras a uno porque no hicieron…  pero cada uno de los tres hermanos tiene su escritura. A Vicente le tocó esa huerta y a la madre de Vicente, que se llamaba Lucia, le tocó esa huerta que es donde está Feliciano ahora, que una de las buenas tierras de Ceponillos Y tenía otra cosa porque mi tía era soltera, era soltera.

En Perogordo estuve allí guardando ovejas el tío Chumina, del tío Rufino un hermano de mi abuela la Telesfora y me cogió una tormenta grande. Estaba allí de pastor con uno que llamaban el tío Chumina que era de Zamarramala me cogió entre dos cerros, de Torredondo, término municipal de Torredondo y de Perogordo y me vine calado completamente y mi tía Victoriana, que era la madre de Félix Casado.-" ¡Hijo cómo vienes!" Me desnudó y me arrimó a una lumbre de esas bajas y tanto me arrimó que se me empezó a arder la esa y entonces toda la casa para abajo y me quité la ropa y no me abrasé de milagro. Y a continuación en el caserío de Matamanzanos. En casa de la tía Aurea, en una casa que se comía cocido tres veces al día, garbanzos por la mañana, garbanzos al mediodía y garbanzos por la noche. Un caserío que se llama Matamanzano. Nada más pasar Fuentemilanos, a mano derecha conforme vienes desde Madrona para Villacastín. Hay un caserío. Allí estuve tres o cuatro meses guardando marranos.

Me he ido de la Losa a los trece años. Cuando ya habían matado a mi hermano. He ido muchos días a esperar al cartero, al tío Cantalejo, con nieve. Había sido guardia civil retirado y era el cartero que iba a La Losa y a Las Navillas. Y mi madre me decía todas las mañanas:-" Antes de marcharte con los marranos vete a ver sí…" y yo me iba hasta el río Matavacas y me subía hasta la mitad del camino:-" Tío Cantalejo, lleva usted algo para mi padre o para mi madre, carta de mi hermano". Todos los días Mi madre quería saber si su hijo vivía o no vivía. A Fernando le había tocado ir a África pero se había librado de ir a África porque teníamos un hermano allí que era Florentino, que era el mayor y le tocó en África, y estuvo en Cazadores de Barbastro número 4. Treinta y siete meses, vino hecho polvo del estómago y entonces escribió una carta diciendo "si tienes una vaca, véndela no consientas que venga, cuando yo me marche le van a reclamar no consientas que ningún hijo tuyo vuelva aquí, a África porque aquí se pierde la salud, se está muy mal" porque entonces se ve que estaba aquello malísimamente, Y Fernando dijo que las vacas no se tocan, porque es que entonces valía poner un sustituto. En La Losa todos los que tenían algo ponía un desgraciado, otro señor que no tenía nada, que iba, si no era de La Losa era de la provincia; pero Fernando no consintió que habiendo más hermanos que pusieran un sustituto para él habiendo estado su hermano para allá y la mala suerte que cuando terminó lo de Fernando, estalló el desastre del 21, Fernando era de la quinta del 19 estaba prestando servicio porque no podían juntarse fuera de la península los dos hermanos y estaba prestándolo en La Granja con la mala suerte que nada más licenciar al otro le reclamaron. Marchó y le tocó al regimiento Melilla número 59. Cuando fue para allá ya era cabo porque era un enamorado del Ejército y se hubiera quedado en el Ejército porque era un patriota de estos que…Era muy listo, tiene muchas cosas escritas Fernando que no sé donde estarán. Estuvo aquí, estuvo con un torero que se llamaba Cardona y una vez fueron a torear a Aranjuez o sea que… el estuvo de tabernero aquí, porque hemos servido todos en la misma casa. Los cinco hermanos.

Yo marché a Villarrubia en el año 22 y estuve allí desde los 13 años hasta que entré en quintas, vendiendo telas. Fui allí porque estaban mis hermanos. Estaba Luciano, estaba Rufino, conocíamos a un almacén de vinos que estaba en la Cava baja de Segovia que se titulaba Los Valdepeñas y el dueño de esa Cava baja, el que estaba allí de dueño había sido un dependiente de nuestro jefe, del tío Matías, Matías Fernández Díez, de Gete, Villamanín, ahí de León y este señor había salido a servir de pequeño a Ocaña, a casa de unos señores que eran terratenientes y unos que tenían casa de Banca ya, "Casa Lázaro", pero se cogió y vieron que era un hombre muy experto, muy listo y le pusieron una sucursal en Villarrubia de Santiago y empezó a vender cosas y luego se casó con una señora, que se hicieron novios, la llamaban La Zapatera, tenía muchas tierras, mulas…tenía todo y entonces este señor se hizo un terrateniente, compró en casa de La Zapatera, en la misma casa, tenían un caserón grande pusieron bodega, tienda mixta, de todo había, hasta los galones para hacer cajas de muertos. Había allí chocolate, había ferretería y el encargado de todo esto era ya Luciano. Fue Luciano quien me llevó a mí. Le dio un paralís a mi padre y vino a darle unos masajes y a verle y me llevó hasta allí. Fui en tren hasta la calle de los Tres Peces, en casa de los abuelos de Enrique el cura, la Paca, que era la madre de Guillermo y eran primos hermanos de mi madre, porque la tía Telesfora, la madre de mi madre era la tía Telesfora, y era prima de mi madre, y del tío Atanasio Cabrero que vivía en los Tres peces y siempre cuando veníamos a Madrid íbamos a ver al tío, en la calle de los Tres Peces y mi hermano se marchó a comprar lo que pudiera y luego yo fui allí a Villarrubia, a empezar… a dormir en la misma habitación que Rufino; y Luciano en otra habitación. Tienda mixta, de todo, lo mismo de arroz que de ferretería, que de todo. Era Villarrubia un pueblo grande y tenían siete u ocho pares de mulas y mucha cosecha porque Luciano era el que pagaba a todos los obreros de la labor. Un camastro que estaba encima de las mulas, un camastro porque había que darles el pienso y sacar el vino del gasto que se llama. Tenían fábrica de alcohol, tenían bodega en la estación. Allí eran exportadores grandes de vinos, se iba a Quero a Tarancón a Villatobas. Tarancón está cerca de Cuenca, allí oímos hablar del crimen, de lo de Tribaldo.

Y yo tuve que empezar a vender telas por las calles. Avisaban que hay que bajar al barrio de éste o al barrio del otro con las telas al hombro, vendiendo telas por las calles y luego en la tienda pues allí también vendiendo telas.

Mejor vida que en La Losa. Comíamos bien, bueno comíamos estupendamente era una casa en que …como se comía entonces en todas las casas, pero yo lo pasaba bien porque si no tenía ganas de comer, …Luciano comía con los señores y luego había tres o cuatro criadas allí para la labor de la casa y otros dependientes porque los 8-10 obreros fijos, esos llevaban comida de su casa y les daban siete reales u once reales. El tío Saturnino Piorro que era el encargado y el tío López que era el jefe que tenían sólo para obreros fijos iba con mi hermano Luciano a Quero a Tarancón… para mandarle por "fudres" porque tenía en Salamanca, tenía En Ávila, tenía en Segovia, en Valladolid, en León, en… tenía tres o cuatro, en Torres de Omaña tres, tenía tres o cuatro dependientes. A todos los dependientes que iban por Villarrubia los iba estableciendo luego el tío Matías y abriéndoles casa y luego todos se hicieron dueños de los negocios que él nos ha dado.

Yo sería uno de los que menos allí había cobrado, porque yo sería uno de tercera, era el más pequeño, Yo he cobrado por siete años de trabajos noventa duros. Sábados y domingos incluidos y el día que no estaba la tienda abierta te enganchaban, bueno no te enganchaban, ir a coger dos arrobas de vino (que se llama trasiego) y subirlas desde las bodegas subterráneas (que por eso no he crecido yo, no creas que…) ahora a trasegar y si llegaba un "fudre" que hacia 16 ó 17 mil litros, porque ahora eso se mete un enchufe en la luz y lo eleva la luz hasta donde que haya… pero entonces había que darlo todo a bomba y pisar la uva pues igual, con la prensa. Bueno yo la uva no la he pisado porque para eso había allí unos obreros que estaban allí descalzos y desnudos y meaban, en el mismo… Bueno, yo tenía muchos motivos de no andar pasando necesidades porque bajaba abajo, cogía una lata de sardinas de Alfageme que eran muy buenas o chocolate de Joaquín Oruz de Zaragoza que tenía cinco o seis clases, el número 7 era el mejor, y yo me cogía un bollo, que vendíamos barra de pan, bajaba a la bodega y me tomaba una lata de sardinas de aquellas y un buen tazón de vino blanco y subíamos arriba y había acelgas que habían quedado de la comida de ellos o lo que sea. No digo yo que de los mismos platos, bueno si había poco…. -"¿Qué no tienes ganas?" -"No no tengo ganas" decía yo a la Guadalupe que era la encargada de la comida. Yo ya había subido comido ¡nos ha jodío!.

Mi hermano Luciano era más privilegiado, claro, porque tenía más responsabilidad. El era el que iba a comprar vino por ahí. Él era el que iba a inspeccionar las casas a Ávila, a tomar cuentas al que estaba en Ávila o sea que le tenían…Fue novio de la Consolación, de una de las hijas, pero se marchó a Ávila y conoció a la tía Isabel y no volvió por allí, y eso que antes de morirse el tío Matías a sus hijos les dijo: -"Este es un hijo más, Luciano es un hijo más para todos los efectos. Si hay tres perras gordas y sois nueve," …Eran la Consolación, la Leoncia, La Guadalupe y Gregorio. Bueno no eran nueve porque eran las tres hijas y Gregorio, cuatro.

Yo no fui a por ninguna de ellas, la Leoncia era la mujer del hijo de García Tizón que luego le mataron en Paracuellos porque era de José Antonio, luego apareció cogido del brazo con el cura y médico, con don Cesáreo y con don Manuel.. La otra, la Consolación, la que hablaba con Luciano y la que se querían. Pues luego cuando Luciano hizo eso que se marchó y se hizo cargo del almacén de Ávila ya ella se hizo novio de unos señores que nos vendían a nosotros las mantas, de José Sarrión Aparicio una fábrica de greda y se casó con él, una fábrica buena de mantas.

Y luego fueron los perros, pero de eso yo no fui responsable, fue el tío Matías. Había 17 ó 18 obreros en la fábrica de alcohol y no conocían los perros a nadie más que a nosotros. A Luciano, a Rufino y a mí. ¡Joder!, dos perros grandes y los jodíos perros empezaron por saltarse, se saltaban la cerca grande que era muy alta. Había tinajas de trescientas o cuatrocientas arrobas, había sesenta o setenta tinajas, un lagar y para hacer el orujo. Una fábrica de alcohol y una bodega en la misma estación de ferrocarril con ochenta tinajas de cuatrocientos cántaros. Entraba allí el carril, hasta la misma bodega. Había que echarles de comer y dejarles sueltos. Los perros se empezaron a salir y había que dejarles sueltos para que cuando se iba todo el mundo a descansar. Y empezaron a salir y a hacer "zaraganadas" y a asustar a la gente y la Guardia Civil llamó la atención al tío Matías y en un poco de tiempo no hicieron mucho caso. Total, que el tío Matías cuando la Guardia Civil le amonestó ya de esa forma, que tenía los perros atados o…de otra forma. me dijo:-" Bueno, ¿quién va a echar de comer a los perros? Mañana los echas de comer en el volquete. El volquete ya sabes donde está, Pones el volquete tal como estás y les echas la comida arriba, los atas una soga al pescuezo y echas la soga a la viga y cuando estén los perros comiendo tranquilamente, tiras de volquete" Y los perros se ahorcaron. Y luego tuve que cogerlos, fuera del cercado que era un tierra del tío Matías, entre el cementerio y la fábrica de alcohol, hacerles dos hoyos buenos y echarles tierra.

Cuando ya éramos mayores teníamos un caballo que se llamaba "Noble”, teníamos un tílburi, teníamos una galera, un coche para llevar a las hijas del tío Matías a Villatobas a Corral de Almaguer, a sitios, a fiestas a donde tenían familiares y eran de lujo, pero de caballo Y el tílburi lo empleábamos nosotros para ir a ver a los obreros, a ver si estaban arando o haciendo algo que les mandaban, e iba con el tílburi a donde me mandaban. Hoy te vas a tal sitio y hoy te vas a ver la viña tal, las aceitunas, porque tenían grandes propiedades y había que recorrer terrenos de catorce o quince kilómetros.. Tenían terrenos en Villarrubia, tenían terrenos en Villatobas, en Corral de Almaguer no, pero pegando a la lista de Corral de Almaguer, porque claro tenían cercas por varios sitios. Estos señores cuando se cansaron de esto y ya las chicas iban que querían ya un poco más -"¿por qué no compras un coche? ¿por qué no compras un coche?” Y compraron un Ford nuevo, en Ocaña, a una empresa que estaba, que existe todavía: Atienza. "Casa Atienza". Una casa de coches y están en Ocaña y en Aranjuez Y yo entonces …me mandaron a Ocaña a aprender a guiar. Venía en el caballo, en el tílburi por la mañana a Ocaña que hay doce kilómetros. Estaba dos o tres horas conduciendo allí y ya cuando sabía conducir pues compraron un coche, que era un coche Ford muy bueno con cuatro puertas y tenía la marcha atrás con pedal, había que dar… pero claro yo no sabía más que conducir e iba muchas veces a Corral de Almaguer, que tenía allí el tío Matías un hermano que se llamaba Segundo ( que es allí donde han estado sirviendo los hermanos de Lucio) y yo iba con ellas en el coche, pero a mi no me sacaron carnet de conducir porque allí como entonces el Leopoldo Serrano, …Miguel Lara, Matías Fernández, los Julianes y todos esos eran los dueños del pueblo pues la Guardia Civil no había nada que hacer allí.. Vamos que no te pedían licencia. "Ahí va el coche del tío Matías". "Ahí va el coche de Leopoldo Serrano" "Ahí va el coche de don Miguel Lara" Y los otros tendrían carnet o no lo tendrían… estarían igual que yo, pero yo no sabía nada más que conducir y echar gasolina y un día se me pico una rueda y vine con la rueda sin darme cuenta desde Villatobas que hay doce kilómetros y la goma venía en el eje de atrás. Yo sentía ruido cha-cha-cha -cha-cha-cha y era la llanta. Cuando llegué a Villarrubia a catorce kilómetros, ya la llanta venía machacada del todo. ¿De qué será este ruido? Y claro es que la rueda, la cámara del aire ya se había marchado, toda salido toda y la rueda se había pasado al eje de atrás e iba metida en el eje y la llanta toda machacada. Luego, como sabía conducir vine a Madrid con ellas en el coche y con el tío Matías pero al llegar a Atocha, ahí se me averió el coche y ahí el tío Matías, que tenía más experiencia, se fue a una casa de Rafael Martín de Vidal, vino se fue allí enseguida y el coche le dejamos parado hacia Atocha. Yo en Madrid no había estado nunca, bueno de paso, luego he pasado muchas caregas de vino para Ávila y para Salamanca. La avería del coche acabó con que Rafael Martín de Vidal que tenía un almacén de vinos llegó con un chófer y luego ya no cogí el coche

De Villarrubia me marché, me eché una novia que era de Cuenca, de un pueblo que se llama Valera de Abajo y fui a verla. Y luego, cuando me marché a Ávila pues entonces ya no volví por allí. La chica esta era hermana de un vecino nuestro que se llamaba Pepe Martínez Esquivias y se llamaba Fe Martínez Esquivias, claro igual que su hermano y era "redactor" del banco Central de Ocaña y estaba de dependiente con los franceses, con unos que eran franceses que luego les dejaron el negocio a ellos, también le mataron cuando la guerra a ese muchacho y ella se marchó al pueblo y murió también


Hasta aquí se extiende la grabación que se ha transcrito literalmente. Continuó su relato en unos cartoncillos que dicen lo siguiente:

"Siete años sin ver a mis padres. Me hicieron la cuenta de mi sueldo de los siete años y recibí 490 pesetas, me entregaron un vale para que me comprara un traje en la casa de confecciones "Casa Seseña". Regresé de nuevo a Villarrubia hasta que tuve que incorporarme al servicio militar. Me tocó Melilla, pero tenía un hermano que había desaparecido en el desastre de Annual y existía un derecho que todo padre que tuviera un hijo muerto o desaparecido tenía derecho a reclamarle a la residencia más próxima a su deseo y fui destinado a Ávila, a la Academia de Intendencia. Vino la República y siendo ya don Manuel Azaña ministro de la Guerra, reducción en parte de las Academias, o sea el número de personal, y nos trasladaron a Toledo. Allí estuvimos dos o tres meses, después hubo un licenciamiento y nos mandaron a casa con la licencia cuatrimestral y fijé mi residencia en Ávila. Me casé y me fui a Salamanca. Ya en el año 1932 estaba establecido en la calle de José Jáuregui con un pequeño establecimiento de vinos. Ya después, cuando estalló el Glorioso Movimiento, llamaron a mi quinta que esta era la del 30. Me incorporé en Salamanca a Intendencia que era un cuerpo donde yo hice la mili. Nos trasladaron a Valladolid, nos incorporaron a un Batallón y a los pocos días fuimos trasladados a Zamora, al Regimiento de Toledo número 26. Preguntaron por si alguno tenía algún oficio y a mi se me ocurrió decir que el de músico. Un Brigada con los bigotes más retorcidos que Dalí, me dio un saxofón para que tocara y yo empecé a soplar y soplar y no se oía nada, porque el saxofón estaba cerrado. -"¿Pero usted que es lo que ha tocado me dijo?" A lo que respondí: -"El tamboril en mi pueblo". -"Pues pase usted a aquella otra fila". De allí nos incorporamos a otro nuevo del Regimiento de Toledo Batallón número 73. Nos sacaron al frente de Madrid fijando nuestra primera parada en Villacastín (Segovia). Llegada la noche y sin haber comido se me ocurrió decir en voz alta -"Aquí ¿cuándo se come?" Se me acercó un Alférez, me puso firmes y me soltó dos tortazos al tiempo que decía:- "Aquí tiene usted, cena y desayuno". Después ya de hacer maniobras fuimos a Valdemoro y Seseña. Cuesta de la Reina. Y el día 6 de Julio salimos de Seseña a Sevilla la Nueva (Madrid) empezando la llamada Batalla de Brunete. Aquello fue una carnicería. Había una caseta en un cerro que la tomábamos veinte veces nosotros y otras tantas los rojos, todos los días. Para que nuestra aviación no nos bombardeara colocábamos unas sábanas para que las vieran desde los aviones. Primero mi puesto fue de camillero y a partir de julio del 37 ocupé ser enlace a las órdenes del Comandante Jefe del Batallón. Don Teodoro Arredonda. Este puesto o destino lo ejercí doce días pues el 18 de ese mismo mes fui herido por arma de fuego enemiga. Desde entonces no paro de buscar al que me hirió para darle un abrazo porque mi libró de que me mataran. Me hicieron la primera cura debajo de un puente de la carretera que conduce a Brunete. Desde allí a un campo cercano a Getafe. Después a Griñón, en la Iglesia que había sido habilitada para hospital. De Griñón, y una vez hecha una cura por médicos militares, fui trasladado a Plasencia, ciudad donde de nuevo fui curado. Allí me decidí a preguntar al Comandante Jefe del Hospital si podía comunicar por teléfono con el entonces general Monasterio que tenía su cuartel General en una finca llamado Manzaneros en Ávila cosa que se me concedió por el citado Comandante Jefe del Hospital de Plasencia. En este momento de la conferencia se interesaron por la herida que había sufrido y al mismo tiempo se lo pusieron en conocimiento de mi madre política que se encontraba en dicho Cuartel general por haber sido requisada dicha finca a los dueños de donde mi madre política era empleada, quedando al servicio de limpieza y cocina de dicho Cuartel General de Milicias. Desde Plasencia fui trasladado a Salamanca donde estuve hospitalizado cinco meses y medio y, al ser dado de alta, hubo una disposición en la que pedían conductores para el Batallón número 2 de la Reserva del Generalísimo. Me presenté a dicha llamada y me tuve que presentar a unos exámenes, a una Compañía de dicho Batallón y una vez aprobado para tal misión de conducir fui trasladado a Calatayud donde me encuadraron al dicho anteriormente Batallón de Automóviles número 2 de la Reserva del Generalísimo donde presté mis servicios hasta terminar la guerra de Liberación.

Llegado ya a mi residencia de nuevo en Salamanca que era en donde la tenía fijada cuando fue movilizada mi quinta. Con motivo de dicha movilización me vi obligado a subarrendar mi pequeña industria por no poderla atender, pues ya cuando fui movilizado estaba casado y con una hija de muy corta edad y tenía muy disminuida la vista. Mi esposa, que era la que tuvo que suplirme para atender mi pequeñas industria, y no poder cuidar las necesidades que nuestra hija necesitaba fue la causa de tener que hacer el subarriendo de nuestro negocio. Una vez licenciado y como estaba estipulado en el contrato me hice cargo de nuevo de mi negocio de bodega y empezar de nuevo a trabajar. Dios no nos faltó y nos dio salud y fuerzas para poder de nuevo dedicarnos a nuestro trabajo y seguir en Salamanca hasta el año 54. En este año nos deshicimos de nuestro negocio y nos instalamos en Madrid también a trabajar en un bar que montamos en Madrid; pero aquí tuvimos la desgracia de que a mi señora tuvieron que amputarle las dos piernas, viéndome de nuevo obligado a deshacerme del negocio y después de pasar todo esto yo decidí deshacerme del todo y me jubilé a los 65 años. Y ahora sigo mi vida compartiendo temporadas en Madrid con mis hijos y nietos y biznietos y alguna temporada la paso en el pueblo que me vio nacer al que quiero y adoro y me siento feliz recordando mi infancia y a mis padres.

Madrid. Octubre, 12, año 1980.

Francisco Moral."

 

Junto a los cartoncillos citados un certificado con las correspondientes pólizas que dice:

"Número 38. DON ADVENEMIR TETILLA RUBIO Sargento de la Guardia Civil, Comandante del Puesto de Salamanca. CERTIFICO: Que según informes adquiridos por la fuerza de este Puesto D. FRANCISCO MORAL GONZÁLEZ de 44 años de edad, de estado casado hijo de Florencio y de Juana natural de La Losa (Segovia) y residente en esta ciudad calle José Jaúregui núm. 23 ha observado buena conducta moral pública y privada durante el tiempo que lleva residiendo en esta ciudad. Estando considerado en el aspecto político-social, como adicto al Nuevo Estado.

Y para que conste, a petición del interesado, y al objeto de Apertura de un establecimiento en Madrid expido el presente en Salamanca, a los quince días del mes de febrero de mil novecientos cincuenta y cuatro".

(Hay una firma y un sello en tinta que reza "207 COMANDANCIA DE LA GUARDIA CIVIL. Puesto de Salamanca")

INTRODUCCIÓN.

TRANSCRIPCIÓN DE LA GRABACIÓN.

NOTAS MANUSCRITAS.

CERTIFICADO DE LA GUARDIA CIVIL