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Publica la Asociación Cultural "Rastro de la Historia".

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El Rastro de la Historia. NÚMERO NUEVE

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La sucursal francesa del Servicio Exterior de la FET

-Francisco Blanco-

 
 

 

Desde el año 1937 hay constancia de que Sección de Intercambio de la Falange, mantenía una activísima correspondencia con publicaciones francesas nacionalistas como Action Française, La Falange, Candide, Choc, Gringoire etc.. con varios centenares de miles de tirada y todas ellas con el común denominador del anticomunismo en una tiempo de fuerte expansión estalinista Más adelante, establecido en calidad de jefe de la Prensa y Propaganda falangista durante los años 1938 y 39 Antonio Hernández Soriano, mantuvo una activa comunicación sobre publicaciones francesas con Joaquín Rodríguez de Gortázar antiguo jefe de la Sección de Intercambio.

Pedro Abadal y Antonio Aunós fueron propuestos por el Delegado Nacional de Exterior José del Castaño como jefe y Subjefe, respectivamente, de la Falange francesa en julio de 1937. Si durante la guerra civil española existieron en algunas localidades francesas Sociedades de Amigos de España vinculadas con la España rebelde, el funcionamiento de la Falange como organización resultaba más que problemático. El gobierno francés ya había dado muestras de poca receptividad ante el partido español y así ocurrió con los intentos de cualquier mediación falangista en el tema de la repatriación de niños. Por ello, difícilmente podía admitirse el funcionamiento normal de una entidad con las connotaciones de la Falange, a lo que se sumaba algo de tanta importancia como la falta de reconocimiento diplomático de la España nacional, hecho que no llegaría hasta finales del abril del 39. No obstante, a comienzos de este año, el ya Inspector de la Falange, Pedro Abadal, recibía órdenes para el nombramiento de jefes comarcales en las principales ciudades francesas con el fin de extender la organización en el país vecino en donde una tímida infraestructura en torno a algunos residentes y las sociedades de ayuda citadas podían crear un caldo de cultivo propicio para el desarrollo de actividades.Pocos días antes de cursar la orden de expansión se había alertado acerca de posibles falsos delegados falangistas que procedentes de las filas republicanas españolas, podrían intentar labores de información.

 Finalizaba la guerra en España, el núcleo falangista francés se encontraba ya estructurado y contaba con los siguientes responsables: Jefe Provincial; Pedro Abadal; Secretario Provincial, Aurelio Pérez Rumbao; Delegado Provincial de Auxilio Social, Lina Sánchez Mata (Marquesa de Lambertye); Delegada de Sección Femenina, Augusta Merle de Goñi; Delegado de Trabajo y de la CNS, Federico Velilla Martínez; Delegado; de Intercambio y Propaganda, Antonio Hernández Soriano; Asesor Religioso de la OJ y de la SF, el sacerdote Joaquín Aller y Aller; Delegado de Tesorería y Administración, Antonio Jiménez Salinas Hernández y Delegado de Amis de L´Espagne, el Dr. Cousin

 Un intento mas fuerte de expansión de la Falange Exterior en el país vecino vendría comenzada ya la Segunda Guerra Mundial. Aprovechando la ocupación alemana, la Falange funcionó de agencia propagandística del Partido único español, además de asumir las tareas de información que eran remitidas a la central en España, sobre la situación política que se respiraba en Francia. Se sumaban a estas labores las asistenciales, que pretendían involucrar en el nuevo Estado a los españoles allí residentes. Se abrigaba la esperanza de captaciones masivas para una considerable colonia. Sin embargo, estas últimas pretensiones se encontraron desasistidas mayoritariamente por el medio millón de españoles residentes, en donde también estaban huidos y exiliados. Tan solo doscientas ochenta y tres personas figuraban inscritos en las filas falangistas, la mayoría de los cuales lo habían hecho en 1939.

 Si esta tarea de captación resultaba infructuosa tampoco era boyante la de propaganda Algunos hechos puntuales daban una nota de españolidad falangista en París; pero en general esta labor quedaba mermada por la pobreza de materiales y muy especialmente por la escasez de papel de prensa que impedía realizar las publicaciones previstas. El órgano de expresión era la revista El Hogar Español, criticada desde España hasta el extremo de que el entonces responsable del Servicio Exterior, Genaro Riestra, enviaba en 1942 a Rafael de la Fuente en labores de inspección con el encargo de reformar la mencionada publicación. No era para menos, desde Madrid se tenía la sensación de que en el núcleo francés la desorientación ideológica era un hecho. Federico Velilla, encargado de la propaganda, se defendía de las críticas que le llovían desde España. Unas veces se quejaba de la falta de papel para poder realizar las ediciones y solicitaba la presión de la Delegación de Prensa de la Vicesecretaría de Educación Popular ante organizaciones alemanas en España para un trato más favorable; otras relataba la carencia en la recepción del material que debía ser enviado desde España o bien informaba sentidamente a Exterior del enorme esfuerzo requerido para realizar su labor, que tan solo su voluntarismo lograba vencer. 

En Burdeos y con el nombre de El Solar Español funcionaba una agrupación que acogía a residentes españoles, según se desprende de las declaraciones de uno de sus responsables, el jesuita Vicente Arramendi, quien además afirmaba a finales del 41 que esta agrupación era decididamente falangista y colaboradora del Nuevo Estado. Tal podía ser la orientación querida para aquel núcleo, pero otras noticias menos optimistas indicaban que aquella Falange, cuyo jefe era el cónsul de España, no contaba con más de cuarenta afiliados.

 Tampoco resultaron positivos los intentos de formar la Legión de propagandistas de la Falange para nuclear a la colonia española y que no parece tuvieran el éxito apetecido.

  Por tanto las labores acometidas, de propaganda y la asistencial- controladora, dejaban muchas lagunas; sin embargo la tercera de las funciones, la de información, prestaba servicios de importancia. El exilio al que se vieron sometidos numerosas personalidades de la República española y su asentamiento en Francia forzaron a algunos de los falangistas establecidos en Francia a una labor de control y espionaje. El 2 de Enero de 1940 el falangista Pedro Urraca, ("Perico") comunicaba a Jiménez Rosado los informes recibidos de un anarquista llamado Peris, acerca de un complot para acabar con la vida de Serrano Súñer. Noticias detalladas sobre refugiados, actividades que desarrollaban, cantidades presumiblemente sacadas por algunos de ellos, informes sobre campos de concentración de españoles o los recursos y cargos directivos del SERE obraban en poder de los responsables de Exterior en España merced a la labor falangista de información ejercida en la nación vecina. La Dirección General de Seguridad Española mantenía línea directa con esta vía, a lo que no podía resultar ajeno que el responsable de la seguridad del Estado, Conde de Mayalde, hubiera sido responsable de la Delegación de Información e Investigación de la FET.  

Aprovechando la entrada en París de las tropas alemanas se interesó ante el gobernador militar alemán, Von Grote, la requisa de documentación en la sede de la SERE. En aquella labor policíaca se contó con la colaboración de la Gestapo alemana en la localización de personalidades republicanas (Portela, Zugazagoitia, Montseny...etc.) e incluso se consiguió que las fuerzas de ocupación liberaran al Jefe de la Policía francesa de la Sección de extranjeros a cambio de que este entregara el fichero sobre refugiados españoles.

  ¡Qué lejos de la labor soñada, la labor acometida! Julián Zugazagoitia había escrito palabras de reconocimiento y admiración hacia el líder falangista, José Antonio Primo de Rivera. Militantes de una espúrea Falange, la real, la Falange inevitable, colaboraban para su retorno a España como prisionero y era en España, donde con aquella confusa Falange inevitable, mientras unos falangistas colaboraban a traer, algunos camisas viejas sacaban la cara por los traídos. Así por ejemplo cuando Joan Peiró, de los entregados, se presentaba ante el tribunal militar que lo condenó a muerte, Luys Santamarina, un resucitado de la masacrada Falange barcelonesa, acudía al tribunal militar a dar la cara por el dirigente cenetista. Falange confusa, Falange inevitable.  

Los consulados españoles radicados en la Francia Libre contaron también con la colaboración policial, ahora del Gobierno de Vichy, por lo que el triángulo formado por este ultimo, fuerzas de ocupación alemana y dependencias del régimen español (del MAE y de la Falange) trataban de controlar, cuando no de detener, a refugiados republicanos. Sin embargo, a pesar de la colaboración de Vichy se debe reseñar que este Gobierno no satisfizo todas las demandas realizadas desde España. En Noviembre del 41 Juan Manuel Fanjul, tras la acusación hacía Francisco Largo Caballero de comunista, lamentaba el apoyo que intelectuales chilenos realizaban ante el gobierno de Petain para que el dirigente socialista no fuera entregado a las autoridades españolas. Aquel gesto de enfado del falangista Fanjul era aplaudido por Juan Ignacio Luca de Tena, embajador de España en Chile.

 No cabe duda de la existencia de un amplio margen en el entendimiento entre el régimen franquista y el de la Francia libre. Por lo que aquí interesa, además de lo anterior, el régimen español comunicaba al Socorro Nacional de Vichy, como lo hacía también con otras obras sociales de países autoritarios, informaciones relativas al funcionamiento de instituciones benéfico asistenciales.

 No acababan en el espacio continental francés las aspiraciones de actuación del Servicio Exterior. Tiempos imprecisos de imperio. Este Servicio pensaba también en una clandestina Falange que actuara en Orán, Argelia y en el Marruecos francés para lo que se contaba con el concurso de refugiados "rojos" españoles dispuestos a la colaboración ante el mal trato dado por los franceses. Tramas que contaban con el concurso del consulado español.

 Labores de propaganda de la Falange, centradas mayoritariamente en París, consistían en la rememoración de efemérides significativas para el estado franquista tales como el Primero de Abril, el 18 de Julio o el Día de la Raza. Oficios religiosos de acción de gracia, emisiones radiofónicas o comidas colectivas de celebración con hijos de residentes españoles ayudaban a realzar los festejos. También se organizaban festivales benéficos para sufragar gastos de niños enviados a colonias españolas o la coordinación de exposiciones de pintores españoles que en Septiembre de 1942 tenía lugar en París.

 En Noviembre de 1943 coincidiendo con la etapa en que desempeñaba la Jefatura local y Secretaria Territorial Fidel Lapetra, existían rumores (sin confirmar ni desmentir) en el sentido de que la Falange proporcionaba armamento a partidos nacionalistas franceses que eran objetivo de represalias por la Resistencia francesa y ante la negativa de entrega de armamento por parte de las fuerzas de ocupación alemanas. En cualquier caso, los contactos con agrupaciones francesas partidarias del Nuevo Orden eran un hecho de larga tradición. El Servicio Exterior enviaba al grupo Collaboration películas y documentales.

 Al compás de los acontecimientos de la guerra mundial, la situación se tornaba más difícil. En la primavera de 1944 se quejaba el Jefe falangista de que la inserción de propaganda interior española en publicaciones francesas durante los meses de Febrero y Marzo le resultaba imposible. En el mes de Julio del 44 y ante el necesario reajuste que los últimos acontecimientos bélicos propiciaban, el embajador Lequerica, ordenaba a los falangistas Jesús Suevos y a Mario F. Peña se hicieran cargo de la Jefatura en Francia de forma transitoria. Esa sumisión a la embajada se tornaba necesidad, tal y como le indicaba Sergio Cifuentes al Jefe falangista Pedro Maria Irisarri en Febrero del 45:

 "...Desde luego debes marchar siempre de acuerdo con el Sr. Embajador, mucho más cuando necesariamente has de vivir en la clandestinidad como todos los de América y otros países. Más adelante, cuando las circunstancias lo permitan, podrás formar una asociación benéfica de ayuda a nuestros compatriotas. Pero esto como he dicho, será más adelante y de común acuerdo con el Sr. Embajador". 

Esa ocultación pedida por Exterior era utilizada por Irisarri en los aspectos relativos a las colonias de niños, en las que se utilizaba a las JOC de tapadera. 

Las tornas se volvían también con las agrupaciones francesas tildadas de colaboracionistas y la Falange Española no dudaba en ofrecer su auxilio. El Secretario General, Arrese Magra, había dado órdenes a las Falanges de zonas fronterizas de prestar ayuda a refugiados principalmente a aquellos que pertenecieran a los partidos nacionalistas PPF y RNP. Aquellos socorros neutralizarían en parte el ambiente de represalias y salvajismo que se vivían en el país vecino contra los colaboracionistas,

 En las navidades de 1944 el Frente de Juventudes de París organizaba una función teatral para el reparto del Aguinaldo enviado desde España. La entrega del donativo, llevado por la regidora de la Sección Femenina de Guipúzcoa, que contó con todo tipo de facilidades por parte de las fuerzas alemanas estacionadas en la frontera, contaba con la presencia del cónsul Fiscowich antiguo miembro del Servicio Exterior, del ahora Inspector Velilla y de varios religiosos entre los que destacaba el Padre Superior de las Misiones en Saint Denis 

Todavía en Abril de 1945, manteniéndose como una de las últimas Falanges del Exterior, la Jefatura Territorial de Francia continuaba el envío de informes sobre la situación política francesa y acerca de las actividades de republicanos residentes en Francia y participaba con los servicios de seguridad del Estado franquista informando acerca del importante tránsito de exiliados en la frontera.

 Bélgica y Suiza 

De Eduardo y Antonio Aunós, además de Pedro Abadal, todos ellos responsables en Francia de la Falange, dependían las organizaciones de Suiza y Bélgica según la propuesta que en Agosto del 37 había realizado el Delegado Nacional. De estas fechas procede la fundación de la extensión belga. El grupo español tuvo entre sus fundadores a Graciano Cantelli que contaba con la ayuda de la Legion Nationale y con la del grupo Rex además de recibir muestras de simpatía de los periódicos La Nation Belga, La Gazetter, La Metrópol y Le Pays Réel. La sintonía con destacados elementos del nacionalismo belga era manifiesta. Del Castaño publicaba en España de Tánger un artículo sobre la preparación de la visita a España de Leon Degrelle, huésped de la Falange. 

En el intento por hacerse con la Casa de España de Bruselas a comienzos de 1939 y por el consiguiente enfrentamiento entre españoles favorables a uno y otro bando, siete falangistas resultaban detenidos por la policía belga, encargándose José del Castaño de solicitar a Fernández Cuesta su mediación ante Exteriores para lograr su libertad.

 Finalizada la guerra civil aparecieron algunos problemas internos, una especie de ajuste de cuentas intramuros, como las acusaciones contra el jefe local de Bruselas ante el Servicio Exterior de haber estado suministrando víveres al gobierno de la República en época de guerra y de tener contacto con sociedades judías. En Mayo empezaba la publicación de un boletín de la Falange belga. En Enero del 41 cesaba Graciano Cantelli y le sustituía Carlos Folch Girona y en Junio del 44 sería nombrado Inspector Extraordinario para el norte y centro de Europa Rafael Bravo Dunipe que acabaría como Jefe Territorial de la Falange belga

 Los días de la liberación de Bruselas por parte de los aliados resultaron tensos para la Falange. Corrieron rumores de ataques a la sede de la Jefatura Territorial y contrarrumores de defensa armada del edificio por parte de falangistas. Testigo de aquellos acontecimientos fue el jefe falangista francés Mario Peña que ensalzaba la actitud mantenida por el fundador de la Falange belga Graciano Cantelli, quien sería detenido y conseguiría más adelante su libertad en reciprocidad a favores realizados durante la ocupación alemana en la figura de personalidades belgas. 

Por lo que respecta a Suiza, ya a principios de 1938 la Falange contaba con Adrian Rucklin en funciones de Delegado en Ginebra, sustituido algún tiempo más tarde por Angel Arbex. La existencia de unos mil españoles repartidos entre Ginebra y Zurich constituían un contingente más que suficiente para intentar la formación de una organización falangista en aquel país. Esa aspiración chocaba con el temor del Gobierno suizo ante formaciones políticas foráneas con considerable número de trabajadores en el país helvético. Así ocurría con la negativa a la legalización de un Partido fascista italiano que inspiraba desconfianzas en el gobierno suizo en base a los 70.000 italianos residentes. Del Castaño en atención al significativamente corto número de españoles tenía la esperanza de poder legalizar la FET, sin tener que recurrir a las artimañas de sociedad de socorros o similares. Sin embargo, la única posibilidad operativa legal se arbitró con la última de las fórmulas, cuyos estatutos se enviaron como modelos a otros grupos falangistas con dificultades legales de funcionamiento.