Números de la revista:

 

 

Publica la Asociación Cultural "Rastro de la Historia".

Todos los textos de esta publicación están convenientemente registrados, y no se permite su reproducción sin permiso expreso de la Asociación, que se reserva todos los derechos.

Correo-e: rastroria@rumbos.net 

 

El Rastro de la Historia. NÚMERO OCHO

Volver al índice

entre el Jordán y el Eúfrates:

notas de un viaje por Levante, entre julio y agosto del 2001


3. Laodicea, Chateau de Saône.- El primer nombre con que se conoce Tortosa en la historia es Antarados, llamada así por estar en oposición a Arados: la islita que está tres kilómetros hacia el sur, que fue la última plaza que, bajo el nombre de Ruad, sostuvieron los del Temple en los aledaños de Tierra Santa: allí se mantuvieron hasta 1302. No voy a visitar la isla por el retraso que supondría en mi viaje y porque, al parecer, no queda en ella nada digno de ser visto, salvo la propia roca en que se asentó el viejo baluarte cruzado. Me acerco a la vieja catedral de Tortosa muy temprano: tanto que falta media hora para que se abran oficialmente sus puertas. Pero los empleados, que también han madrugado, valoran el peso de mi macuto, se apenan de mí y me abren las puertas. A la izquierda de la nave hay una estructura rectangular en la que, según se dice, estuvo el venerado icono de Santa María de Tortosa, que, cuando la derrota, los cruzados llevaron consigo primero a Ruad y luego a Chipre, donde se perdió definitivamente. Ni la ausencia del icono añorado ni la condición de museo que tiene ahora el viejo templo impiden rezar allí un avemaría. De camino al lugar donde estacionan los vehículos que pueden llevarme a Laodicea, paso por la iglesia ortodoxa griega. Aunque hoy es viernes, o acaso por serlo, está repleta de fieles, que asisten a la muy pomposa misa griega, aquí celebrada en árabe. Se celebra porque, según me dicen, no es hoy día alitúrgico, que lo son –no sé por qué- los lunes, los martes y los miércoles. Aunque no entiendo el lenguaje –excepto el Kyrie eleison- no me cuesta comprender la celebración, que el rito, con sus diferencias, no es tan lejano. Llegado a Laodicea, dejo el macuto en el hotel y tomo un coche que me acercará hasta las proximidades del castillo de Saône. Fue plaza formidable, pero sólo dos días duró al asalto de Saladino, cuya memoria se perpetua en el nombre con que hoy la denominan los sirios: Al Qala´ Salh ah Din.

Imponente, pero débil, que se rindió al primer embate: Chateau de Saône, hoy Al Qala´ Salh ah Din

El coche en que regreso a Laodicea lleva en el salpicadero una reproducción en plasticurri de la Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona de Cuba. Pregunto por su origen y me contesta el cochero que es regalo de su cuñado, que estuvo destinado en la isla. No imaginaría Fidel Castro que un soldado de la Fuerza Aérea siria iba a ocupar su tiempo en devociones marianas, pienso. Acaso sea Laodicea la ciudad más abierta del país. No es escasa la presencia cristiana, y la confesión islámica más asentada en la zona es la alauita, a la que pertenece la familia El Assad. Los alauitas son, en el Islam, lo más alejado del fundamentalismo: tanto que celebran la Navidad y la Epifanía, tanto que los sunitas no los tienen por musulmanes. Probablemente ese carácter moderado que les distingue sea motivo del apoyo que, en general, recibe de los cristianos la familia que gobierna el país, con mano nada suave, por cierto. En la iglesia latina de Laodicea vive el padre Tarsicio, un calabrés recio y bueno, animador, por lo visto, de no pocas conversiones: conversiones difíciles, que si alguien aquí decide bautizarse, tiene que abandonar el país. Le ayuda un seminarista de mirada vivaz, que se afana en tener a punto el jardín: Ghassan al Instambuli. Ghassan me habla de la contradicción que les supuso a los cristianos la nacionalización de la enseñanza. El gobierno cedió, eso sí, a que los cristianos tuvieran una clase de catequesis, para lo que hubieron de llegar a un acuerdo entre todos los ritos, pero la historia, la literatura, la filosofía que se enseñan en las escuelas, tienen una fuerte impronta islámica, a la que no se pueden sustraer ni siquiera los profesores cristianos, que los hay y no son pocos. 

Jornadas:

27

28

29

30

31

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

Mapa: