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El Rastro de la Historia. NÚMERO SEIS

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Álvaro de Diego, Prof. U. S.Pablo

  El tiempo no es más que un tonel donde fermentan los mitos, el de Alejandro más que cualquier otro, y sobre todo en Mesopotamia. Esa tierra le había sepultado joven y joven le había conservado, como un eterno novio sin arrugas, y el número de sus años, treinta y tres, había permanecido como la edad de la inmortalidad”.

Estas palabras de Amin Maalouf sirven de pórtico a una excelente biografía  sobre  José Antonio Primo de Rivera,[1] cuya figura fue utilizada por el régimen de Franco como principal basamento ideológico, al menos formal, a lo largo de sus casi cuatro décadas de vigencia. El Jefe de Falange, muerto a la misma edad que el más grande conquistador del mundo antiguo, se convirtió en un referente mítico, “El Ausente”, sufriendo una manipulación que le desprendía de sus rasgos más humanos y propios. Las raíces de esta pseudo-divinización se hallan en la guerra civil española, concretamente en el periodo comprendido entre la noticia de su fusilamiento, acaecido el 20 de noviembre de 1936, y la certificación pública de su muerte dos años más tarde.

José-Antonio resultaba con mucho la personalidad más atractiva de entre los políticos relacionados con el bando nacional. Joven y valiente, con un encanto personal del que en ocasiones no escapaban ni sus mismos adversarios, como Jefe de la Falange Española de las JONS había defendido una política equidistante del materialismo marxista y del capitalismo liberal ; propugnaba una revolución que, basada en el hombre como “portador de valores eternos”, podía encandilar la imaginación de muchos jóvenes que, no siendo republicanos, tampoco se identificaban con el reaccionarismo reinante en la zona  de Franco. A su lado, figuras como las de Víctor Pradera, Ramiro Ledesma o el propio Calvo Sotelo,[2] quedarían indudablemente deslucidas. El culto al ‘Ausente’ se desarrolló durante la guerra civil , entre la ingenuidad de unos seguidores no dispuestos a aceptar su muerte y las necesidades propagandísticas de la guerra.

Incertidumbre sobre la suerte de José Antonio

Preso en Madrid desde marzo de 1936, Primo de Rivera había sido trasladado a la prisión de Alicante unas semanas antes del 18 de Julio. Desde allí aprobó la participación falangista en el golpe militar. Estallada la guerra, expresó dudas acerca de un gobierno de generales de “honrada intención, pero desoladora mediocridad política”, proyectó un gabinete de concordia nacional e, incluso, se ofreció a las autoridades republicanas para mediar con los alzados. No obstante, sería condenado a muerte por un tribunal popular. Se le fusilaría al alba del 20 de noviembre de 1936.

Entre el principio de la contienda y su fusilamiento, la incertidumbre sobre su suerte alcanza incluso a Miguel de Unamuno.[3] José Luis Rodríguez relata que “durante ciertos meses existió cierta confusión sobre el paradero y el estado de salud de Primo de Rivera. Queipo de Llano había dicho en una de sus alocuciones radiofónicas que estaba herido y escondido en zona republicana. Por su parte el ABC (Sevilla) de 11 de agosto de 1936 se había referido a Primo de Rivera como si estuviera fuera de la zona republicana : Otra noticia muy interesante y que puede influir mucho en los acontecimientos políticos de nuestro país, es la que se refiere a la emisora portuguesa en una de sus últimas emisiones nocturnas, en la que se asegura que el jefe nacional de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, se encuentra ya casi restablecido de las heridas sufridas cerca de un mes, las cuales le fueron hechas a traición en la prisión de Alicante. Puede afirmarse -sigue diciendo dicha información- que el jefe nacional de Falange está fuera de todo peligro”.[4]

 Se empieza a rodear su figura de un heroísmo desaforado. La conversión del hombre en mito ha comenzado. Se atribuyen, incluso, rasgos proféticos a José Antonio, quien había previsto adivinatoriamente la guerra en curso.[5] Su semblanza, curiosamente, adquiere rasgos más equilibrados en sus colaboradores, como los del “retrato moral” trazado por Eugenio Montes :

 “Creo que es un ser en el que se reúnen por raro privilegio, una porción de virtudes, que es raro encontrar en un solo individuo. Sus maravillosas virtudes, su valor, su gran inteligencia, su enorme capacidad de sugestión. Esas cualidades, advertidas por mí desde el primer momento, no fueron suficientemente admiradas hasta ahora por varias razones ; entre ellas por la elegancia espiritual y el pudor de nuestro jefe, y también porque la situación política de los españoles les hacía tomar como signo juvenil lo que encerraba una plenitud consciente e inapreciable”.[6]

 Es en la revista Jerarquía, de Pamplona, donde el culto a José Antonio comienza a adquirir rasgos místicos.[7] En su primer número, Fermín Yzurdiaga, expresaba un deseo alucinado : “Para los jóvenes quisiera yo, grabada en sangre, esta lección de nuestro Ausente, que trasciende a celestial filosofía, a Voz de Profeta, a evangelio de eternidad. ¡Por el Nuevo Tiempo, las Falanges del Heroísmo ! Las que nacen con ardor de Flechas, y se desangran, en locura de Martirio, para que afloren las Rosas de la Primavera”.[8]

La certeza del  fusilamiento : nace el ‘Ausente’

 La prensa republicana y extranjera informó cumplidamente del juicio, la sentencia y la ejecución del Jefe Nacional.[9] Bastaba con escuchar las radios enemigas u obtener algún periódico republicano -vía legación diplomática- para mantenerse al tanto. Es indudable, por tanto, que la muerte de José Antonio fue conocida por los dirigentes de la zona nacional pocas horas después de producirse. Vicente Cadenas, Jefe Nacional de Prensa y Propaganda de Falange, así lo corrobora :

“Cuando el 20 de noviembre de 1936, supimos (por los servicios alemanes) en Leganés que José Antonio había sido fusilado, aquella mañana, además de llorar, Gaceo, Sainz y yo, junto con Yagüe, tuvimos la sensación de que la Falange había concluido”.[10]

 El periodista y consejero nacional Francisco Bravo se convenció de la muerte de su líder : “en el anochecer del 20 de noviembre unos cuantos camaradas que conmigo estaban, anhelantes junto a un aparato de radio, pudieron oír, consternados y trémulos, una sencilla noticia emitida por varias radios rojas, en especial por las que controlaba la CNT : se había cumplido la sentencia dictada contra José Antonio en la madrugada de aquel día lívido”. La noticia significó para Bravo un verdadero mazazo,[11] que explica, en parte, la conducta de ocultación posterior para con la masa de afiliados del movimiento.

El 21 de noviembre se reunió, preceptivamente, en Salamanca el III Consejo Nacional de Falange Española de las JONS. Todos los consejeros sabían ya de la suerte del Jefe Nacional.[12] La decisión de ocultar la muerte de Primo de Rivera correspondió en último término a Manuel Hedilla, jefe de la Junta de Mando Provisional, que prohibió la noticia. Este deseaba aguardar a la jerarquización de Falange, en contra de la opinión del Jefe Nacional de Prensa y Propaganda, que juzgaba la opción contraproducente.[13] Fue un error de cálculo político de Hedilla que a la larga facilitó que Franco se hiciera con el control del movimiento falangista. El habitualmente extremoso Southworth así lo indica :

“Si en noviembre de 1936, hubiese anunciado que el cargo de jefe de la Falange se encontraba vacante, ese hecho podría haber acarreado que Hedilla perdiera posiciones respecto de algún dirigente falangista, pero también hubiera permitido la consolidación de Falange mediante el nombramiento de un nuevo jefe. Cuando llegó el momento en que Franco decidió apoderarse de la Falange, no había ningún jefe, a excepción de ‘el Ausente’. Puesto que la Junta de Mando no difundió la noticia de la ejecución de Alicante, Franco se limitó simplemente a esperar para publicar la declaración oficial a que llegase el momento más oportuno para sus planes”.[14]

Ocultada la muerte de José Antonio, se propició el mito del ‘Ausente’, forjado, mantenido y extendido para evitar la desmoralización de las milicias falangistas, para entonces las más numerosas en su aportación al esfuerzo de guerra nacional.

Un sebastianismo sincero

Colaboró, así mismo, a la creación del mito la posibilidad, alentada por la ingenuidad de no pocos, de que José Antonio no hubiese sido muerto. Un simulacro por parte de las autoridades republicanas (o el fusilamiento de alguien que se le pareciera físicamente) le habría mantenido vivo, a la espera de una oportunidad para utilizarlo como baza de negociación o intercambio.[15] Así se dio pábulo al sebastianismo, identificando a José Antonio con el santo del siglo III, oficial de la guardia imperial. Diocleciano ordenó que se le asaetara por profesar la fe cristiana. Dejado por muerto, sanó de sus heridas y sufrió segundo martirio al presentarse de nuevo ante el emperador.

 Los más realistas, como el Jefe Territorial de Andalucía, no se dejaron llevar por sus sentimientos : “Aunque a muchos les dio por llamar al jefe muerto el Ausente, y de buena fe creían que seguía vivo, la verdad es que la cordura aconsejaba no dejarse influir  por lo que, desgraciadamente, no tenía remedio. Había sido fusilado en Alicante”.[16] Tampoco Bravo se hizo vanas ilusiones, “porque no obstante una débil voz íntima de esperanza que nos resonaba por dentro, siempre creí en la desdicha. En la Historia no se hacen comedias. Era demasiado excelso José Antonio para que la vileza le perdonase. En aquel anochecer triste y fatal, los camaradas que estupefactos habían escuchado la noticia se afiliaron instintivamente a un sebastianismo sentimental y falso, que nunca pudo engañarme a mí”. La convicción condujo al joven a escribir una carta de pésame a la hermana de José Antonio, Pilar Primo de Rivera.[17]

 Al propio Hedilla, que auspició la indefinición sobre la suerte de José Antonio, no le cupo duda alguna sobre lo que había ocurrido el 20 de noviembre de 1936.[18] Sin embargo, muchos de los colaboradores más allegados de Primo de Rivera confiaron en su regreso a zona nacional sano y salvo, dando crédito a los más extravagantes rumores. Este sincero sebastianismo coexistió con la creación en la prensa del mito del ‘Ausente’ ; interesada por práctica política y de eficacia en el esfuerzo de guerra, porque, si bien se podía pensar que los falangistas lucharían con más ardor para vengar a su jefe, tampoco era desechable la desmoralización que propiciaría el conocimiento de su muerte: ante su ausencia y unos cuadros desmedulados, la masa combatiente podría dudar de que el régimen por el que se luchaba fuera a ser precisamente el nacionalsindicalista.[19]

El hagiógrafo de José Antonio recuerda cómo, aun después de conocer la noticia de su muerte, devoraba la información procedente de zona republicana. Dos falangistas llegados de Alicante le dijeron a Ximénez de Sandoval que tras llorar la muerte del Jefe, habían sabido que una hora después de la ejecución un misterioso enlace había asegurado a Carmen Primo de Rivera en su celda que José Antonio no había muerto. Circulaban otros rumores: que el cadáver del fusilado la madrugada del 20 tenía el rostro desfigurado y era inidentificable; que al levantarse la sábana que cubría el cadáver, se descubrió que no era el del citado; o que la diligencia de la autopsia hablaba de un hombre calvo. Incluso un “camisa vieja” aseguraba haber recibido cinco misivas de José Antonio entre noviembre de 1936 y abril del 37. También los diarios se hacían eco de los rumores : “El 4 de octubre de 1937, en un periódico tan serio como Il Popolo d´Italia, se escribía (...) que ‘José Antonio se encontraba preso en Alicante’. Yo encontré -por azar- en Toledo un ejemplar de dicho número y se lo llevé a Pilar a Salamanca. No pude ver a ésta, y sí a su prima Inés, que me dijo : ‘Es cierto. José Antonio vive, pero no está en Alicante’. Yo me callé una noticia que me había llegado misteriosamente hacía poco tiempo, según la cual José Antonio había sido salvado por orden de la masonería internacional y le guardaba en su casa de Vich el Gran Oriente de la española Diego Martínez Barrio. Esta noticia inverosímil se completaba con estos datos : José Antonio se había dejado la barba y pasaba por un Secretario del Presidente de las Cortes rojas”.[20]

Las dudas sobre la muerte de José Antonio alcanzaron al propio Jefe del Estado. Ramón Serrano Súñer señala que “el propio Franco que tenía mejores medios de información, y para el que sin duda la supervivencia de José Antonio no representaba una perspectiva agradable desde el punto de vista político, llegó a dudar de su muerte. ‘Probablemente lo han entregado a los rusos y es posible que éstos lo hayan castrado’”, le dijo.[21]

El culto al ‘Ausente’ hasta el Decreto de Unificación

a) El falso culto a la personalidad de Hedilla

Después del 20 de noviembre de 1936 el culto al ‘Ausente’ se va a desarrollar en la prensa del Partido. Falange contaba por entonces con unos cuarenta periódicos en zona nacional,[22] en torno a dos núcleos : Sevilla, en torno al diario FE,[23] y Pamplona, con el periódico Arriba España y la doctrinal Jerarquía. Revista negra de la Falange.[24]

Manuel Hedilla había desempeñado la Jefatura de la Falange en la Montaña. Al estallar la guerra fue designado Jefe de la Junta de Mando Provisional, líder interino de la organización a la espera del regreso de José Antonio Primo de Rivera o del secretario general, Fernández Cuesta. No obstante, la muerte del primero, silenciada por su expreso deseo, le colocó en una difícil situación frente a intrigantes y arribistas. Hedilla dirigió la Falange hasta el Decreto de Unificación, cuando su oposición le valdría dos condenas a muerte. Su actividad se orientó hacia el mantenimiento de la moral en la retaguardia,[25] el contacto con los partidos hermanos extranjeros,[26] la absorción ideológica (en tono conciliador) del obrerismo republicano,[27] y ciertas iniciativas humanitarias.[28]

A pesar de que el culto a la personalidad figuraba en el pliego de cargos presentado por Dávila y Garcerán contra Hedilla,[29] los periódicos no le prestaron excesiva atención. Las piezas encomiásticas fueron exiguas. [30] La censura militar, sin embargo, fue aplicada habitualmente en sus discursos, como el de 16 de marzo de 1937, en el aniversario del encarcelamiento de José Antonio.[31]

 Las referencias a la interinidad de su jefatura fueron no sólo toleradas, sino alentadas por el propio Hedilla. Federico de Urrutia a principios de noviembre de 1936 se permitía afirmar que “un día, quizás cercano, aparecerá José Antonio entre nosotros, como un héroe legendario y entonces Manuel Hedilla volverá al Mar y a la Montaña ya redimida, para volver a ser aquel camarada del romance santanderino que un día agrupara en torno suyo a toda la juventud montañesa, desde aquella ventana de Castilla, asomada al azul de horizontes rizados del Cantábrico”.[32]

Una entrevista de Pedro de León a Hedilla en FE de Sevilla echaba por tierra su presunto culto a la personalidad : “Manuel Hedilla, el jefe de nuestra Junta de Mando provisional es poco conocido por las gentes del Sur”. León se permitía destacar lo efímero de su puesto : “Mientras falte nuestro César, la Falange tiene un ‘Inter-Rex’, de mente clara y músculos tensos”. Hedilla, por su parte, se descalificaba como líder nato y decía haber aceptado la Jefatura de Falange a título interino y “por lo que se aceptan todas estas cosas, por DISCIPLINA”.  Incluso, ante la pregunta de cuál era la esperanza de los falangistas, se mostraba rotundo : “El regreso del Jefe. Con El entre nosotros, Falange Española será el ejemplo del mundo”.[33]

Las acusaciones del culto a la personalidad se centraron en un artículo concreto : “Al volante, a 120 kilómetros por hora, habla Manuel Hedilla”, firmado por Víctor de la Serna.[34] Numerosos testimonios coinciden en este punto : Agustín Aznar, Jesús Muro, Roberto Reyes o Gumersindo García.[35] La pieza había sido encargada a Víctor de la Serna, por el Delegado Nacional de Prensa, José Antonio Giménez-Arnau. A este último le aseguraron que Franco, al conocer el folleto, espetó a sus colaboradores : “A ver si aprenden ustedes cómo se hace propaganda de un jefe”.[36]

           

b) Un ‘Ausente’ manipulado

 

            Careciendo Hedilla de personalidad para sustituir a José Antonio, la figura del último recibió una mitificación casi religiosa, compatible con la utilización interesada de su doctrina.[37] Los periódicos reprodujeron frases textuales de Primo de Rivera, como si se tratara de versículos bíblicos.[38] La pléyade de citas responde a que “no quedaba en zona franquista ninguna jefatura falangista capaz de alumbrar una brillante oratoria o terminar de dar forma a la doctrina falangista, y también porque la difusión de los escritos del líder falangista, en un momento en que únicamente existía una jefatura provisional en el partido, y además discutida, podía ser utilizada para aunar voluntades y continuar alimentando el mito de ‘el Ausente’”.[39] Paradójicamente, la referencia hasta la extenuación a los discursos de José Antonio coexistía con la censura de los más revolucionarios. Desde el Cuartel General del Generalísimo se prohibió la impresión y reparto del discurso del 2 de febrero de 1936 en su primer aniversario.[40]

 

La actitud, posiblemente bienintencionada, que favorecía con el culto al ‘Ausente’ supuso el mantenimiento del statu quo. Pilar Primo de Rivera participó de esta confianza en el regreso de su hermano. Ella misma relata su intervención  en el I Consejo Nacional de la Sección Femenina en Salamanca el 6 de enero de 1937 :

 

“Como aún no se sabía de la suerte de José Antonio, acabé con las esperanzadoras palabras del salmo: ‘... Mil saetas caerán a tu diestra y a tu siniestra diez mil, mas ninguna te tocará, porque El mandó a ti sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos...’”.[41]

 

            Oraciones y súplicas elevadas al Cielo expresaban un reconocido sentimiento de orfandad, del que es ejemplo “Plegaria por el ‘Ausente’” :

 

“(...) ¡Señor... ! Qué triste es pensar que José Antonio, el guerrero que forjó estas centurias de hierro, no se encuentre con nosotros... Que él no pueda llorar con nosotros por los caídos y alegrarse cuando vea venir a sus muchachos con banderas victoriosas...             (...) ¡Señor... ! El... está ausente... La esperanza nos lo trae y la duda nos lo lleva...   (...) ¡Señor... ! En estos momentos de amargura, con el mayor fervor de que soy capaz, os lo pido... Tened compasión de España, de la Falange y de nosotros. Velad por José Antonio y libradle de sus enemigos...”.[42]

           

Se llegaba a incurrir en un tono rayano en lo blasfemo, del que es ilustrativo “Luz en la aurora...”, una nota de la Jefatura Provincial de Salamanca :

 

            “Ante tamañas prevaricaciones, surgió la inextinguible figura del inmortal José Antonio Primo de Rivera, como surgió Cristo en el templo de los mercaderes, para con látigo de legítima justicia expulsar del Templo de la Patria a los mercaderes contemporáneos que tienen el corazón encerrado dentro de su caja de caudales”.[43]

 

En vísperas del Decreto de Unificación, el sebastianismo en torno a la figura de Primo de Rivera estaba plenamente vigente.[44]

           

La Unificación : Franco toma las riendas de Falange

 

            El 19 de abril de 1937 Franco promulgaba el  Decreto de Unificación, que  creaba un partido único de signo totalitario bajo su mando directo. La creación de Falange Española Tradicionalista de las JONS postulaba una difícil disyuntiva. A diferencia de Hitler o Mussolini, Franco no era un jefe de Partido que hubiera conquistado el Estado, sino un Jefe de Estado que se había hecho con el Partido. Pilar Primo de Rivera pidió a Hedilla que no le entregara la Falange.[45]

 

No obstante, la propaganda ya venía operando el relevo en la jefatura de Falange. El caudillaje de Franco se razonaba, no en que José Antonio estuviese muerto (que lo estaba, pero no se decía), sino en que su ausencia le alejaba de las decisiones. Bastante antes de la Unificación la prensa “azul” había resaltado las coincidencias ideológicas entre ambos.[46] Incluso se había decretado la inserción obligatoria en todas las cabeceras del lema “Una Patria, un Estado, un Caudillo. Una Patria España, un Caudillo Franco”.[47] El relevo de José Antonio por Franco se justificaría en que el último se proponía llevar a la práctica las consignas dictadas por el primero, extremo al que no fueron ajenas las cabezas más brillantes, como Pedro Laín Entralgo, que pensaba que Franco sería “seguro ductor” de la Revolución Nacionalsindicalista de José Antonio.[48]

 

            Instalado Franco en el lugar de Primo de Rivera, las mejores plumas del bando nacional exaltaron hasta el paroxismo la figura del ‘Ausente’, mientras se insistía en que Franco era el depositario de su legado.[49] En el otoño del 37 se pone al servicio del ‘Ausente’ la pluma de Gonzalo Torrente Ballester, con artículos como “José Antonio en el Parlamento” ;[50] “Mandar...”, en el que confesaba que “somos muchos los que, sin haber oído ni visto jamás a JOSE ANTONIO, seguimos el camino que nos marcó con obediencia y disciplina, ímpetu y paciencia” ;[51] o “Lo nacional y lo universal en la doctrina de la Falange”.[52] Más entregado a semblanzas heroicas, Rafael García Serrano fue otro artífice literario del mito.[53] Su trabajo “José Antonio. César y Ausente” constituía una plegaria, a medio camino entre la desesperanza y el sebastianismo :

 

“Yo sé de un camarada que desde que ingresó en la Falange -allá por marzo del treinta y tres- todas las noches, sin dejar una, ha rezado para que Dios guardase a JOSE ANTONIO. Cada noche era un temblor y después de las tres Ave-Marías un sereno reposo en la confianza. ¿Qué misterio es éste, que en un año consigue leyenda y hace más entrañable, más todavía, la joven figura de JOSE ANTONIO ? Hoy en España, al decir JOSE ANTONIO, en rito familiar, elegante, llano, nos estremecemos en la duda angustiosa. Y JOSE ANTONIO está con nosotros : es el César joven  y es -qué misterio y qué duda y qué confianza- el Ausente. JOSE ANTONIO, ¿verdad ?, no ha desaparecido para siempre. Está fuera, viajero el cuerpo y el consejo : y un buen día, de repente, lo veremos entrar por las puertas de la Patria y el mundo entero sabrá de una alegre España (...)

            Pero en este veintinueve de Octubre, hemos sentido en el luto garboso de las banderas, un dolor de ausencia. Es el segundo veintinueve de octubre que JOSE ANTONIO falta. ¿Qué misterio le guarda, celosamente, como algo perfectamente impalpable, que una palabra puede romper ? ¿Qué veintinueve de Octubre será el de su presencia, junto a nosotros, tres estrellas blancas de cuatro puntas bajo el yugo y las flechas, el brazo remangado y la voz vivísima ?

            Los días son esperanzas y desesperanzas. Del Mediterráneo ha de venir la noticia. Y el Mediterráneo no nos traicionará a fuerza de Mar y de nuestro. Que se alcen pronto las banderas de bienvenida, por la gracia de su dolor y de nuestro dolor. Por la gracia de aquellas tres Ave-Marías del camarada. Porque ese día será la primavera”.[54]

 

            En la misma línea de súplica se inscribe el largo poema “Mensaje a José Antonio”, de Federico de Urrutia, engolado y épico cantor de la Cruzada, cuyo estribillo reza : “¿Dónde te fuiste José Antonio,/ que te busco y no te encuentro ?”.[55]

 

La confirmación de la muerte de José Antonio

 

            El primero en hablar del destino irrevocable del Jefe Nacional de Falange sería Raimundo Fernández-Cuesta, quien aclararía en Valladolid el 18 de julio de 1938 que “nuestro José Antonio forma en los luceros con su vieja guardia. José Antonio se nos fue para siempre. Pero su recuerdo vivirá para siempre en nuestros corazones como vive en el corazón y en la mente del Caudillo”.[56]      

 

El consejo de ministros celebrado el 1 de octubre de1938 hace pública, oficialmente, la muerte de Primo de Rivera,[57] cuyo recuerdo sería utilizado para rechazar toda solución pactada a la guerra.[58] El aniversario de la fundación de Falange, 29 de octubre, fue, de nuevo, Fernández-Cuesta el encargado de rendir tributo a la memoria de José Antonio :

 

“(...) Camarada y amigo : te marchaste en plena juventud, como los elegidos de los dioses. Como Sigfrido, te enfrentaste con el dragón. Como Amadís, luchaste por la dama de tus desvelos para salvarla de brujas y de endriagos. Cual nuevo Garcilaso, hiciste poesía y caíste por el Imperio, sin casco ni coraza, a cara descubierta, al asaltar el castillo de tus ilusiones”.[59]

 

            Dionisio Ridruejo, desolado, destacó ante los micrófonos de Radio Nacional que José Antonio “tenía a su muerte 33 años ; había predicado 3 y vivió 30 en silencio y trabajo (...) Cumplió al morir, la condición que Dios exige a los hombres para ser casi divinos”. [60] Un año después Ridruejo era el encargado de pronunciar un juramento ante su féretro en El Escorial, después de que un cortejo impresionante de antorchas lo trasladara desde Alicante : “¡Qué maldición de siglos ofenderá la memoria de quienes no sepamos defender, con la vida y la muerte, esta fresca esperanza !”. Y Franco, ante la losa, se permitía utilizar la fórmula ritual de los entierros falangistas :

 

            “- José Antonio, símbolo y ejemplo de la juventud, cuando te unes a la tierra que tanto amaste, repetiré ante tu tumba las mismas palabras que tú pronunciaste ante el primer caído : que Dios te dé su eterno descanso y a nosotros nos lo niegue hasta que sepamos ganar para España la cosecha que siembras con tu muerte”.[61]

 

Algunos gazapos

 

Pese a la rígida censura militar, algunas informaciones echaron por tierra el mito del ‘Ausente’, al sugerir la suerte del Jefe de la Falange. No obstante, sólo parece haber informado inmediatamente de la ejecución un periódico nacional :

 

            “Gracias a una posible fisura de los organismos encargados de la censura, el diario El Pensamiento Alavés (Vitoria) informaba el 18 de noviembre sobre el inicio del juicio y en el ejemplar del día 20, bajo el epígrafe ‘Los rojos han asesinado a José Antonio Primo de Rivera’, se puede leer :

            Alicante.- Oficialmente se ha transmitido la noticia de haber sido fusilado, en unión de otros cuatro detenidos, el jefe nacional de Falange”.[62]

 

            Sancho Dávila cometió un desliz en unas declaraciones a FE ,  que el rotativo sevillano publicó el 2 de diciembre de 1936 :

 

            Posteriormente emprendimos [Dávila y Hedilla] el viaje a Salamanca, con el exclusivo objeto de preparar la reunión del Consejo Nacional, que pocos días después se celebró. Es, por lo tanto, falsa la noticia difundida por varios periódicos extranjeros de que nuestro viaje se relacionaba con la muerte de nuestro jefe nacional.

            Yo no quiero perder la esperanza de verle algún día entre nosotros (...) Precisamente, con ocasión de su preciada muerte, que todavía me niego a creer, ha dicho la radio moscovita de Madrid (...)”.[63]

 

            Poco después el Colegio de Abogados de Oviedo nombraba decano honorario a Calvo Sotelo, y a José Antonio en espera de que “quedara confirmada su muerte”.[64]

 

 

Conclusión : el mito y el hombre

 

        La figura de José Antonio Primo de Rivera fue exaltada hasta lo imposible por unos seguidores que se resistían a aceptar su orfandad, al par que era troquelada interesadamente por quienes detentaban el poder sin una ideología definida. La ficción del ‘Ausente’ evitó la desmoralización de las amplias milicias falangistas. En el campo de agramante en que se instala una guerra civil, pocos son los que alertan sobre lo pernicioso de petrificar al hombre reduciendo sus palabras al incontestable dogma del versículo bíblico. Giménez-Arnau trató de superar el hastío de todo lo relativo al ‘Ausente’ invocando el concepto joseantoniano de “tradición” :

 

            “Algo así como esto : ‘No entendemos la tradición con ánimo de copia, sino con ánimo de adivinación ; no pretendiendo repetir lo que hicieron nuestros antepasados, sino imaginando lo que ellos estimarían propio de estos días’. Y digo hasta qué punto estoy harto, y conmigo muchas gentes, de esa machaconería con que a diario oímos el ‘José Antonio dijo’, ‘José Antonio hizo’, ‘José Antonio pensó’, y afirmo que está llegando ya el momento de decirse ‘José Antonio diría’, ‘José Antonio haría’, ‘José Antonio pensaría’...”.[65]

 

            Frente al hieratismo frío del héroe, se impone rescatar al ser humano. Si muerto el hombre, nace el mito, es necesario operar a la inversa, asesinando el mito, para recuperar al hombre. No hay mejor epitafio que las palabras de un amigo. Agustín de Foxá las tuvo para José Antonio Primo de Rivera :

 

            “José Antonio, sin proponérselo, convertía a sus amigos en discípulos suyos. Yo antes de Falangista fui amigo de José Antonio ; ya sé que para los teóricos puros, para los que ponen a la razón y la doctrina por encima de todo, esto constituirá un reproche.

            Pero no es mal camino para llegar a la verdad, éste de la amistad y el afecto ; yo lo prefiero.

            José Antonio no olvidó nunca a sus amigos. En la soledad de su celda de Alicante, rodeado por un mar de odio, tuvo el pulso sereno para escribirles cartas llenas de serena conformidad y aliento.

            Nosotros no lo olvidaremos nunca. Pasarán los años ; cambiarán las ideas ; es posible que haya nuevas fórmulas políticas. Pero yo guardo avaramente, para mi vejez, estas palabras que me llenan de orgullo y que nadie podrá arrebatarme :

            - Yo fui amigo de José Antonio.”[66]                             



[1] Gil Pecharromán, Julio : José Antonio Primo de Rivera. Retrato de un visionario, Temas de Hoy, Madrid, 1996.

[2] En la senectud del Régimen, Juan Velarde afirmaba : “Se me pone la carne de gallina al ver cómo a Calvo Sotelo se le hacen monumentos, se le llama protomártir, tiene Avenidas, y no se reeditan sus obras”. Criba, 12-VI-1971.

[3] “Nada se sabe de su suerte. En un momento en que se tiende a destruir la inteligencia, no es posible esperar con optimismo lo que la lucha pueda reservarle. Yo lo he seguido con atención y puedo asegurarle que se trata de un cerebro privilegiado. Tal vez el más prometedor de la Europa contemporánea”. Declaraciones de agosto de 1936 al periodista argentino Lisardo de la Torre, reproducidas por Fórmica, Mercedes : Visto y vivido, Planeta, Barcelona, 1982, p 130.

[4] Rodríguez Jiménez, José Luis : La extrema derecha española en el siglo XX, Alianza Universidad, Madrid, 1997, p 216. La falta de información dio pábulo a testimonios de dudoso crédito, como el de un huido de Alicante : “De José Antonio pude oír que lo habían trasladado a Cartagena”. FE, 25-IX-1936. Sobre las dudas sobre el estado mental de José Antonio ver Viñas, Angel : Guerra, dinero, dictadura, Crítica, Barcelona, 1984, p 91.

[5] Bajo el titular “Profecías de José Antonio”, FE de Sevilla reproduce tres citas de su discurso de 17 de noviembre de 1935 en el Cine Madrid, referentes a la ineptitud de mirar a España desde la derecha o la izquierda, la amenaza del torvo frente asiático y la seriedad de ser español. UNIDAD. Diario de Combate Nacional-sindicalista. (San Sebastián), 16-IX-1936.

[6] FE, 30-IX-1936.

[7] Jerarquía era dirigida por Fermín Yzurdiaga. “Personalmente, en la figura de Yzurdiaga confluían elementos falangistas y simplemente reaccionarios pero expresados en un tono de exaltación  mística que llegaba a lo ridículo. El activo cura navarro transformó la retórica usual de Falange”. MAINER, José Carlos : Falange y literatura. Antología. Labor, Barcelona, 1971, p 39.  

[8] JERARQUÍA. LA REVISTA NEGRA DE LA FALANGE (Pamplona), nº1 (invierno 1936).

[9] El Socialista de Madrid recogía el 18 de noviembre el juicio contra Primo de Rivera afirmando que “el procesado declara que condena el movimiento rebelde de los generales”. Trataba así de mostrar disensiones en el campo enemigo. El día 19 incluía la condena a muerte de José Antonio y las penas dictadas para su hermano y cuñada. El día 21 informaba del cumplimiento de la pena capital.

[10] Cadenas y Vicent, Vicente de : Actas del último Consejo Nacional de Falange Española de las JONS (Salamanca), 18-19-IV-1937. Madrid, 1975, p 64.

[11] “Derrumbadas nuestras mejores ilusiones, confieso que lloré. No lo hacía desde muchos años antes, acaso desde la infancia. Ni penas familiares, ni espectáculos de tragedias lograron sumirme en mayor desesperación (...) Un sordo rencor nos envenenaba el alma, reclamando satisfacción para la Némesis implacable de la venganza”. Bravo Martínez, Francisco : José Antonio : el hombre, el jefe, el camarada, Ediciones Españolas, Madrid, 1939, pp 131-132. Otro testimonio, aunque más poético, expresan la mismo desconsuelo : “En esta neblina que me acompaña cuando me retrotraigo a finales del año 36, hay una noche escalofriante. Una noche -¿qué le importa a nadie dónde, ni cuándo, ni por qué ?, ¿a cuenta de qué explicar el tugurio en que la tremenda noticia me llega ?-, creo que una radio dice en pocas palabras la noticia no por esperada menos sobrecogedora. José Antonio Primo de Rivera ha sido fusilado en Alicante (...) Salgo a la calle y ando mucho, ando largamente. Presumo que habrá gentes que negarán el hecho, como efectivamente va a ocurrir. El chirimiri se mezcla con mis lágrimas. No pienso que tengo dos hermanos a los que pudiera caberles el mismo destino. Y al llegar a casa rebusco una fotocopia de un documento redactado en la cárcel de Alicante por José Antonio Primo de Rivera que explica, con todo laconismo, una lección de hombría : ¡Arriba España ! ¡Arriba España ! Solamente eso”. Giménez-Arnau, José Antonio : Descifre Vuecencia personalmente, Destino, Barcelona, 1978, p 80.

[12] José Antonio Girón de Velasco, más tarde ministro de Trabajo, ha dejado constancia del clima de abatimiento en aquel Consejo : “Cuantos estábamos dentro del edificio nos quedamos abatidos. Recuerdo, sin embargo, que Garcerán, que no sé si era consejero, lloraba a moco tendido y me decía : ‘¡Y quién mejor que yo, que he sido su pasante, su hombre de confianza, para sustituirle !’”. Girón de Velasco, José Antonio : Si la memoria no me falla, Planeta, Barcelona, 1994, pp 62-64.

[13] Cadenas, Vicente, op. cit., p 71.

[14] Southworth, Herbert R., Antifalange, Ruedo Ibérico, París, 1967, p 164.

[15] El Gobierno de la República desmentiría esta hipótesis pronto, al informar a los políticos extranjeros que habían evacuado consulta sobre José Antonio. El que el fusilamiento se llevara a cabo de espaldas al Consejo de Ministros, confundió a los propios políticos republicanos. Mariano Ansó ha dejado escrito que para Negrín la muerte de José Antonio, aparte de “una gran derrota moral”, fue una sorpresa. Ansó, M. : Yo fui ministro de Negrín, Planeta, Barcelona, 1976, p 167-168. Largo Caballero, presidente del Gobierno, señala : “Estábamos en sesión con el expediente sobre la mesa, cuando se recibió un telegrama comunicando haber sido fusilado Primo de Rivera en Alicante. El Consejo no quiso tratar una cosa ya ejecutada, y yo me negué a firmar el enterado para no legalizar un hecho realizado a falta de un trámite impuesto por mí a fin de evitar fusilamientos ejecutados por la pasión política. En Alicante sospechaban que el Consejo le conmutaría la pena. Acaso hubiera sido así, pero no hubo lugar”. Largo Caballero, Francisco : Mis recuerdos, Ediciones Reunidas, México, 1976, pp. 196-197.

{El término sebastianismo hace referencia al mito que mantuvo la actitud de independencia de los portugueses (de algunos, no de todos, que hubo muchos que se integraron en la sociedad panhispánica), en contra del reinado de Felipe II (II de España, I de Portugal).

El Rey Don Sebastián, bisnieto de Juana la Loca, hijo de Don Juan Manuel, sobrino de nuestro Felipe II era un joven caballero imbuido de espíritu cruzado, digno tataranieto de los Reyes Católicos. Hombre de gran valentía personal y acendrada fe religiosa, condescendiente con los débiles e implacable con los poderosos, amado de su pueblo, se empeño en una batalla personal contra los islamitas en su propio terreno, y en 1578 lanzó un ejército, acaso no suficientemente preparado, para conquistar Marruecos.
 
Derrotado Don Sebastián en Alcazarquivir, jamás se encontró su cadáver, lo que dio lugar a la leyenda de que un día regresaría para expulsar al monarca intruso  y restaurar el  Gran Portugal. A veces las aspiraciones populares quisieron encontrar una encarnación para el desaparecido Don Sebastián, como en la conspiración del "Pastelero de Madrigal", que pretendió identificarle con un hijo bastardo que había tenido Don Juan Manuel con una dama de Madrid: Gabriel de Espinosa.
 
La leyenda, por lo visto, se ha prolongado en el tiempo ya hasta aparece en autores recientes, como el casi contemporáneo Fernando Pessoa, que suspiraba por el regreso de Don Sebastián.
 
Esta "saudade", el sebastianismo, se ha querido ver como parte constitutiva del carácter portugués. (n. de la r.).}

[16] Dávila, Sancho : José Antonio, Salamanca y otras cosas, Afrodisio Aguado, Madrid, 1967, p 102.

[17] Sólo el convencimiento podía mover a escribir de buena fe una carta tan dolorosa. Fechada en Burgos a 25 de noviembre de 1936, rezaba así : “En estos momentos de suprema angustia, cuando las noticias que se reciben parecen confirmar la muerte gloriosa de tu hermano José Antonio, nuestro Jefe insubstituible, no quiero que falten mis humildes palabras entre las muchas de condolencia que estarás recibiendo (...) Y que te sirva de consuelo ante este nuevo golpe del Destino, la seguridad de que los que estaremos siempre con tu hermano, a través del infinito y de la muerte, hemos de hacer tan sólo lo que sirva para exaltar su memoria y hacer prevalecer su obra”. Bravo, Francisco, op. cit., pp 132-134.

[18] “Aquel 21 de noviembre, sobre Manuel Hedilla gravitaba verídico dolor por la muerte de José Antonio, y pesaba un tremendo anhelo. Nadie advirtió traza, en el semblante del jefe de la Junta, del trance en que se debatía”. Testimonio de Manuel Hedilla, Acervo, Barcelona, 1972, p 301.

[19] Además, “no se quería hacer oficial la muerte del Jefe, porque no se sabía con certeza y porque se temían represalias por parte de los falangistas con los presos rojos”. Ximénez de Sandoval, Felipe : José Antonio (biografía apasionada), Fuerza Nueva, Madrid, 8ª edición, 1980, p 550.

[20] Ximénez, op. cit., pp 549-552. Después de fusilado José Antonio, Agustín Aznar, uno de los falangistas que había participado en los intentos de liberación del Jefe Nacional, recibió una confidencia, procedente del Oranesado, en la que se le afirmaba que José Antonio vivía. La fuente parecía de crédito (un agente del Deuxième Bureau). Se trasladó a Melilla, cruzó la frontera argelina y se dirigió a Sidi-bel-Abbes. La información era falsa y Aznar, envuelto en una encerrona, tuvo que huir en una avioneta. Testimonio de Manuel Hedilla, pp 230-231.

[21] Serrano Súñer, Ramón, Entre el silencio y la propaganda, la Historia como fue, Planeta, Barcelona, 1977, pp 169-172. El embajador italiano afirmó que al presentar sus cartas credenciales  “en aquel invierno de 1936 Franco me dijo que creía que debía de estar vivo [José Antonio] en poder de los rojos”. Cantalupo, Roberto, Embajada en España, Luis de Caralt, Barcelona, 1951, p 105. Cantalupo llegó a Salamanca en febrero de 1937.

[22] Falange sólo tuvo dos periódicos hasta el 1 de febrero de 1936 : el semanario FE, reemplazado en 1935 por Arriba, suspendido gubernativamente. Después publicó No importa, clandestino, y Solidaridad Nacional, en Barcelona. El 18 de julio de 1936 el número de periodistas o escritores “camisas viejas” era exiguo, pero antes de terminar 1936 Falange se había hecho con el control de 17 diarios y 23 semanarios. Rodríguez Jiménez, op. cit., p 215.

[23] FE respondía a las consignas de Sancho Dávila, el jefe territorial de Andalucía, un censor escrupuloso. Cuando Dávila llegó a la zona nacional, FE. había alcanzado una considerable tirada, que fue disminuyendo a marchas forzadas. Testimonio de Manuel Hedilla, p. 319.

[24] Revista mimética de la fascista del mismo nombre, fue el núcleo del enrarecimiento intelectual, merced a Ernesto Giménez Caballero. “Las consecuencias del reaccionarismo empezaron a notarse antes del 19 de abril de 1937. Unos intelectuales que formaban el grupo llamado de Pamplona, del que habían salido, espontáneamente, los más grandes elogios a la obra de Hedilla, buscaron la línea de menor resistencia, bajo los auspicios del barroquismo orsiano de los últimos tiempos (...) Su cabeza visible, el sacerdote Fermín Yzurdiaga, había solicitado permiso de la Junta de Mando -y lo obtuvo- para lanzar una revista titulada Jerarquía”. Testimonio de Manuel Hedilla, p 323.

[25] A través del micrófono de Inter-Radio Salamanca, se dirigió a la población salmantina tras un duro bombardeo. ¡Arriba España ! Hoja de combate de la F.E. de las J.O.N.S. (Pamplona), 4-XII-1936.

[26] En este sentido, se encontró en Lyon con Philippe Dreux, Jefe del Partido Francista (fascista) Francés. ¡Arriba España ! (Pamplona), 15-XII-1936 ; y ofreció numerosas declaraciones a periodistas italianos.

[27] En su discurso radiado de la Nochebuena de 1936 Hedilla afirmaba : “Por donde paséis quede bien alto el pabellón rojinegro de Falange Española de las JONS (...) Que nadie sacie odios personales y que nadie castigue o humille a quien por hambre o desesperación haya votado a las izquierdas (...) ¡Brazos abiertos al obrero y al campesino !”. Unidad (San Sebastián), 28-XII-1936.

[28] Hedilla envió una carta a la Sociedad de Naciones para denunciar el crimen que, a su juicio, suponía el envío de los niños españoles a la Rusia soviética. ¡¡Arriba ! ! (luego Sur), de Málaga, 28-II-1937.

[29] “Propaganda desmedida e impropia de su persona para ponerse a una altura superior a la que le corresponde, orientando su actuación a crearse partidarios personales y reclamando para esta tarea  colaboradores oficiosos, encargados de fabricarle artículos y discursos de todo género”. Citado en Thomàs, Joan María, Lo que fue la Falange, P&J, Barcelona, 1999, p 178.

[30] “El camarada Manuel Hedilla”, por E. Giménez Caballero, La Nueva España (Oviedo), 6-II-1937 ; “¡Aquí radio nacional ! Habla Hedilla”, Fotos. Semanario gráfico de reportages, 27-III-1937 ; “Las veinticuatro horas de Manuel Hedilla”, Fotos, 3-IV-1937 ; y “Hedilla en el mar”, Fotos, 17-IV-1937.

[31] Testimonio de Manuel Hedilla, p 408. Sus declaraciones al periodista italiano Farinacci fueron igualmente censuradas al traducirse. El Adelanto de Salamanca, 17-IV-1937.

[32] Unidad (San Sebastián), 5-XI-1936. También los periódicos extranjeros se hacían eco de la interinidad. La prensa nacional reprodujo un artículo dedicado al líder falangista por la Gazzeta del Popolo. En él se constataban sus escasas cualidades políticas para señalar que el auténtico jefe no era otro que José Antonio Primo de Rivera : “Hedilla ofrece un aspecto simpático : Un gran organizador, obrero serio y de voluntad decidida, pero sin aquel aspecto inconfundible por el que se reconoce a primera vista que ha nacido para mandar. Por otra parte más que un verdadero Jefe ha de considerársele como un Lugar-Teniente, ya que se encontraba a la cabeza de la Falange cuando Primo de Rivera cayó en manos de los Rojos. Si algo desgraciado ocurriera a Primo de Rivera, Hedilla será su probable sucesor, teniendo en su haber su acertada intervención durante este tiempo que ha tenido la responsabilidad del mando...” ¡Arriba España ! (Pamplona), 5-XII-1936.

[33] FE, 7-IV-1937.

[34] Víctor de la Serna (Valparaíso, 1896- Madrid, 1963). Hijo de la novelista Concha Espina, fundó el diario LA REGIÓN y colaboró con INFORMACIONES antes de la guerra. Reseña en Mainer, José Carlos, Falange y literatura. Labor, Barcelona, 1971. De la Serna ocupaba la secretaría política de Hedilla. Se preocupaba de crear el mito del santanderino y de preparar sus discursos, ya que éste  no era hombre de pluma ni oratoria. Testimonio de Manuel Hedilla, p 418.

[35]Ibídem, pp 415-416.

[36] Giménez-Arnau, José Antonio, Descifre Vuecencia personalmente. Destino, Barcelona, 1978, pp 80-81. Víctor de la Serna presentaba así al jefe de la Junta de Mando : “Manuel Hedilla, atlético y fornido, es uno de los hombres que menos hablan en el mundo. Sin embargo, cuando hace el alto final de la jornada, Manuel Hedilla es propicio a la confidencia. En otro momento es también comunicativo : cuando sus fuertes puños, como mazas, pilotan, a 120 kilómetros por hora, el volante del automóvil”.

De la Serna le preguntaba sobre el ‘Ausente’ : “- ¿Ya conocías a José Antonio ? ¿Qué impresión te hizo ? (Hedilla, al nombre del ausente, cambia de fisonomía en la noche. Levanta el pie del acelerador y yo noto que algo se quiebra en la clara voz del Jefe. Nadie adora a José Antonio como él. Aprieta las tenazas musculosas de sus puños contra el volante y apenas se le oye decir, no sé si gemido, si grito de angustia o jaculatoria : “¡José, José !” Callamos unos minutos.

- Sí, le conocía ya (...) Te aseguro que yo, que no me impresiono por nada, me impresioné ante él. No era como nosotros, tenía no sé qué...

- Genio, ¿no crees ?

- Genio, santidad, ¡lo que quieras ! Algo que no tenemos ni tú ni yo ni los demás”.

Al final del artículo de la Serna se manifestaba abiertamente en favor de la sucesión en la Jefatura de Hedilla : “Yo le he visto jugar como un chico con los muchachos de la escolta, obreros como él. Y le he visto también cruzar salones imponentes, con un aire sencillo, pero mayestático, de césar campesino, de gran conductor de pueblos.

                Viéndole, oyéndole, contemplando su único minuto de melancolía, que es cuando piensa en el Ausente, uno dice íntimamente con un convencimiento biológico :

                ¡ “ESTE ; ESTE ES” !”. Las citas están tomadas de Unidad (San Sebastián), 19-I-1937.

[37] La falangista Mercedes Fórmica fue de la opinión de que, siendo la muerte de José Antonio un secreto a voces, mejor sería disolver la Falange : “Sus miembros ayudarían a ganar la guerra, pero nadie debía aprovechar unas ideas, en trance de formación, para desvirtuarlas, sabiendo que los que detentaban el poder no creían en ellas. Al general Franco le convenía mantener las apariencias de una doctrina como la de José Antonio y propició la ficción del ‘ausente’. Estoy convencida que, de no haber existido aquella ideología, se hubiese inventado”. Fórmica, Mercedes, op. cit., p 246.

[38] Entre ellos destacó Unidad de San Sebastián, un fabuloso instrumento de indoctrinación.

[39] Rodríguez Jiménez, José Luis, op. cit., p 221.

[40] Ibídem, p 222. En dicha alocución José Antonio se había desvinculado de derechas e izquierdas en la tesitura de la confrontación electoral, en la que Falange presentaba candidatura independiente. En su petición de “desmontaje revolucionario del capitalismo” llegaba a afirmar que el manifiesto electoral de las izquierdas frentepopulistas se mantenía “en los términos del más cicatero conservatismo. Nada que se acerque a la nacionalización de la banca, nada que se acerque al control obrero, nada que sea avance en lo social”. El discurso en Primo de Rivera y Urquijo, Miguel, Papeles póstumos de José Antonio, Plaza y Janés, Barcelona, 1996, pp 303-311. La Falange se movilizó y el texto llegó impreso a las provincias para ser repartido por las calles. En Salamanca, Antonio Tovar lo leyó ante los micrófonos de la radio. Algunos falangistas fueron encartados por rebelión militar, pero el episodio no pasó a mayores. Una narración en Ridruejo, Dionisio, Casi unas memorias, Planeta, Barcelona, 1976.

[41] Primo de Rivera, Pilar, Recuerdos de una vida, Dyrsa, Madrid, 1983, p 105. El salmo es el nº 90.

[42] La Nueva España (Oviedo), 4-II-1937.

[43] El Adelanto. Diario de Salamanca, 12-III-1937.                 Al establecer un cierto paralelismo entre la figura de José Antonio y la de Cristo el texto recuerda a ciertos pasajes del artículo  “Advocación”, dedicado unos años después a José Antonio por José Luis de Arrese en Sur : “Y echaremos del templo a los mercaderes y tu sangre florecerá y el cortejo de tus mártires flotará como una inspiración y la venda de oro que hoy ciega a los hombres caerá y volveremos a soñar contigo cosas imposibles...”. Arrese, J.L., Escritos y discursos, Eds. de la Vicesecretaría de Educación Popular, Diana, Madrid, 1943, pp 25-27.

[44] El 11 de abril de 1937 José Vasquez pronunciaba unas significativas palabras en Redondela : “Afirmo que José Antonio vive y que vendrá a hacer una España Grande, Libre e Imperial, que hará desaparecer para siempre a los políticos agonizantes, que aún colean  y no se resignan a morir civilmente”Citado por Southworth, Herbert R., op. cit., p 166, quien toma la noticia de El pueblo gallego.

[45] “Mientras todo esto ocurría yo estaba con Marichu de la Mora visitando las provincias de Galicia y León, y en León fue donde, a través de la radio, nos enteramos de lo que sucedía, y, la verdad, nos sentó muy mal, sobre todo porque aún no sabíamos a ciencia cierta la muerte de José Antonio ; se le seguía considerando ‘el Ausente’, y esa sustitución, aunque fuera por Franco, en la jefatura de la Falange no nos gustó nada. Franco seguramente conocía ya el asesinato de José Antonio, acaecido el 20 de noviembre de 1936, y por eso lo hizo”. Primo de Rivera, Pilar, Recuerdos de una vida, Dyrsa, Madrid, 1983, pp 109-110.

[46] Tresgallo de Souza (pseudónimo de Maximiano García Venero) se había referido en “Recuerdo del Capitán de España a nuestro Ausente” a la alocución de Franco a las Centurias de la Falange el 8 de febrero de 1937, afirmando las grandes coincidencias de pensamiento entre el Generalísimo y Primo de Rivera. El Adelanto. Diario de Salamanca, 11-II-1937.

[47] Traducción del lema nazi “Ein Volk, ein Reich, ein Führer”. Rodríguez Jiménez, J. L., op. cit., p 215.

[48] Jerarquía. La revista negra de la Falange (Pamplona), nº2, 1937, p. 166.

[49] Sur indicaría que “no podía serse decorosamente Jefe de nuestro Movimiento sin esa llama abrasadora y mística de la justicia social. Había de transmitirse al que ocupase el lugar de JOSE ANTONIO la sed de justicia que siempre le ha consumido. Nadie que no la poseyese hubiera sido digno de sustituirla. FRANCO ocupa por derecho propio la suprema Jerarquía de la Legión Azul”. Sur, 9-IX-1937.

[50] Sur, 26-X-1937.

[51] Sur, 31-X-1937.

[52] La Nueva España, 10-XI-1937.

[53] En su artículo “Historia de cómo llegó la primavera” resalta el plano guerrero : “(...) José Antonio soñó de la guerra un sendero. José Antonio tiene en el decir leal de sus manos la suerte de España. José Antonio acertó a lanzar la moneda al aire en el instante preciso : en la mañana que necesitaba España. Y la guerra fue un sendero -de madrugada- porque así lo soñó José Antonio y así lo quisimos nosotros en el jugoso decir de su nombre cesáreo. Y resultó que el eterno pelotón de soldados que salva la cultura, llevaba, por esta vez, un yugo amarrando cinco flechas sobre la camisa azul”. Sur, 7-VIII-1937.

[54] Sur, 23-XI-1937.

[55] Fotos, 22-I-1938.

[56] Palabras reproducidas en Fotos, 30-VII-1938. A su regreso a zona nacional en octubre de 1937, canjeado como preso político, Fernández-Cuesta no había aclarado nada. Causa estupefacción el que la revista de la Sección Femenina, Y, insistiera en su número de julio-agosto con un artículo (“Dos influencias sobre el carácter de José Antonio”) de forma masoquista en el culto al ‘Ausente’ : “En la sala de un hospital un herido, enfermo además, llora en su delirio. Nos acercamos. El nombre de José Antonio se repite con frecuencia en sus labios, sus palabras son un monótono monólogo sobre el mismo tema. Mejora y le interrogamos :

- Lo único que me importaba era morirme sin que pudiera saber José Antonio que me había portado bien. En el frente no pensaba más que en él.

- ¿Tú conocías a José Antonio ?

- Yo no, pero soy falangista y he ido a la guerra por él”.

                Reproducía, así mismo, la carta de un falangista de 18 años que conoció personalmente a su jefe : “Recemos porque José Antonio ‘El César’ viva. Recemos para que Dios, que todo lo puede, nos lo devuelva sano y salvo. Adiós, soy cada vez más falangista y sólo quisiera que si tuviera que caer, fuera la bandera roja y negra la que me envolviese y despidiese”. Y. Revista para la mujer, julio-agosto 1938.

[57] La Nueva España (Oviedo), 2-X-1938. Dos días más tarde el diario inserta el editorial “Ausente en la eternidad” : “Pruebas irrefutables autorizan a dar carácter oficial a esta dolorosa pérdida. Y la esperanza, esa lucecilla que en el más hondo rincón de nuestros corazones  ardía en infatigable vigilia, aguardando la nueva inesperada que viniera a convertirla en luz radiante, se ha extinguido para siempre al soplo de la realidad (...) Aquella figura que traslucía un espíritu en el que ardía la luz vivificadora del creador, no volverá a estar presente en su envoltura corporal...”.  En el texto se califica a José Antonio de “creador y a la vez apóstol de la nueva doctrina”, “profeta de su patria”, “poeta”, “adivino” ; “preferido de los dioses”, etc” ; pero desvía parte de los parabienes hacia Franco : “El Ausente ya no está entre nosotros ; está ausente para siempre, allá en la eternidad. Pero nos queda su doctrina, su legado inmortal (...) El profeta fue también en esto un poeta, un adivino. Su doctrina encontró, por alto designio, el señor que esperaba...”. La Nueva España, 4-X-1938.

[58] Unidad abría el 15 de octubre su edición así: “¿Pacto con los asesinos de José Antonio ?”.

[59] Fernández-Cuesta, R., Intemperie, victoria y servicio, Prensa del Movimiento, Madrid, pp 147 y 150.

[60] Sur, 16-XI-1938.

[61] Citado en Girón de Velasco, José Antonio, op. cit., p 68.

[62] Rodríguez Jiménez, J.L., op. cit., p 218. En la prensa “azul” apareció una nota de la Jefatura de Prensa y Propaganda que se refería al Consejo Nacional de Falange del 21 de noviembre de “este otoño agorero de pesadillas lúgubres”. Por ejemplo, en Unidad, 27-XI-1936.

[63] Rodríguez Jiménez, J. L., op. cit., pp 218-219.

[64] La Nueva España (Oviedo), 14-I-1937.

[65] Giménez-Arnau, José Antonio, op. cit., p 103. Parece obvio que, como Delegado Nacional de Prensa de Falange, no cooperó precisamente a saltar por encima del mito del ‘Ausente’.

[66] Foxá, en “José Antonio : el amigo”, trazaba el semblante del hombre, y no del santo ni del héroe : “A veces era algo arbitrario y un poco cruel”. Y. Revista para la mujer, Noviembre 1938.