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  JOSÉ ANTONIO EN MONTREUX

Después de buscarlo durante muchos años, la casualidad quiere que el mismo día en que FUERZA NUEVA EDITORIAL me hacía entrega del primer ejemplar de la VII Edición de mi "Biografía apasionada de José Antonio", encuentre entre mis viejos papeles unos documentos que pertenecieron a mi inolvidable camarada Vicente Caceo, quien los recogió, en 1940, en la secretaría general de FET y de las JONS, en donde trabajaba a las órdenes de Pedro Gamero del Castillo. Uno de estos documentos, que me hubiese gustado poder incorporar a la nueva edición de mi libro, contiene, en francés, las palabras pronunciadas por José Antonio en la reunión de Montreux, tantas veces mencionada, en la que se negó a formar parte de una propuesta internacional fascista.

En dos folios amarillentos y mecanografiados se contiene el siguiente texto que traduzco al español: "STRALCIO DALLA RELAZIONE DE LA RIUNIONE DELLA COMMISSIONE PER L'INTESA DEL FASCISMO UNIVERSALE" – Montreux II, Settembre 1935.

(El señor Primo de Rivera entra en el Salón de Sesiones.)


EL PRESIDENTE:

Permítanme interrumpir este discurso para saludar al representante de la Falange Española, Primo de Rivera, que lucha encarnizadamente en su Patria contra el comunismo.

La Falange Española tiene una aureola de martirio y de gloria porque casi todos los días, en las calles, se combate en España, y la juventud de ese país derrama su sangre para defender el ideal que nos reúne a todos. Estoy seguro de expresar vuestro sentimiento al saludar, en Primo de Rivera, a la joven España y os ruego guardar un momento de silencio para saludar a los muertos de todos los Movimientos que representamos aquí. (Se guarda un minuto de silencio.)

Desde hace tiempo, Primo de Rivera sigue con simpatía nuestra organización, y si todavía no forma parte efectivamente de ella es por razones de política interior que él mismo os explicará. Cuando formemos un Frente único, que será la conclusión de nuestras discusiones, pienso que Primo de Rivera habrá preparado a la opinión pública de su país, la cual sentirá la necesidad de no estar ausente en una reunión semblante. Yo pienso que los sentimientos de España a este respecto –y si . me engaño, que Primo de Rivera me lo diga–proviene del temor que siente de verse mezclada en los asuntos internacionales. El español posee un individualismo que le impulsa a rechazar toda organización internacional; pero ustedes verán por las conclusiones del Congreso del Komintern que cuando se trata de constituir un Frente único se ve, llegar hasta los partidos de extrema derecha socialista (radical–socialista) para desencadenar la revolución mundial que sería el fin de la civilización europea. Pienso, pues, que unirse no es hacer internacionalismo, sino responder con la unión de las fuerzas puras y sanas a la unión de las fuerzas que quieren desencadenar la revolución sangrienta.

Palabras que el fundador de Falange pronunció en la reunión internacional, en septiembre de 1935.

PRIMO DE RIVERA:

Agradezco muy sinceramente la emocionante acogida que habéis tributado, no a mí, sino a la Falange Española que combate cada día en las calles ensangrentadas de mi país. Me siento muy conmovido por vuestro recibimiento y os transmito muy sinceramente el saludo de la Falange Española y el mío. De momento, estoy en la obligación de no participar en los trabajos de vuestra Comisión. El presidente os ha dado las razones. España no está preparada todavía a unirse, por mi mediación, a un movimiento de carácter no ya internacional, sino supernacional, universal. Y esto no sólo porque el carácter español es demasiado individualista, sino también porque España ha sufrido mucho por las internacionales. Estamos en las manos de tres Internacionales por lo menos: una masónica, una socialista, otra capitalista y quizá de otros poderes, de un carácter extranacional que intervienen en los asuntos españoles. Si apareciésemos ante la opinión española como unidos a otro movimiento, y esto sin una preparación lenta, profunda y difícil, la conciencia pública española, e incluso la conciencia democrática, protestaría. Es preciso pues preparar a los espíritus en vista de estos trabajos supernacionales.

Los jefes están obligados, con mucha frecuencia, a refrenar a sus propios partidos. Si yo comprometiera mi condición de jefe, iría probablemente contra la opinión de la mayoría de mi partido. Ahora bien, ustedes saben que la Falange Española, para su gloria y su desgracia, ha tenido ya treinta y cuatro muertos (combatimos todos los días; Barone me decía hace un momento que los periódicos franceses relatan un encuentro en el que hemos tenido la suerte de triunfar, pero en el que ha habido muertos y heridos) y esto me crea lazos más fuertes que el sencillo deber o la vanidad y me amarra a mi puesto de Jefe... Estoy atado por la sangre de nuestros mártires, por lo que no me considero autorizado a contrariarles. Pero creo que frente a los peligros comunistas e internacionalistas hay que reconocer que los pueblos civilizados tienen el derecho y el deber de transmitir esta civilización a los más retrasados.

Yo creo que todos nosotros estamos obligados a preparar la opinión en nuestros diferentes países antes de iniciar una acción colectiva. Yo prometo a todos vosotros hacer lo que pueda en ese sentido y despertar una conciencia nacional.

Ahora debo abandonar esta reunión por las razones que he expuesto y también porque tengo varios trabajos que realizar. No obstante, espero poder participar próximamente en vuestras reuniones.

.(Documento publicado por Felipe Ximénez de Sandoval en la revista Fuerza Nueva, en el número 498, de 24 de julio de 1976.)


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