logo_jaoc.gif (5520 bytes)busqueda.gif (2428 bytes)indices.gif (2150 bytes)principal.gif (2310 bytes)

.
  CIRCULAR REDACTADA POR JOSÉ ANTONIO A PROPÓSITO DE LA SOLUCIÓN DADA A LA CRISIS DE OCTUBRE

La ira española sufre la fase de una nueva crisis. Toda su preparación ha sido repugnante. Ha bailado la política alrededor de vidas humanas. Por fin, el viernes siete votos contra cinco decidieron el indulto: no por razones de justicia, sino por razones de partidos. En otras circunstancias, el trágico escrutinio ministerial hubiera resultado adverso y el sábado hubiera amanecido sobre los cadáveres de 20 hombres pasados por– las armas. ¿Puede no ya la conciencia, sino el estómago, seguir soportando sin náuseas una política así, que juega con la vida de 20 hombres a la sucia partida de los intereses de grupos? Pues igual se juega todos los días –siete contra cinco o dos contra uno– el destino de España. Porque es mentira lo que declara la C.E.D.A. al promover la crisis; no se ventila un entendimiento de la autoridad o del enlace de la revolución; se ventilan jugadas políticas.

¡Escrúpulos de rigor de la C.E.D.A.! Lo más repugnante de cuanto aconteció en octubre fue el crimen de Pérez Forrás. No se encuentra precedente en más de un siglo de que un oficial español se alzase contra la unidad de España, hiciera frente a los soldados leales a España y diera muerte a algunos con las mismas armas que España le entregó para su defensa. Aquel oficial, en cualquier país del mundo que no hubiera perdido su capacidad de rubor, hubiera sido despachado por un piquete a las cuarenta y ocho horas de su felonía. El Gobierno de Lerroux le indultó, sin embargo. Y la C.E.D.A. permaneció impasible. Pérez Farrás representaba el separatismo, lo antinacional; ese espécimen deja fríos a los cautos productos humanos que Acción Popular almacena en sus ficheros. Pero González Peña representa lo anticapitalista, lo antiburgués, y la C.E.D.A. no tenía más remedio que fingir rigor en la petición de su muerte, porque, de ser más blanda, acaso se le retrajeran votos de las derechas en las próximas elecciones. Una sucia mira electoral, aderezada con falsedades, tiene a España otra vez en la incertidumbre.

Y así, ¿hasta cuándo? El 7 de octubre pensamos todos que el Gobierno asumía la magnífica pesadumbre de afirmar a España –una y fuerte– frente al separatismo y al marxismo antinacionales. Toda esperanza popular fue burlada, como. de costumbre, por la fullería de los políticos. En vez de usar más rigor contra los grandes culpables del intento, se fusiló a los más humildes comprometidos. ¿Cómo purgan sus crímenes, recordados ahora, aquel sargento Vázquez que saludó marcialmente a la bandera minutos antes de caer acribillado, y aquel pobre niño de diecinueve años, de quien dijo el señor Lerroux que mostró "gran perversidad porque de un disparo, al huir, dio muerte a un policía"? Indultado Pérez Farrás –y ahora González Peña–, aquellas ejecuciones cobran calidad de asesinatos. Con ello se dará por liquidada la revolución. Y mientras tanto el socialismo se reorganiza insolente. Relevantes socialistas difaman a España en el extranjero. Sin embargo, en trance de crisis, el partido socialista –¡como la Ezquerra!– es llamado a Palacio una vez más y dialoga por boca de sus representantes con el Presidente de la República, como si fuera posible, para gentes normales, compaginar la amenaza y reto con usos de tipo cortesano.

La última crisis fue impuesta por el señor Gil Robles para exigir un ritmo acelerado a la crisis española. Y, en efecto, la etapa del ritmo acelerado casi se redujo a un proyecto de Ley de Arrendamiento, tan mal nacido, que el propio día de su bautismo tuvo el Gobierno que proponer su reforma.

Aparte de esto, las Cortes prorrogan cada trimestre un presupuesto, que ya era pésimo en su origen y que va siendo cada vez peor en los suplementos de gastos que se le añaden. Al fin se liquidará con mil millones de déficit. La Hacienda se entrampa en otro tanto y surgirán unos cuantos centenares de rentistas más que vivirán sin trabajar, cortando el cupón. La deuda pública es un buen empleo para el dinero ocioso que muchos guardan avaramente, mientras que el capitalismo extranjero nos invade y setecientos mil españoles padecen hambre en desocupación involuntario. C.E.D.A. y radicales se han burlado de ellos pasando ante los ojos un proyecto de cien millones de pesetas y otro de mil con que remediar su angustia; pero ésta es la hora en que no se ha dado un paso serio en tal sentido. Y como el problema del paro aguardan huraños y terribles el del trigo, el del vino, el de la leche, el de la remolacha, ¿cuántos más?, mientras las Cortes gastan una imbécil reserva.

Ese es en tanto que más allá de la frontera hierve Europa. Corren sacudidas de inquietud por Estados Mayores y Cancillerías, sin que nosotros sepamos siquiera lo que piensan de España quienes acaso se dispongan a ser ocupantes de sus islas o de sus líneas férreas.

¡No queremos soportar esta vida estúpida y falsa! Nos importa un bledo la solución de la crisis, porque sabemos será como las anteriores. Pero no podemos prestar la continuidad del silencio a. este repugnante espectáculo ante un Estado que, consciente de su flaqueza y de su injusticia, es blanco propicio para el ímpetu de cualquier milicia ferviente. Nosotros no toleraremos que sólo se alisten las milicias de la anti-España, nosotros, una vez más, a pleno grito, llamamos: ¡Estudiantes, obreros, soldados, labradores, intelectuales de España, para la gran tarea de la Revolución Nacional!

Madrid, ¿abril de 1935?

(Proporcionada por el camarada Licinio de la Fuente.)


Sugerencias, correcciones y aportaciones:
ocja@rumbos.net
busqueda.gif (2428 bytes)indices.gif (2150 bytes)principal.gif (2310 bytes)