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  RESEÑA DEL DISCURSO PRONUNCIADO EN LUGO, EN EL HOTEL MÉNDEZ NÚÑEZ, EL 6 DE SEPTIEMBRE DE 1930

En este recorrido por Galicia, si es verdad que hemos tenido el sinsabor de que en alguna parte no se nos haya dispensado en la calle la acogida que merece el forastero, no lo es menos que hemos tenido ocasión de ver en nuestras reuniones las numerosas representaciones de nuestros leales, que son, sin duda, lo mejor y lo más escogido de cada provincia.

Hay una nota que es menester declarar: entre los "músicos" de estos días no ha habido ningún obrero, a pesar de haber sido invitados a unirse al murmulleo". Los obreros, que constituyen una organización seria y respetable, no han querido secundar la perturbación de un derecho que nosotros ejercitábamos y ejercitamos. España no podría vivir sin obreros y sin vosotros; pero sin esos contratistas de la tranquilidad de la calle no sólo podría vivir, sino que viviría mejor.

Yo envío desde aquí un saludo afectuoso a los obreros, en nombre de la tradición que represento y en nombre del secretariado de Unión Monárquica del que formo parte.

También hago llegar un saludo de gratitud a Galicia, que nos ha ratificado el cariño que dispensaba a mi padre cuando venía a visitarla, y con ello demuestra Galicia que no adula a los poderosos y que no son gallegos esos desarropados de alquiler que chiflan sin saber por qué.

La sangre que se ha vertido hoy en Lugo caiga sobre los que, escondidos y sin dar la cara, han lanzado a la calle a esos pobres muchachos que no saben lo que hacen. (Grandes y prolongados aplausos y vivas al salvador de España y pacificador de Marruecos.)

Galicia, de Orense, 7 de septiembre de 1930.


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